Biografía de Oscar Wilde

 

Oscar Wilde

Oscar Wilde  (Dublín, Irlanda,16 de octubre de 1854-París, Francia, 30 de noviembre de 1900), poeta y escritor irlandés autor de la famosa novela “El retrato de Dorian Gray”, con su genialidad, sofisticación y encanto supo enfrentarse a la rígida sociedad victoriana, a la cual el dramaturgo adulaba y despreciaba al mismo tiempo.

 
Fue el segundo de los tres hijos del célebre cirujano irlandés, Sir William Robert Wills Wilde y de la escritora, Jane Agnes Elgee, destacada poetisa y nacionalista, descendiente del independentista irlandés Maturin. Wilde tuvo una infancia tranquila y ya se inició en la literatura de manera prometedora cuando, con sólo 24 años y estudiando en el Magdalen College de Oxford, donde destacó en el estudio de los clásicos, recibió en prestigioso premio Newdigate de poesía por su poema“Ravenna”. Durante su estancia en Oxford se afilia a la Logia Masónica de la Universidad.

Logró combinar estudios universitarios, viajes y literatura, y en 1881, ya pudo publicar un libro titulado “Poemas” con todos aquellos que fue publicando en periódicos y revistas. En 1882, durante un viaje a Estados Unidos también actuó como conferenciante exponiendo su teoría de la filosofía estética que defendía el arte por el arte (dandismo) y se auto nombra “Apóstol de la Estética”. Cuando volvió a Europa, siguió extendiendo su teoría, con una buena acogida, por distintas universidades y centros culturales franceses y británicos.

A pesar de ser homosexual, en 1884 contrajo matrimonio con Constance Lloyd, que le dio dos hijos, quienes posteriormente, al conocerse públicamente esta condición, rechazaron el apellido paterno.

Entre 1887 y 1889 editó una revista femenina, Woman’s World, y en 1888 publicó un libro de cuentos, “El príncipe feliz”, con muy buena aceptación de público y crítica. El éxito de Wilde se basaba en el ingenio que derrochaba en sus obras, dedicadas casi siempre a fustigar las hipocresías de sus contemporáneos.
Poco después se reeditó en libro una novela publicada anteriormente en forma de fascículos, “El retrato de Dorian Gray”, la única novela de Wilde, cuya autoría le reportó feroces críticas desde sectores puritanos y conservadores debido a su tergiversación del tema de Fausto.

A pesar de su éxito con la novela, no disminuyó su popularidad como dramaturgo, que se acrecentó con obras como “Salomé”, escrita en francés, o “La importancia de llamarse Ernesto”, obras de diálogos vivos, cargados de ironía.

En 1886, la vida de Wilde cambió cuando conoció a Robert Ross, un muchacho de diecisiete años que se convertiría en su amigo incondicional hasta el final de sus días, en su albacea literario, y el que hizo que Óscar Wilde fuera totalmente consciente de su condición homosexual, conociendo el placer del sexo entre hombres.

Su brillante carrera se vio truncada en 1895, cuando el marqués de Queensberry inició una campaña en periódicos y revistas acusándolo de homosexual y sodomía, por su relación amorosa con su hijo Lord Alfred Douglas, conocido como Bosie.

Lord Alfred finalizaba su primer año en la Universidad de Oxford cuando se topó por casualidad con el entonces desconocido libro “El retrato de Dorian Gray”, la historia de un hombre de belleza radiante e imperecedera juventud. Fascinado, lo leyó una y otra vez. Al año siguiente pudo conocer al autor. Douglas era un joven y apuesto muchacho, pero sin ningún talento y quedó apasionadamente subyugado por el ingenio y la inteligencia del escritor.

Atacado fieramente por Lord Queenberry (quien también pasaría a la historia por inventar las reglas del boxeo), Wilde intentó defenderse, aunque sin éxito, pues las pruebas presentadas por Queensberry probaban hechos que, por aquel entonces y en la sociedad victoriana, puritana y rígida en que vivía, podían ser juzgados como criminales. Oscar Wilde fue condenado a dos años de prisión y trabajos forzados. Las numerosas presiones y peticiones de clemencia efectuadas desde sectores progresistas y desde varios de los más importantes círculos literarios europeos no fueron escuchadas y el escritor se vio obligado a cumplir por entero la pena.

Pero estar en prisión, verse abandonado por de amigos y familiares (su mujer y sus hijos renunciaron a su apellido y se fueron del país), la humillación pública y tantas vejaciones, no impidieron a este genio la creación de una de sus grandes obras:“De Profundis”, texto en que queda fielmente reflejada su inmensa capacidad de amar. “De Profundis” es una larguísima carta que Óscar Wilde escribe desde su cautiverio a su amante, obra emocionante que nos hace partícipes de uno de los más grandes, pasionales y obsesivos amores de la historia.

Recobrada la libertad el 19 de mayo de 1897, cambió de nombre y apellido (adoptó los de Sebastian Melmoth) y viaja con Douglas a París, donde se encuentra con su amigo Robert Baldwin Ross. Permaneció en Francia hasta su muerte y allí escribe“La balada de la cárcel de Reading”, donde narra la dureza de la vida en la cárcel y la desesperación que sufren los que están privados de libertad.

Sus últimos años de vida están marcados por su penuria económica, su mala salud, y su alcoholismo. Muere el 30 de noviembre de 1900 en París. En su lecho de muerte Wilde fue bautizado en la Iglesia Católica Romana y recibió la extremaunción. Sus restos descansan en el cementerio de Pere-Lachaise, en París. En su tumba, adornada con una bella escultura de Jacob Epstein, representando a un ángel, figura una bella estrofa perteneciente a su obra “La balada de la cárcel de Reading”:
Y extrañas lágrimas
llenarán por él
el jarro de la piedad
ya roto en antaño.
Porque quienes lo lloren
serán los
parias y los parias
eternamente
lloran”
De Oscar Wilde se decía que era un hombre que permitía que convivieran con él, el altruismo más generoso junto al egoísmo más calculador. Ángel y demonio a la vez, manipulador de almas, pero a pesar de esto, poseía una extraordinaria capacidad de amar. Las cenizas de su fiel e incondicional amigo Ross fueron añadidas a su tumba en 1950.

Sólo póstumamente sus obras volvieron a representarse y a editarse. En 1906, Richard Strauss puso música a su drama Salomé, y con el paso de los años se tradujo a varias lenguas la práctica totalidad de su extensa producción literaria, entre las que podemos mencionar: “El abanico de Lady Windermere”, “Balada de la cárcel de Reading”, “El príncipe feliz” y “El gigante egoísta”, “La importancia de llamarse Ernesto”, “El Retrato de Dorian Gray”, “Salomé” , “De Profundis”.