EL CANTONALISMO, preludio de las Autonomías / NOVEDAD EDITORIAL DE CESÁREO JARABO

EL CANTONALISMO, preludio de las Autonomías 

Corría el año 1873 cuando el federalista Antonete Gálvez izó la bandera cantonal en el Fuerte Galeras de Cartagena. Podemos tomar este hecho como el inicio de una carrera de disparates (algunos peligrosos, otros de esperpento).

Como cuando los revolucionarios atacaron el Ayuntamiento de Murcia en calzoncillos o cuando la ciudad portuaria de Cartagena quiso formar parte de los Estados Unidos de América o cuando Galicia pretendió integrarse en la Gran Bretaña.
El colpaso acabó con aquel experimento descentralizador, que, no obstante la cruda lección, sembró la nostalgia en los nacionalismos periféricos, que condicionarían decisivamente a la también fracasada II República y habrían de tomar protagonismo desvertebrador en la Constitución de 1978.
España un día se despertó republicana con una Constitución Federal que daba amplias libertades a las regiones y vaciaba de competencias al Estado. El invento se convirtió en un Frankestein que acabaría devorando a las "eminencias" que lo diseñaron.

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