Andrés Barba: Imitación de la vida

Andrés Barba, una de las caras más visibles de la nueva narrativa española, indaga en la ambigüedad de la existencia y la identidad en En presencia de un payaso.





Lo cotidiano como enigma, como maquillaje detrás del que se oculta el fluir, la incertidumbre, la ambigüedad. Hacia ese umbral apunta En presencia de un payaso, la última novela de Andrés Barba (Madrid, 1975), una historia de familia pero también una solapada búsqueda de lo “neutral”, lo “ordinario”, fondo que no es otra cosa que una tierra movediza de infinitas capas, un lienzo sobre el que Barba dibuja para aplicar más tarde un brumoso esfumado. 
Marcos Trelles es un científico que consigue publicar por primera vez en la prestigiosa revista Review of Modern Physics, para la cual debe entregar un autorretrato de 300 palabras que se le hace imposible. Su mujer, Nuria, es filósofa y acaba de perder hace poco a su madre, una artista plástica amateur. Por el aniversario de esa muerte aparece en escena Abel Cotta, el “payaso” del título –que Barba toma explícitamente del filme de Ingmar Bergman–, hermano de Nuria y cómico televisivo famoso en España. La convivencia entre los tres, la relación a distancia entre Marcos y su padre nunca salido del closet y el recuerdo recurrente de su suegra son los ejes de una fábula sobre la identidad en la que nada es lo que parece y a la vez todo es visible.

“Es una novela a imitación de la vida –dice Barba–. Hay algo que me fascina en la forma en que pensamos nuestra vida, la sensación de coherencia más o menos general que sentimos que tenemos cuando la realidad es que se están modificando constantemente, que no hay nada menos coherente que nuestra coherencia. Es una narración sobre la apariencia de nada que tienen los momentos en los que nos estamos jugando la vida, los instantes en los que estamos decidiendo aguantar o rendirnos, ser una persona u otra, que parecen siempre –desde afuera– momentos banales”.
El juego de espejos de En presencia de un payaso, que aborda a la vez que pone en jaque al realismo narrativo, es también una excusa para que Barba despliegue su impecable estilo, que ha propulsado al autor a ser una de las caras más visibles y elogiadas del nuevo panorama español. Y, también, a volver sobre los lazos familiares y afectivos, sello y preocupación fundamental del universo Barba.
“Nuestro mundo está contenido en lo cotidiano, todo lo que necesitamos resolver está ahí. La gente no se cansa de escuchar historias de amor ni historias familiares porque ese es el eterno irresoluble, el lugar en el que todo el mundo patina. A mí me basta poner a un hermano frente a otro o a una hija frente a su madre para tener el comienzo de una novela, no se me acaba nunca. Y no me refiero a hacer psicología barata, sino a pensar en esos otros a los que no hemos elegido y que estarán para siempre con nosotros como los testigos frente a los que tendremos que regresar siempre a rendir cuentas, o a pedirlas”, sostiene.
Risa misteriosa
–Como pasaba en los relatos de “Ha dejado de llover”, un personaje de la novela “entiende”, aunque no hay contenido psicológico, no se sabe bien qué comprende.
–Me gustaría, al igual que pasa con la gente a la que queremos y entendemos bien, que en mis libros uno pudiera decir que “entiende” lo que le pasa a un personaje por más que no tenga las palabras para definir qué es lo que entiende exactamente. Eso sería maravilloso, sé que en ocasiones no lo consigo del todo, pero los escritores que admiro tienen eso en común: cuando recuerdo sus libros no sé si son cosas que he leído o vivido. El contenido psicológico es una trampa de los escritores mediocres para endilgar una opinión preconcebida. Los grandísimos escritores no dan respuestas, dan pistas, claves o “tonos”.
–¿Por qué el personaje del payaso? 
–Más que payaso, el personaje es un cómico. El mundo de la risa siempre me ha interesado, más que nunca en estos últimos años. Creo que tiene que ver porque he necesitado cada vez más una mirada humorada sobre la vida para vivir, por un lado, y porque cada vez me parece más misteriosa la risa. Hacer reír es uno de los talentos más envidiables.
–La novela ocurre entre Madrid y Toledo, con las sierras como tercer paisaje. ¿Qué significan esos lugares?
–Madrid es mi ciudad y a la sierra de Madrid la conozco mucho, me gusta ir al monte a caminar. Toledo es la ciudad en la que me suicidaría antes, no sé por qué. Creo que porque es provinciana y tiene un aire de museo, es medieval y turística, una combinación letal para mi gusto. Todos son escenarios que conozco muy bien.
–Viviste un tiempo en Argentina. ¿Cómo es tu vínculo con el país? ¿Cómo ves su literatura en relación a la española?
–Estoy aquí tres meses porque mi mujer (que es misionera) amenazaba divorcio si no veníamos una temporada a la Argentina. Me encanta venir, me siento en casa todo el tiempo y eso tiene que ver con la literatura. Argentina es sin discusión el país más interesante de la literatura en lengua hispana, y lo más probable es que lo siga siendo. No es sólo la cantidad de grandes escritores en activo, sino lo variada que es la producción y lo libre que es el mercado, la cantidad de editoriales que hay y lo enraizada que está la literatura en la clase media. España es extraordinariamente aburrida desde el punto de vista literario.