El
simbolismo fue la primera de las corrientes del modernismo que apareció
en territorio ruso. El impulso para la autodeterminación teórica de las
“corrientes nuevas” en la literatura rusa fue la conferencia
pronunciada por Dmitri Merezhkovski en 1892 y más tarde redactada en el
libro titulado Sobre las causas de la decadencia y nuevas tendencias en la literatura rusa moderna. Un acto importante para el futuro del simbolismo fue la aparición en 1894-95 de tres libros poéticos: Los simbolistas rusos,
siendo el autor de la mayor parte de los poemas Valeri Briusov que los
firmó bajo seudónimos para crear la ilusión de la existencia de una
corriente literaria sólida. De esta forma los libros de Briusov dieron
sus frutos y se convirtieron en guías de las que surgieron muchos poetas
y literatos, diferentes en sus aspiraciones creativas, pero unidos en
su rechazo del utilitarismo en el arte y del realismo en la literatura.
Así el simbolismo ruso resultó ser un movimiento heterogéneo y
estéticamente contradictorio[1].
El
simbolismo ruso desde sus principios representó un movimiento estético y
no una escuela literaria. Se diferencian dos grupos independientes: El
simbolismo de los mayores de 1890 y el de los menores, de 1900 y dos
polos geográficos: San Petersburgo y Moscú. Casi todos los simbolistas, poetas
y novelistas fueron teóricos del arte, críticos literarios y filósosfos
(Ivánov y Bely). Es una situación de la búsqueda filosófica constante,
que se manifestaba en los debates permanentes dentro del movimiento y la
polémica cruzada en las revistas.
La
historia del simbolismo en Rusia empieza con dos círculos literarios
que se forman simultáneamente en Moscú y San Petersburgo. En el primero,
en la última década del siglo pasado, se organizan los estudios de
poética y verso a base del interés sobre la nueva filosofía occidental
(Schopenhauer y Nietzsche) y con la influencia de las escuelas de los
simbolistas europeos. En este círculo están Valeri Briusov, konstantin
Balmont, Serguéi Poliakov, y Yurguis Baltrushaitis. Los representantes
de de esta corriente del simbolismo, la intuitivo-individualista,
cuyo teórico fue Briusov, vieron el objetivo del arte en expresar “el
movimiento del alma” del poeta y revelar la forma intuitiva el misterio
del mundo. Para ellos el simbolismo era una escuela literaria que
debería superar el ocaso creativo de la literatura rusa de la época
anterior y aproximar la poesía rusa, autóctona en su desarrollo
artístico, con el arte poético europeo.
A finales de siglo en Moscú se crea la editorial Escorpio (1899-1916) y surge el almanaque Las flores nórdicas que dirige Briusov desde 1903 y al año saca a la luz la revista Libra con el objetivo de unir a todos los artistas del “arte nuevo”. La revista Libra era el análogo a las revistas europeas que promovían el arte modernista y se convierte en el centro del movimiento.
En
San Petersburgo nace otro grupo simbolista encabezado por Dmitri
Merezhkovski, Zinaída Guippius y Nicolai Minski. Merezhkovski edita la
revista neocristiana Nuevo camino (1903-1904), que después se sustituye por Las cuestiones de la vida.
Este grupo vio en el simbolismo una categoría existencial, un medio de
decantar la idea del reino futuro predestinado para unir el paganismo y
el cristianismo, el espíritu y la carne. Más tarde los dos grupos
simbolistas se unen y salen al escenario cultural como un movimiento
literario identificado con el simbolismo mayor.
En el simbolismo de la primera década del siglo existen dos grupos literarios: En San Petersburgo, la escuela de la nueva conciencia religiosa
de merezhkovski y Guíppius, ambos crearon libros y levantaron una
casa-iglesia en San Petersburgo, que se convirtió en uno de los más
poderosos centros de vida espiritual a principios del siglo.
Y en Moscú se formó el grupo de los argonautas compuesto por Serguéi Soloviov, Andréi Bely, Aleksandr Blok Ellis, que para difundir sus obras editaban la revista El vellocino de oro (1906-1909).
Este grupo obtuvo en la crítica literaria el nombre de simbolistas
menores, los cuales trataban de superar el individualismo extremo de los
mayores, su subjetivismo, decadencia y esteticismo distante.
El
simbolismo de la segunda generación nació en la mesa de té (Ivánov
determinó el hecho de tomar té como “el síntoma del idealismo meditativo
ruso”) en la casa de Serguéi Soloviov, sobrino del filósofo Vladimir
Soloviov, que unió a algunos amigos y vecinos (al poeta Andrei Baly
entre ellos) y les leía los poemas de su primo hermano Aleksandr Blok
(la madre de este mandaba desde Petersburgo los poemas de su hijo a su
prima, la madre de Serguéi Soloviov). Los argonautas reconocían estos
poemas como la expresión más exacta y adecuada a sus aspiraciones e
inquietudes. El simbolismo empezó como una cosa de familia, entre amigos
y parientes, creció de la atmósfera de la casa, de las conversaciones
con el samovar.
Los
argonautas pasaron en 1905 de la casa moscovita de Serguéi Soloviov, al
piso de la calle Tavrichskaya en San Petersburgo, donde vivían
Viacheslav Ivánov y su mujer Lidia Zinóvieva-Aníbal, situada en el
último piso con una torre, de aquí vino el nombre del nuevo centro
simbolista: “la torre” donde se solían reunir los miércoles filósofos,
científicos, artistas, actores, escritores y músicos.[2]
[1] SVETLANA MALIAVINA, El simbolismo ruso. El origen…
[2] SVETLANA MALIAVINA, El simbolismo ruso... pags. 129- 133.
Por Inma Sánchez