Biografía de Božena Němcová

Božena Němcová

Božena Němcová (Viena, 4 de febrero de 1820 + Praga, 21 de enero de 1862) fue una de las más importantes novelistas checas del comienzo del Realismo y es conocida fundamentalmente por su novela Babička (La abuela), de 1855. Está considerada como una de las figuras más destacadas del movimiento del renacimiento nacional checo.


La mujer escritora más importante del Resurgimiento Nacional Checo es sin duda Božena Němcová (¿1820?–1862). Su biografía oficial dice que nació en Viena en 1820 (donde fue inscrita el 4 de febrero) y que sus padres fueron dos sirvientes de la célebre Wilhelmine, duquesa de Sagan (conocida por los checos como Kateřina Zaháňská): el cochero Johann Pankl, alemán de Austria, y la lavandera Terezie Novotná, checa germanizada. No obstante, hay indicios de que la niña, a quien llamaron Barbora, podría habría nacido antes, en 1817 o incluso 1816, y ser hija extramatrimonial de alguna persona del círculo aristocrático de la duquesa de Sagan; tal vez de la propia duquesa, como decían los rumores, o de su hermana Dorothea, como opina la estudiosa Helena Sobková. 

Los Pankl habrían sido sólo sus padres adoptivos. Poco después de su nacimiento, la familia se trasladó a los dominios de la duquesa en Ratibořice (Bohemia septentrional), donde Barbora, que gozaba del favor de la duquesa, recibió una educación en lengua alemana y superior a lo que cabría esperar de la humilde condición de sus padres. Así, la pequeña Barunka –como llamaban a Barbora en su infancia– se convirtió en la señorita Betty, que tomaba prestados libros alemanes de la biblioteca de la duquesa en la cercana mansión de Chvalkovice. 

La influencia de su abuela materna Magdalena Novotná, que convivió con la familia durante unos pocos años, parece haber sido decisiva para despertar en Barunka la conciencia de sus raíces y el amor por la lengua checa; más tarde la escritora la inmortalizaría en su obra más conocida, la novela La abuela, donde también aparece el personaje de la duquesa. 

El compromiso de Barbora con la cultura checa se afianzó tras su matrimonio en 1837 con Josef Němec, funcionario de aduanas y declarado patriota. No obstante, este matrimonio fue más una rémora que un apoyo a su carrera literaria. El carácter egoísta e irascible de su marido, sus frecuentes traslados de un lado a otro del Imperio como represalia a sus convicciones políticas, la penuria económica y la preocupación por la salud de sus cuatro hijos restaron mucho tiempo y energía a la creación literaria de Barbora Němcová, quien, siguiendo una costumbre habitual en la época, tomó el nombre de Božena, más eslavo. 

El impulso definitivo llegó de su primera estancia en Praga (1842–1845), donde entró en contacto con los círculos intelectuales patrióticos. Éstos la acogieron con entusiasmo y le dieron el ánimo para dedicarse a la escritura que no encontraba en el ámbito matrimonial y familiar. Los últimos años de la vida de Němcová fueron muy duros, amargados por las necesidades materiales y los repetidos fracasos sentimentales. 

Después de una escapada y una penosa enfermedad, murió en Praga prematuramente envejecida. Němcová inició su actividad literaria de una forma muy romántica: con poemas sentimentales y, más tarde, con apuntes etnográficos y versiones de cuentos populares. La escritora elaboraba considerablemente el material folclórico; fruto de este esfuerzo son sus Cuentos y leyendas populares (Národní bachorky a pověsti, 1845–1847). 

Posteriormente, Němcová empezó a escribir narrativa original en la que dominan los tonos costumbristas y sociales. Sensibilizada contra todo tipo de injusticia, nunca abandonó sus ideas reformistas, bastante utópicas, pues confiaba la justicia social a la buena voluntad de los privilegiados. 

Su fe en la bondad humana y en la sabiduría de la naturaleza alcanza la máxima expresión en su obra más importante, la novela La abuela (Babička, 1855), uno de los textos fundamentales de la literatura checa del siglo XIX –junto con Mayo de Mácha, el Ramillete de Erben y los Cuentos de Malá Strana de Neruda–. Basada en su propia experiencia de infancia, aunque muy estilizada, la obra constituye un idilio en el cual, sobre un fondo paisajístico y costumbrista, la autora rinde homenaje a los valores humanos que aprendió de su abuela. Němcová describe un año entero de vida en la aldea, con el ciclo de la naturaleza, de los trabajos y de las fiestas populares. De todos los personajes, fuertemente caracterizados, se destaca la abuela con su amor altruista por los demás y su inagotable saber instintivo. La autora elude tratar los conflictos sociales y personales, para crear un cuadro armónico en el que muestra su ideal de humanidad. 

Otros ejemplos de este humanitarismo utópico encontramos en la novela Una aldea montañesa (Pohorská vesnice, 1856) y en los relatos En el castillo y al pie del castillo (V zámku a v podzámčí, 1856) y Un buen hombre (Dobrý člověk, 1858). En Bára la salvaje (Divá Bára, 1856) destaca el tipo romántico, al estilo de George Sand, de la protagonista. Uno de los campos a los que Němcová dedicó más energía fue el de las relaciones entre checos y eslovacos. En 1850 su marido fue trasladado a Hungría, primero a la ciudad de Miskolc (en eslovaco Miškovec) y después a la de Balassagyarmat (Balážske Ďarmoty). 

Eslovaquia entonces no existía como unidad administrativa dentro de Hungría, por lo que sus fronteras no estaban definidas. En el primero de sus cuatro viajes a este país, en 1851, Němcová no tuvo tiempo de entrar en territorio propiamente eslovaco. Sí lo hizo en 1852, 1853 y 1855, visitando parte de Eslovaquia central y entrando en contacto con numerosos intelectuales eslovacos. Los frutos literarios de estos cuatro viajes ocupan una parte significativa de su obra: una serie de reportajes de viaje y etnográficos, una importante recopilación de Cuentos y leyendas eslovacos (Slovenské pohádky a pověsti, 1857–1858) –con textos en gran parte recogidos por vez primera– y algunos personajes y motivos eslovacos en la novela Una aldea montañesa, así como el relato La casa al pie de las montañas (Chyže pod horami, 1858), subtitulado “cuadro de Eslovaquia”. 

La imagen que Němcová ofrece de este país es la de una tierra montañosa, de naturaleza exuberante, habitada por campesinos y pastores de vida idílica, sencilla y tradicional, cordiales y hospitalarios, un tanto supersticiosos, pero siempre alegres. Ya en el siglo XX, Němcová llegará a convertirse en un símbolo de la cultura checa.