Jordán Bruno Genta
Primero años
Bruno Genta nació el 2 de octubre de 1909, festividad de los Santos Ángeles Custodios. Pero la familia
en cuyo seno vio la luz estaba muy lejos de asociar dicha festividad
con el nacimiento de su segundo hijo varón. En efecto, el padre, Carlos
Luís Genta, era un ateo empedernido, anarquista
más por modalidad que por ideología, anticlerical impenitente.
Admirador de cuanto heresiarca famoso registraban sus conocimientos de
historia, le impuso a su hijo el nombre de Jordán Bruno, en homenaje a
Giordano Bruno, el monje herético que acabó sus días en la hoguera.
Huelga decir que ni Jordán Bruno ni sus otros dos hermanos recibieron el
bautismo. Este llegaría bastante más tarde cuando, ya adultos, cada uno
pudo bautizarse según diversas circunstancias y por caminos distintos.
De la madre, Doña Carolina Coli, no tenemos demasiados datos.
Sabemos, sí, que era una mujer de singular belleza, muy enferma y que
murió joven a causa de una enfermedad del corazón. Buscando un clima más
benévolo para la salud de la madre, la familia se trasladó a Mar del
Plata. Pero el mal era, por entonces, incurable y el final previsible no
tardó en llegar. Jordán Bruno contaba sólo trece años a la muerte de su
madre.
Carlos Luís era el dueño de una pastelería que funcionaba en la
misma casa de la familia, en la calle Malabia, del barrio de Palermo, en
la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires. En algún colegio de esa zona
hizo Jordán sus estudios primarios. La Escuela Secundaria, en cambio, la
cursó en el Colegio Nacional Mariano Moreno, célebre por la proverbial
rebeldía de sus alumnos. Allí tuvo como celador alumno (lo adelantaba en
un año) al que, con el tiempo, sería Presidente de la Nación, Arturo Frondizi.
Durante los años del Secundario lejos estuvo de ser un estudiante
metódico y disciplinado. Sobresaliente en todo conocimiento que le
interesara, se sentía subyugado por lo grande y lo distinto. Así admiró a
su profesor de Literatura, Baldomero Fernández Moreno, que le
transmitió muy poca información libresca pero le hizo amar la poesía y
contemplar la belleza. No siendo su vocación las letras, sin embargo el
poeta fue el profesor que más lo marcó en esta etapa. Díscolo y
brillante fue líder en su grupo. Solía hacerse frecuentes "rabonas" para ir a jugar al billar o al fútbol.
Un año en el que el Rector acortó el límite de faltas, tuvo que rendir
todas las materias. El Mariano Moreno era un colegio revoltoso, como
dijimos; y Genta era revoltoso y, en ocasiones, lideraba las "revueltas".
El estudiante universitario
Al finalizar los estudios secundarios, ya asomaban en Genta los rasgos de su carácter: una inteligencia poderosa, una pasión inflamada y una fuerza de liderazgo que cautivaba a quienes se acercaban a él. Por aquella época lo atraían tanto el ideario marxista cuanto su praxis. Así ingresa en la entonces Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Estamos alrededor de los años 1926, 1927.
El estudiante universitario
Al finalizar los estudios secundarios, ya asomaban en Genta los rasgos de su carácter: una inteligencia poderosa, una pasión inflamada y una fuerza de liderazgo que cautivaba a quienes se acercaban a él. Por aquella época lo atraían tanto el ideario marxista cuanto su praxis. Así ingresa en la entonces Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Estamos alrededor de los años 1926, 1927.
Por aquel entonces, en la Facultad de Filosofía, la enseñanza oficial se ajustaba estrictamente a los cánones del positivismo
científico más radical. Sin embargo, comenzaban también los
cuestionamientos al positivismo. Las figuras de Coriolano Alberini y
Alejandro Korn, se elevaban sobre la chatura de una vida académica
adocenada. Alberini, sobre todo, tuvo una decisiva influencia en la
formación intelectual de Genta. El escéptico Alberini fue, aún sin
saberlo, el magnífico y providencial instrumento de la gracia que
sacaría a Genta del marxismo iniciando, así, el camino de su transformación intelectual.
Fue en esta época que Genta conoció a una condiscípula, María
Lilia Losada, joven estudiante, hija de una familia española tradicional
y católica, de quien se enamoró perdidamente y para siempre. Al
finalizar los estudios de grado, se casaron, en Buenos Aires, el 15 de
febrero de 1934, en condiciones más que precarias pues él, enfermo de
tuberculosis avanzada, se vio forzado a retirarse a las sierras de
Córdoba (único remedio por entonces conocido para tan grave mal) y ella,
abandonados sus estudios, lo siguió dispuesta a sostener la nueva casa
con el magro sueldo de maestra rural.
El retiro serrano. El descubrimiento de la Filosofía Clásica. El primer magisterio
El retiro serrano. El descubrimiento de la Filosofía Clásica. El primer magisterio
Después de un breve paso por La Calera, el matrimonio se instala en una casa en la localidad de Bialet Massé. Precisamente allí y en Cosquín funcionaban por aquel entonces los hospitales para enfermos tuberculosos.
Poco más de un año duró este retiro serrano. Fue un tiempo
decisivo en la vida de Genta. Durante el largo y obligado reposo se
sumergió en la lectura de los clásicos, especialmente, Platón y
Aristóteles. Huelga aclarar que en aquella Universidad de su primera
formación, ambos filósofos eran desconocidos e ignorados: la filosofía,
en el mejor de los casos, comenzaba con Kant.
A la vez que su salud se restablecía, las lecturas le abrían,
paulatinamente, un universo desconocido y fascinante. Crece su
entusiasmo. Poco a poco, casi imperceptiblemente, se va operando en él
una extraordinaria conversión intelectual. Restablecido por completo,
hacia principios de 1935, marcha a Paraná donde inicia su carrera
docente en la Universidad Nacional del Litoral y en el Instituto
Nacional del Profesorado de Paraná. Dicta allí las cátedras de Lógica y
Epistemología, Crítica del Conocimiento, Sociología y Metafísica (todas
ellas ganadas por concurso de oposición y antecedentes). De esta época
son los primeros trabajos: Sentido y crisis del cartesianismo (1937),
Los problemas fundamentales de la Filosofía(1938), Sociología Política
(1940), Curso de Psicología (1940), La sociología y la política en Hegel
(1941).
En todos ellos resalta lo que podemos llamar un pathos
metafísico, una vehemente y robusta reivindicación de la Metafísica. Es
en estos años que lee la obra del filósofo francés Jacques Maritain,
Distinguir para unir o los Grados del Saber, a la que dedica un
comentario bibliográfico en el que puede leerse: "En esta obra
actualísima culmina un movimiento renovador y se retoma el hilo de la
meditación rectora de Occidente, ya dos veces consumada en Aristóteles y
en Santo Tomás. El vigor perenne de la filosofía realista se evidencia,
tanto en su fuerza asimiladora y progresiva, cuanto en su resistencia
victoriosa a todas las negaciones del idealismo y del materialismo"
(Maritain y la rehabilitación de la inteligencia, copia fotostática sin
mención de fuente ni fecha; circa 1939). El camino hacia el pleno
encuentro con el Doctor Angélico ya se ha iniciado y no tendrá, de ahora
en adelante, pausa alguna.
La Fe y la Patria
La Fe y la Patria
Junto con esta notable transformación intelectual, que en Genta se
cumple por una vía estrictamente filosófica, se va preparando otra
transformación, que vendrá después, más ésta de carácter sobrenatural
porque tiene que ver, directamente, con la obra de la gracia. Es en
Paraná, en efecto, donde se producirán dos encuentros fundamentales.
Primero, el encuentro con la verdadera historia argentina gracias a la
lectura de los autores revisionistas cuyas obras conoce en la biblioteca
del que fue su eminente y dilecto amigo de esta época, el Dr. Álvarez
Prado. Junto con estas lecturas y sus descubrimientos históricos, se va
perfilando su opción política fuertemente identificada con las
expresiones más relevantes del Nacionalismo
Argentino que desde las primeras décadas del siglo XX venía ejerciendo
una creciente presencia en la vida política nacional bajo la influencia
de los acontecimientos europeos.
Pero al encuentro con la Patria y el Nacionalismo
va a suceder el otro encuentro, el de la Fe. Es el mismo Álvarez Prado,
a la sazón Profesor del Seminario Diocesano, quien lo pone en contacto
con singulares personalidades del clero católico
local, con lo que dará comienzo el largo proceso de conversión
religiosa. Son años fecundos, de progresiva maduración intelectual,
política y religiosa: en 1940 recibe el Bautismo; y en el mismo día, su
esposa y él, hacen su matrimonio por la Iglesia.
Pero son, también, aquellos, años decisivos, grávidos de
acontecimientos internacionales que repercuten fuertemente en nuestro
país. La Guerra Civil Española, la Segunda Guerra Mundial,
después, van condicionado la política nacional. La oposición entre los
partidarios de la entrada argentina en la guerra y los que se oponen a
ella, en pro de la neutralidad, tensiona de tal manera la política
interna que la estabilidad del gobierno constitucional entra
progresivamente en crisis. La salida militar aparece en el horizonte. En
estas circunstancias inicia Genta una relación estrecha con las Fuerzas
Armadas. En 1941 pronuncia, en el Círculo Militar de Buenos Aires, una
célebre conferencia, La formación de la inteligencia ético-política del
militar argentino, verdadera pieza antológica de una educación castrense
centrada en las virtudes heroicas y en la imitación de los grandes
arquetipos guerreros. En 1943, ya producido el movimiento revolucionario
del 4 de junio de ese año, vuelve a disertar en la misma tribuna, esta
vez con una conferencia sobre La función militar en la existencia de la
libertad, que reafirma la misma línea doctrinal de la anterior. La
educación militar fue una preocupación constante de Genta: sin duda,
ella tiene en estas dos piezas oratorias, su punto de partida.
El Gobierno instalado a raíz del antedicho movimiento militar lo
designa Rector Interventor en la Universidad Nacional del Litoral. Su
gestión fue breve y estuvo signada por grandes conflictos y duros
enfrentamientos con los grupos más radicalizados de la izquierda
universitaria. Quedan, como testimonios de este paso por la función
pública, una serie de escritos, recogidos, después, en un volumen,
Acerca de la libertad de enseñar y de la enseñanza de la libertad (1945)
donde se contienen las grandes líneas del pensamiento pedagógico de
Genta.
Retorno a Buenos Aires. Ostracismo y segundo magisterio
Retorno a Buenos Aires. Ostracismo y segundo magisterio
Al cesar en su cargo de Rector Interventor de la Universidad Nacional del Litoral, en mayo de 1944, Genta clausura el ciclo iniciado en 1935 al que hemos denominado su primer magisterio. En esa fecha se traslada a Buenos Aires donde asume el Rectorado del Instituto del Profesorado Secundario, el 6 de junio de 1944. En la ocasión pronuncia un discurso, Misión del Profesorado Argentino, otra notable pieza en la que señala la urgente necesidad de restaurar la inteligencia de los docentes argentinos, afirmándola en el cultivo de la sabiduría perenne. En agosto de ese mismo año inaugura la Escuela Superior del Magisterio, tal vez la más importante de sus realizaciones pedagógicas.
Pero los acontecimientos políticos no son favorables para Genta. Su enfrentamiento con el Gobierno militar, especialmente con Perón
que desde hacía tiempo venía manejando con habilidad los hilos del
poder, se acentúa de manera vertiginosa. El 2 de abril de 1945, al
inaugurar el año lectivo del Instituto, un grupo de provocadores, al
servicio del gobierno, intenta interrumpir el acto académico. Si bien no
logra su propósito, el objetivo central está logrado: apartar a Genta
de todo cargo oficial. En mayo de ese mismo año el Gobierno dispone, por
decreto, la cesantía de todos los cargos docentes. Se inicia, de este
modo, un largo ostracismo que, con algunas variantes, se mantendrá hasta
la muerte.
Pero curiosamente, es en este ostracismo donde Genta va a cumplir
su segundo magisterio cuya fecundidad y riqueza admiran. Tras un
fracasado intento de fundar una Universidad privada, la Universidad
Libre Argentina,
se recluye en su casa donde funda una Cátedra Privada de Filosofía. La
lección inaugural de esta Cátedra, dictada el 15 de abril de 1946, lleva
por título Rehabilitación de la inteligencia. A esta época corresponden
sus obras más maduras y meditadas: El filósofo y los sofistas, La Idea y
las ideologías, que recogen los cursos sobre Platón (tres años); siguen
los Cursos sobre San Agustín
(tres años), recogidos en varios escritos no publicados; finalmente, la
Lectio, sine die, de Tomás de Aquino. No son ajenas a este período
algunas publicaciones históricas: La Masonería en la historia Argentina (1949), Correspondencia entre San Martín y Rosas
(1950), San Martín, doctrinario de la política de Rosas (1950) y otros
escritos y opúsculos de diversa temática. En 1950 funda el periódico
Vita Militaris, de franca oposición al Gobierno, del que sólo se editan
ocho números. Producida la Revolución Libertadora, en 1955, funda otro periódico, Combate, cuyas ediciones cesaron en 1967.
Durante este segundo período de su magisterio se va completando
su conversión religiosa. En 1952 recibe, por vez primera, la Eucaristía
sellando, así, su encuentro personal, definitivo, con Jesucristo por
cuya Gloria y Reinado batallará y vivirá hasta el último día.
En sus obras, Genta promovía la jerarquización del saber y la promoción de los estudios técnicos en el marco de la metafísica de la filosofía tradicional aristotélico-tomista y el espíritu católico. En el marco de esta jerarquización del saber, los estudios técnicos debían estar al alcance del conjunto de la población, al igual que la cultura humanística de orientación católica.
La Guerra Revolucionaria. El último magisterio
En sus obras, Genta promovía la jerarquización del saber y la promoción de los estudios técnicos en el marco de la metafísica de la filosofía tradicional aristotélico-tomista y el espíritu católico. En el marco de esta jerarquización del saber, los estudios técnicos debían estar al alcance del conjunto de la población, al igual que la cultura humanística de orientación católica.
La Guerra Revolucionaria. El último magisterio
Al iniciarse la década de los años sesenta aparece en la escena política argentina un fenómeno singular, la Guerra Revolucionaria,
fenómeno convulso y sangriento que se extenderá por espacio de casi
veinte años. Este acontecimiento imprime un giro en la vida y en la obra
de Jordán B. Genta.
Hemos visto de qué modo la Fe y la Patria
se hicieron en Genta un solo amor desde el comienzo mismo de su
conversión. Toda su tarea filosófica estuvo, desde siempre, unida
indisolublemente al compromiso, militante, por la Argentina. Fue un
filósofo en el más estricto y propio sentido del término, y fue, por
sobre todo, un filósofo cristiano; su periplo intelectual, lo hemos
visto, testimonia el itinerario intelectual de una mente filosófica que
busca la verdad hasta llegar, por último, a la Verdad Encarnada. Pero
por imperio de las circunstancias, movido por un ejercicio poco usual de
la virtud del patriotismo,
abandonando en cierto modo la tranquilidad de la vida académica, no
tuvo reparos en descender a la arena política toda vez que la Patria se lo reclamara. A decir verdad, este reclamo de la Patria
-al que respondió con singular solicitud por su salvación y por su
supervivencia- se acentuó y se hizo dominante en los años de este tercer
período de su magisterio.
Por cierto, nunca abandonó la vida contemplativa; por el
contrario, ella se fue acentuando y enriqueciendo porque la acción
política de Genta se nutrió, siempre, de la contemplación. En este
sentido fue la suya un modelo de vida mixta, en todo conforme a la
enseñanza del Doctor Angélico. Pues bien; hay en este magisterio último
una preocupación central por el comunismo, inspirador y ejecutor de la Guerra Revolucionaria. Fruto de esta preocupación es su importante obra Libre examen y comunismo (1960) donde analiza, en su raíz teológica, el fenómeno comunista: "el comunismo marxista -escribe- se reduce a una cuestión religiosa fundamental".
A medida que la guerra subversiva se intensifica, Genta advierte la
necesidad de preparar, espiritual y doctrinariamente, a quienes son, por
naturaleza, los guardianes de la Ciudad asediada. Las Fuerzas Armadas. A
ellas van dedicados, de un modo casi exclusivo, los esfuerzos de este
magisterio final.
En 1964 ve la luz Guerra Contrarrevolucionaria (cuya redacción
original en fascículos data de 1962), texto de formación política
destinado a los cuadros de la Fuerza Aérea, primero, y a las otras
armas, después. Al año siguiente, 1965, agotada rápidamente la primera,
aparece la segunda edición. Al mismo tiempo se multiplican los artículos
periodísticos cuyo número supera el centenar. En 1969 publica una
Edición crítica del Manifiesto Comunista.
Siguen Seguridad y desarrollo (1970), Principios de la Política (1970),
la tercera edición de Guerra Contrarrevolucionaria (1971), El Nacionalismo
argentino (1972) y, su último libro, Opción política del cristiano
(1973). Son escritos de urgencia, redactados al correr de la pluma, con
citas de memoria (era ésta prodigiosa), respondiendo al pedido
apremiante de grupos civiles y militares, especialmente destinados a las
Fuerzas Armadas pues Genta advertía, muy lúcida y claramente, que sobre
éstas recaería el peso principal de la Guerra Contrarrevolucionaria.
Súmese, además, una actividad ininterrumpida de conferencista y los
viajes continuos por el interior de la República; todo ello sin
descuidar, desde luego, los cursos de filosofía que dictó hasta pocos
días antes de su muerte.
Últimas lecciones y muerte
Últimas lecciones y muerte
En el año 1974 se celebró el VII Centenario de la muerte de Santo Tomás. Fue ese uno de los años más trágicos de la historia argentina contemporánea. Un país en llamas. Sangre y fuego por doquier. Los asesinatos y los atentados terroristas eran cosas cotidianas. Comenzaron, entonces, para Genta las amenazas de muerte. Pero nada detuvo su actividad. Siguió enseñando y se preparó para contribuir a la celebración del Centenario del Angélico. En agosto de ese año viaja a la ciudad de Córdoba donde dicta una conferencia sobre Santo Tomás y la realidad nacional.
El clima político se torna, en los meses siguientes, cada vez más grave; las amenazas se intensifican: son "puntuales",
cada semana. El 26 de octubre, dicta su última conferencia. Exalta la
vida contemplativa. Reivindica el sentido egregio y originario de la
Universidad como el lugar propio de la inteligencia. Elogia la grandeza
de los siglos cristianos. Evoca la Argentina heroica de la Confederación. Y concluye con estas palabras que son su testamento: "Lo que necesita un pueblo es Teología y Metafísica".
A la mañana siguiente, último domingo de octubre, antigua
Festividad de Cristo Rey, sale de su casa camino a misa. Un comando
guerrillero lo mata de once balazos frente a su familia, acribillado de once balazos por un guerrillero apoyado por otros que se desplazaban en un vehículo.
En el momento de su asesinato se desempeñaba como regente del Instituto de Enseñanza Privada Santa Rita. La organización guerrillera Ejército Revolucionario del Pueblo-22 de Agosto -fracción escindida en 1973 del Comité Militar de la Capital Federal del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)- se atribuyó la responsabilidad del asesinato. Cayó sobre el asfalto haciendo la señal de la Cruz.
Obras
http://es.metapedia.org
www.wikipedia.org
En el momento de su asesinato se desempeñaba como regente del Instituto de Enseñanza Privada Santa Rita. La organización guerrillera Ejército Revolucionario del Pueblo-22 de Agosto -fracción escindida en 1973 del Comité Militar de la Capital Federal del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP)- se atribuyó la responsabilidad del asesinato. Cayó sobre el asfalto haciendo la señal de la Cruz.
Obras
- Acerca de la libertad de enseñar y de la enseñanza de la libertad (1945)
- La idea y las ideologías (1949)
- Libre examen y comunismo (1961)
- Guerra contrarrevolucionaria (1964)
- Edición crítica del «Manifiesto comunista» (1969)
- Testamento político (editado en 1984)
- El Filósofo y los sofistas (editado 1949
- Principios de politica (editado en 1970)
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www.wikipedia.org