Diego Hurtado de Mendoza

Diego Hurtado de Mendoza, autor de La guerra de Granada (La rebelión de las Alpujarras)

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(Granada, 1503-Madrid, 1575) Político y escritor español. Dotado de una sólida formación humanística, desempeñó con gran brillantez el oficio de diplomático, al servicio de Carlos I, y fue embajador en Inglaterra y Venecia. En 1542, el emperador le encomendó la delicada misión de representarle en el concilio de Trento, donde el conflicto de intereses entre el papado y Carlos I lo enfrentó con Paulo III, que se oponía a la presencia española en Italia. En 1547 fue nombrado gobernador y capitán general de Siena y embajador en Roma, pero el nuevo Papa, Julio III, exigió y consiguió su relevo en 1551.


Tras su vuelta a España, entró en el influyente Consejo de Estado y fue nombrado caballero de la Orden de Alcántara, pero su figura acabó concitando serias dudas y recelos, por lo que fue desterrado a Granada en 1568. Cuando estalló la revuelta de los moriscos en las Alpujarras (1568-1570), luchó junto a su sobrino, el marqués de Mondéjar, para sofocarla. Fruto de esta experiencia es su libro La guerra de Granada, publicado en 1627, que narra la historia de la sublevación de los moriscos.

En 1574 le fue levantado el destierro, pero su influencia en la corte ya se había desvanecido, en medio de las luchas de poder de los Mendoza contra sus rivales, los Vélez. Como autor literario, aparte de su narración de la revuelta de las Alpujarras, destaca su poesía, ya sea de métrica italiana, ya sea de metro tradicional, como el Diálogo entre Caronte y el alma de Pedro Luis Farnesio. Se le atribuye, aunque con reservas por parte de algunos expertos, la paternidad del Lazarillo de Tormes.

Tiene una amplia obra poética y fue un gran prosista. Es el autor del "Diálogo entre Caronte y el Alma de Pedro Farnesio" y la "Crónica de las Guerras de Granada", ejemplo de prosa clásica castellana, concisa, exacta, justa e imparcial, en que sigue como modelos a Salustio y Tácito. 

Para lograr en 1574 el perdón real regaló a Felipe II su gran biblioteca, reunida principalmente en Italia (mandó al italiano Nicolás Solferino y al griego Arnoldo que le copiaran códices) en los tiempos en que Felipe II estaba creando la bibliotecade El Escorial. Allí se puede ver su espléndida colección de libros italianos, manuscritos e incunables raros encuadernados con sus colores rojo y negro, uno en cada cubierta, rayados verticalmente en oro y con medallón dorado en relieve.

De su muerte dice Marañón "le cortaron una pierna que se le gangrenó después de una temporada de terribles dolores, aunque no tantos como los de la amputación, que soportó rezando el Credo en voz alta como único anestésico".