Los cuentos de Canterbury
El sistema de recopilar cuentos y enlazarlos por una idea central es uno
de los procedimientos clásicos de la literatura universal. Las mil y una noches y el Decamerón
son dos de los ejemplos más famosos. La colección más provista de
unidad conocida con el título de The Seven Sages (Los Siete Sabios), era
ya popular entre los ingleses mucho antes de la época de Chaucer. Es
innecesario, en consecuencia buscar un precedente especial o general de
Los Cuentos de Canterbury.
El tema estaba en el ambiente de la época en que había que contar cuentos y eran numerosas las peregrinaciones. La obra de Chaucer es incompleta, tanto en su conjunto como en las diversas partes de ella. Está bosquejada, pero no concluida.
El único elemento claro de conexión que va desde el principio hasta el
fin es la omnipresente personalidad del hostelero que da unidad de
carácter a toda la obra incitando, criticando, admirando y denunciando,
pero manteniéndose siempre en primer plano.
Se ha supuesto que las composiciones en pareados fueron escritas, o
escritas de nuevo, directamente para la obra y que las versificadas con
otros metros y las en prosa fueron la parte adoptiva de la familia. Lo
que es cierto es que los dísticos, especialmente los del Prólogo son
las más perfectos, variados y de mayor maestría en la versificación que
encontramos en el propio Chaucer o en cualquier escritor inglés hasta
su época. Tampoco suelen ser superados por ningún modelo extranjero,
salvo Dante.
El marco de la novela lo constituye una peregrinación al santuario de Santo Tomás de Canterbury. Finge el poeta que se encuentra junto con otros treinta peregrinos en la posada del Tabardo, en un suburbio de Londres. Estos peregrinos, cuyos retratos se trazan con sobrio acierto en el Prólogo son: un
caballero, con su hijo, escudero y su asistente, una priora, una monja
de oratorio con tres sacerdotes, un monje benedictino, un fraile
mendicante, un mercader, un clérigo o estudiante de Oxford, un agente de
la ley, un propietario rural, un mercero, un carpintero, un tejedor, un
tapicero, un tintorero, un cocinero, un marinero, un doctor, una
comadre de Bath, un párroco, un gañán, un molinero, un ecónomo de
colegio, un administrador de bienes, un agente del tribunal eclesiástico
y un vendedor de indulgencias.
Durante el viaje se une a la comitiva un canónigo con su paje.
Todos aceptan la proposición hecha por el hostelero de que para pasar
mejor el tiempo durante el recorrido, cada uno de los peregrinos narre
dos cuentos a la ida y dos a la vuelta, que el hostelero sea el árbitro y
juez, y que al regreso se dé una cena en la posada del Tabardo al
narrador de los cuentos mejores.
De esta obra, que quedó sin terminar, han llegado hasta nosotros nueve
fragmentos con veintiún cuentos completos y tres (Sir Topacio, narrado
por el propio poeta, parodia de los libros de caballería y los cuentos
del cocinero y el escudero) incompletos. El orden según el cual se
sucedían estos diversos fragmentos es objeto de discusión entre los
eruditos.
El cuento del caballero
pertenece al género de la gran leyenda, relatado en dísticos heroicos.
Este cuento lo tenía escrito Chaucer ya hacía tiempo, puesto que es una
versión abreviada de la Teseida de Boccaccio, autor al que deja de
imitar el inglés hacia 1387. Es su composición más perfecta en ,su
manera italiana; revela un noble alejamiento de los goces y dolores
comunes de la humanidad, por lo que es muy apropiado para ser narrado
por un perfecto caballero, cual es el que se nos describe en el Prólogo:
un caballero en el que resaltan las cualidades del honor, la cortesía y
la nobleza de espíritu; que ha tomado parte en numerosas batallas
-quince exactamente-, y ha viajado por toda Europa y el norte de África;
que defiende la fe, observa las costumbres feudales y participa en
numerosos torneos, en los cuales sale siempre victorioso. Además, es
sencillo y humilde y nunca brota una impertinencia de su boca. El
cuento narra el amor de Palemón y de Arcites, prisioneros de Teseo, rey
de Atenas, por Emilia, hermana de Hipólito, reina de las amazonas y
esposa de Teseo. Los dos rivales se la disputan en un
torneo. Palemón es derrotado, pero Arcitas, en la cumbre de su triunfo,
es derribado de la silla por la intervención de Venus y de Saturno y
muere. Palemón y Emilia se unen, después de haberlo llorado. El relato
está tomado de la Tebaida de Estacio, pero Chaucer hace de él un cuento
lleno de amenidad y de perfección poética. Cabe señalar que en éste,
más que en ningún otro cuento, no acierta el autor a escapar a su época:
la antigüedad se contempla a través del prisma de la edad media, por lo
que se incurre en numerosos anacronismos, como el de hacer de Venus una
santa y de su templo una iglesia, en la que entra exclamando: "¡Oh
Cristo, que estás en el Paraíso!" -
Un gran cambio de tono se observa en el cuento siguiente, el del molinero.
Este personaje, muy característico de la clase baja de la edad media,
es un bribón que hurta grano y cobra por triplicado el precio de su
molienda. Toca la gaita y su conversación es casi siempre obscena. El
cuento se inspira en los "fabliaux" de tema grotesco. Hay en él un marido (el carpintero Nicolás) engañado
con la predicción de un segundo diluvio universal y un amante (Absalón)
que, pensando besar a su amada, besa en su lugar el trasero del
carpintero y se venga quemándoselo con un hierro candente.
También guarda analogía con "los fabliaux" el cuento del mayordomo.
Dos estudiantes de Cambridge, Alano y Juan, son aligerados de parte del
trigo que llevan por Simkin, molinero de Trumpington y se vengan en
la mujer y en la hija del mismo y apalean al propio molinero. Está
inspirado en el de Gombert y los dos clérigos y el relato se cuenta así
mismo en Boccaccio IX, 6. El mayordomo narrador ha sido descrito como
un viejo colérico, que domina el arte de su trabajo y es capaz de llevar
las cuentas sin la menor equivocación, Temido por todo el mundo, paga
puntualmente, pero nadie consigue sacarle más de lo que la ley permite.
Más hábil que su amo en las transacciones, sabe cómo hacer para éste le
viva agradecido y le pague sus favores.
El jurisconsulto, hombre inteligente y juicioso y que goza de buena reputación, nos narra la historia de Constanza
hija de un emperador cristiano, concedida por esposa al sultán a
condición de que se convierta al cristianismo y abandonada después sola
en una nave a la deriva en alta mar por la perfidia de la madre del
sultán. Siguen las peripecias de Constanza, modelo de pureza y de
feminidad, su unión con el rey Alá, de quien tiene un hijo, Mauricio, su
segunda odisea marina por la maldad de Donegilda, madre de Alá, su
breve felicidad con su esposo, y su regreso junto a su padre en Roma, La
fuente originaria de este cuento se halla en la crónica anglonormanda
de Nicolás Trivet, escrita alrededor de 1335.
La comadre de Bath es
una figura popular en la que se deposita todo el ingenio vigoroso, y a
tatos brutal, que caracteriza a la sátira de la época contra las
mujeres. Es dé una fuerza realista que no excluye el humor más
artístico; es atrevida, insolente, vanidosa, charlatana y hace callar a
todo el mundo; divaga antes de entrar en materia y esgrime
incesantemente las mismas ideas. Demuestra que hizo bien casándose cinco
veces y se jacta de haber acosado a sus maridos con reprimendas, con
sus celos y sospechas. Su cuento va precedido de un prólogo, sátira
magistral contra las mujeres y el matrimonio, puesto en su propia boca.
Parece sacado, en parte, del Espejo del matrimonio de Eustache
Deschamps. El cuento se remonta a una fuente irlandesa perdida y refiere
cómo un caballero, para evitar la pena capital, es obligado en el
término de doce meses a dar la justa respuesta a la pregunta de qué es
lo que más agrada a las mujeres, y recibe la respuesta de una bruja
vieja, con la condición de que se case con ella. Él accede con
repugnancia, pero tiene la inesperada suerte de ver que la bruja se
convierte en una agraciada joven.
El cuento del fraile
repite un motivo común a otras muchas fábulas: que una maldición suele
cumplirse. Un emisario del tribunal eclesiástico encuentra al diablo
vestido de oficial judicial, el cual le confía qué métodos debe usar
con los hombres. El emisario intenta sonsacar una dádiva a una viuda,
que lo manda al diablo y el diablo se lo lleva, de acuerdo con la
creencia popular.
Chaucer nos ha trazado un magnífico retrato del fraile mendicante
narrador del cuento anterior. Apuesto y buen conservador, es uno de los
pilares de su orden. Pide siempre donativos, obsequia a las damas y
conoce las tabernas y posadas como nadie. Piensa que sólo de los ricos
puede venir algo bueno y se muestra servicial cuando puede sacar
provecho. Como réplica a su cuento sigue el del alguacil, grosera
leyenda l que refiere los manejos de un fraile codicioso junto al lecho
de un enfermo siendo al fin burlado el fraile.
El cuento del estudiante de Oxford
parece una réplica al cuento de la comadre. Narra la historia de la
paciente Griselda e invita en irónica despedida a las mujeres a dominar
a los maridos y a hacerlos desgraciados, como la comadre la ha hecho
con los suyos. Las últimas palabras del estudiante mortifican al
mercader, recién casado, quien entona un lírico elogio del estado
matrimonial y pasa a relatar el cuento siguiente.
Cuento del mercader.
Trata del matrimonio de un viejo, Enero, con una joven, Mayo. El viejo
se queda ciego, y la joven y su amante, Damián le engañan subiendo él a
un peral y ella encaramándose sobre .los hombros del viejo y uniéndose
con el joven entre las hojas del árbol. Platón devuelve la vista a
Enero, pero Mayo, inspirada por Proserpina, sabe dar una respuesta
pronta al viejo asustado al descubrir la treta: para devolverle la
luz de sus ojos no había más remedio que unirse con un hombre en la
cima de un árbol. Tras un intermedio representado por el novelesco
"Cuento inacabado del escudero" vuelve, el terrateniente al tema del
matrimonio con su cuento.
Cuento del terrateniente.
El cuento anterior es una adaptación de la llamada "historia del
peral", conocida en múltiples versiones y que se encuentra en el
Decamerón, VII, 9. También en esa misma obra , figura el presunto
cuento, aunque más que de la quinta narración de la jornada X parece
tomado de la primera redacción que se encuentra . de ella en el Filocolo
del mismo escritor italiano. Dorigena, esposa de Arvirago, que se
encuentra ausente en viaje por el mar, para escapar de las insistencias
del enamorado Aurelio hace depender su consentimiento de una condición
imposible: que desaparezcan todos los escollos de la costa bretona.
Conseguido esto por el arte de un mago, Aurelio, llevado por un
generoso impulso, absuelve a la mujer de la promesa, la cual se
preparaba a cumplir, con el consentimiento del marido que había
regresado. El terrateniente, descrito como un discípulo de Epicuro,
rechaza lo mismo la opinión de la comadre que la apuesta, y se decide,
en definitiva, por la mutua indulgencia y afecto de los cónyuges.
El médico domina bien
su ciencia, sobre todo la cirugía, y un poco la astrología, por lo que
sabe interpretar las estrellas. Famoso en su oficio, sus conocimientos
se fundan en Averroes, Avicena, Esculapio, Hipócrates, Rufo. Come
frugalmente y le seduce el dinero. Pues este peregrino narra en el
cuento del doctor la historiaa de Apio y Virginia, cuya fuente original
está en el tercer libro del historiador romano Tito Livio; pero Chaucer
debió inspirarse más bien en la versión del Roman de la Rase
.
Curioso personaje es el bulero que
peregrina. Porta su maleta cargada de indulgencias acabadas de llegar
de Roma. De aspecto afeminado nadie le iguala en su oficio; embauca con
su desenfado a las gentes y les vende falsas reliquias sin ningún
remordimiento.
El cuento del mercader de indulgencias
va precedido de un sermón a guisa de prólogo, en que flagela los
vicios de la gula, de la embriaguez, del juego y de la blasfemia, pero
muestra también estar animado por aquella codicia que censura en los
demás. De suerte que este prólogo resulta una auténtica sátira de los
abusos eclesiásticos. El cuento, que ofrece analogías con uno del
Novelino, cuenta cómo en tiempo de la peste tres jugadores embriagados
van en busca de la Muerte, que les ha arrebatado a un compañero, para
castigarla. Un anciano les dice que la encontrarán debajo de cierto
árbol. Allí encuentran un tesoro y, mientras uno de los tres se dirige a
la ciudad en busca de comida para celebrarlo todos, hasta que la noche
permita desenterrar el tesoro, los otros dos se confabulan para
asesinarlo y así lo hacen. Pero luego mueren también ellos, al beberse
el vino que el tercero había envenenado, movido de igual intención
criminal para con ellos.
Un motivo folklórico sumamente conocido, el del "regalo del amante recobrado", es el tema del cuento del marinero.
La mujer de un rico y avaro mercader toma un préstamo de un fraile:
.Cien francos para comprarse vestidos. El fraile, a su vez, toma en
préstamo la misma cantidad del mercader, que lo ignora todo, y con ella
paga los favores de su mujer, y cuando el marido vuelve de un viaje le
dice que ha restituido la cantidad a su esposa, la cual no puede negar
haberla recibido.
El cuento de la priora es
uno de los más perfectos de Chaucer desde el punto de vista artístico:
repite la leyenda del niño de una viuda asesinado por los judíos porque
cantaba el "Alma Redemptoris Mater", mientras pasaba por delante de la
judería de Lincoln camino de la escuela. Es descubierto el cadáver
porque de la garganta cortada sigue brotando aquel canto. La descripción
de la priora, narradora de este cuento, en el Prólogo es en extremo
deliciosa. Se trata de una mujer agradable y espontánea que jura a
menudo con su frase característica "por San ·Eloy". Conocida como madame Englantine, sabe francés y es muy delicada en el comer, caritativa y trabajadora. Lleva sobre el pecho una medalla con la divisa Amor omnia vincit, inscripción un tanto ambigua, que lo mismo puede aplicarse al amor cortesano que al amor divino.
Viene a continuación el cuento de sir Topaz, narrado por el propio Chaucer,
y que no gusta a los oyentes, lo que induce al hostelero a
interrumpirlo para que cuente algo más animado. El poeta relata
entonces el cuento de Melibeo, uno de los más extensos, en el que cita a
autores clásicos como Ovidio, Catón, Séneca,Cicerón, además de a los
padres de la Iglesia Agustín, Jerónimo y Gregario Magno. Su tema
fundamental es la discusión tediosa y larga entre Melibeo y su esposa
Prudencia sobre la mejor manera de tratar a los enemigos que nos han
ofendido gravemente, que lleva a la conclusión de que lo mejor es
dialogar con ellos y dejar la venganza en manos de Dios. La fuente
primera de este cuento es el Libro de consolación y consejo de Albertano
de Brescia, pero Chaucer se sirvió de una paráfrasis francesa.
El cuento del monje
es, en opinión de muchos, el primero que escribió el autor, el cual en
un principio debía formar parte de una Leyenda de los buenos hombres,
que el autor no escribió al abandonar esta idea por la' de los cuentos.
Muy parecido a las Desventuras de los hombres ilustres de Boccaccio,
está sacado de los autores latinos, de Dante, de la Biblia y de la
historia romana, y presenta una serie de biografías que abarcan desde
Adán hasta personajes de los siglos XIII y XIV.
El cuento del capellán de las monjas
está influenciado por Chan teclair y por una versión perdida del
Roman de Renart. La misma historia se encuentra también en María de
Francia. Refiere cómo una zorra engañó a un gallo alabando la voz del
padre de éste, y cómo el gallo consiguió escapar engañando a su vez a
la zorra.
El cuento de la segunda monja
trata un tema de la Leyenda áurea de Jacobo de la Vorágine: la vida y
martirio de Santa Cecilia y de su prometido Valeriano. El texto de
Chaucer se aproxima más a una versión de la vida .de la Santa, escrita
en griego por Simeón Metafrasto.
Verdadera denuncia de la estupidez y bribonería de los alquimistas en el
cuento del paje del canónigo. Acaso sea original de Chaucer y, en este
caso, sería el único de creación personal. En él se reflejan los vastos
conocimientos de alquimia que poseía el autor y, tal vez debido a cierto
desengaño sufrido en este aspecto, ataca con dureza a los alquimistas.
La fábula de Ovidio cuento del adsobre Apolo y Carónides parece ser la fuente inspiradora del cuento del administrador,
que saca a colación el mito del cuervo negro. Febo tiene un cuervo
blanco que puede imitar el lenguaje humano' y por él se entera' de la
infidelidad de su esposa. Airado, Febo la mata y después, lleno de
remordimientos, le arranca al cuervo las plumas blancas, le priva del
habla v lo manda al diablo: he aquí por qué los cuervos son ahora
negros.
El párroco,
perfecta antítesis del fraile mendicante, es un hombre pueblerino,
bueno, sencillo y gran conocedor de los Evangelios. Sincero, paciente y
sacrificado. Con poco se conforma y lo da todo para su parroquia.
Protege a los mendigos y considera que todo sacerdote debe ser limpio de
corazón y dedicarse preferentemente a los pobres. Todo lo cual
contrasta con aquellos miembros hipócritas e inútiles, cuales son el
fraile mendicante y el bulero. Su cuento no es propiamente tal sino un sermón en prosa sobre los siete pecados capitales sacado de la Suma
de los vicios y de las virtudes del hermano Lorens. Con este sermón se
cerraba el viaje de ida a Canterbury.
Chaucer fue uno de esos hombres que, al igual que Shakespeare, extraen
de la lectura el máximo de aprovechamiento personal. Conocía a los
autores latinos corrientes, en especial a Ovidio, que siempre fue uno de
los más importantes en la literatura medieval; conocía la literatura
francesa e italiana y también las leyendas inglesas de que hizo la
parodia en Sir Topaz. Era un hombre de genio creador y este don, Junto
con las lecturas, le permitió llevar a la madurez el arte de escribir
que había ido desarrollándose lentamente durante los dos siglos
anteriores a su tiempo.
Chaucer no es un ente singular. En el curso del progreso humano aparece
de manera tan natural como Shakespeare. Como el de Shakespeare, su
humorismo es bondadoso y jamás cruel. Es tolerante y no se avergüenza;
pero nunca toma la defensa del mal ni se burla de lo bueno. El
humorismo, siempre presente en su obra, no puede pasar inadvertido y el
exquisito y natural patetismo que lo acompaña ha sido reconocido incluso
por aquellos que no han logrado valorar a este autor íntegramente. La
benevolencia de Chaucer es inmensa.
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