Micaela Valdés, una descendiente, presenta en el Casino Gaditano la historia del liberal
La aparición de la correspondencia que un antepasado escribió desde Londres, cuando el duque de Angulema lo salvó en 1823 enviándole en un buque a Gibraltar, llevó a Micaela Valdés y Ozores a plasmar en un libro la reconocida historia de Cayetano Valdés y Flores.
A las 20.00 horas presenta en el Casino de Cádiz de la mano de Almudena de Arteaga y de Alcázar Cayetano Valdés y Flores. Un marino en la historia de España. Entre la ilustración y el liberalismo, en el que la tataranieta de su hermano rescata una historia que le conmovió principalmente por "la enorme dignidad que siempre demostró, cuando muchas veces sus parientes y amigos de España le decían que volviera. Él siempre decía: mientras no vuelvan todos, yo nunca volveré. Lo único que tengo es mi dignidad, mi prestigio ganado a pulso", explica Micaela Valdés.
Una obra en la que recoge algunas de aquellas cartas, y que estructura en tres partes, cronológicamente, ensalzando su participación en grandes acontecimientos y travesías como la expedición Malaspina; la Batalla del Cabo de San Vicente, tomando parte incluso en la defensa de Cádiz en 1797 contra las fuerzas de Nelson; en la ilustre Batalla de Trafalgar; la Guerra de la Independencia e incluso fue nombrado gobernador de Cádiz, tomando parte en la proclamación de la Constitución.
Precisamente, en la Batalla de Trafalgar, y al frente del navío Neptuno, acudió al auxilio de dos viejos buques hundidos en nuestras aguas, el Bucentaure, recientemente excavado por el CAS, y el Santísima Trinidad. No pudo salvarse de este ataque, si bien, y gracias también al propio Cayetano Valdés, salió airoso de la batalla de San Vicente, cuando el propio Valdés, que estaba al frente del navío infante don Pelayo salvó del apresamiento de las fuerzas británicas.
Una carrera militar que comenzó en la marina, "como era tradición en la familia" y en la que pronto despuntó por su gran valor. Era sobrino de otro capitán general de la Armada, Antonio Valdés.
Pero tras la derrota en Trafalgar, hundiéndose su barco a escasos metros del Castillo de Santa Catalina de El Puerto, "quedó tan exhausto que siguió en el ejército de tierra". Y continuó en la Guerra de la Independencia.
Una vez vencido el ejército napoleónico, Fernando VII vuelve a ocupar el trono, reimplantando el absolutismo, y enviándolo preso a Alicante. Vuelven a nombrarlo general del mar en el Trienio Liberal, hasta que regresa el rey a Cádiz, y finalmente fue salvado por Angulema con la deportación a Londres,"donde fueron muy bien tratados". Y volvió a San Fernando en 1833, muriendo en 1836. Unos años más tarde fue enterrado en el Panteón de Marinos Ilustres.