El hogar de Lope de Vega, testigo del Siglo de Oro español


“Mi casilla, mi inquietud, mi güertecillo y estudio”. De esta manera define Félix Lope de Vega su casa en una carta dirigida a un amigo. Visitarla es viajar al Madrid de otra época a través del arte, la literatura y la historia.
La casa-museo está situada cerca de la famosa calle madrileña Huertas. Exactamente en la calle Cervantes, donde Lope pasó sus últimos 25 años de existencia.
La exposición juega con el nombre Es Lope por ser una expresión utilizada en la época para designar aquello que era muy bueno y de gran calidad. La muestra permite acceder a una información que pone contacto con los más variados aspectos de la vida y obra del autor.

Esta visión histórica del mundo de las letras de los siglos XVI y XVII se puede disfrutar gracias a los fondos que han prestado el Archivo Histórico de Protocolos, la Biblioteca Regional de la Comunidad de Madrid, la RAE, el Museo Nacional de Teatro, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la propia Casa Museo Lope de Vega.

La exposición acerca a los visitantes a conocer una de las figuras más prolíficas e interesantes del Siglo de Oro español, a través de los manuscritos que le dan a conocer y le otorgan la fama.

Una vida a la altura del “Fénix de los Ingenios”



El Fénix de los Ingeniosapodado así por declarar el mismo haber escrito 1.500 obras, aunque realmente se conservan 500 y solamente 314 están plenamente confirmadas como obras suyas. Tuvo una vida polémica, incluso alejada de las normas y de la moralidad que detentaba la España de la época. El autor en el año 1610 se trasladó definitivamente a Madrid y adquirió esta casa (actual casa-museo de Lope) por 9.000 reales. En esta casa el escritor vivió hasta su muerte.

Además de escritor, por lo que es reconocido mundialmente, en su vida se dedicó a otras facetas como la de ser militar, secretario confidente o sacerdote. Esta última tras la muerte de su segunda esposa.

Lope también es conocido por su intensa vida sentimental. Estuvo casado dos veces (Isabel de Urbina y con Juana de Guardo) y mantuvo relaciones con numerosas mujeres, como es el caso de Micaela Luján, con la que llegó a tener cinco hijos. Lope de Vega murió en Madrid en 1635, a los 73 años de edad, y fue enterrado en la iglesia de San Sebastián, en la actual calle Atocha.

La Casa Museo se ubica en el edificio donde Lope vivió sus últimos 25 años de vida. Se inicia en 1929, en el inmueble que durante tres siglos había mantenido su uso como vivienda. La Real Academia Española se encargó de su restauración. En 1935, coincidiendo con el tercer centenario del escritor, se declaró Monumento Artístico y se abrió para el público.

Las referencias que se utilizaron para dotar al museo de objetos personales, mobiliario y obras de arte fueron sacadas del inventario de los bienes y el testamento de 1627 de Lope, el legado de su hija Antonia Clara y documentación histórica.

Desde 2007, la Comunidad de Madrid asume la gestión de la Casa Museo, después de la firma de un convenio entre la misma y la Real Academia Española en el año 1990.

La casa está situada en la antigua Calle de Francos, actualmente calle Cervantes, denominada así por la gran cantidad de inmigrantes franceses que se habían trasladado a vivir a esa vía en busca de una oportunidad económica, ya que recientemente, Felipe II trasladó la capital de su reino a Madrid.
  Emplazada en pleno Barrio de la Letras, a escasos metros del célebre “mentidero de representantes” donde se reunían dramaturgos, actores y poetas

Mi güertecillo


Un zaguán da acceso a los visitantes de la casa al jardín, el “güertecillo” de Lope. Un pequeño oasis de paz en pleno centro de Madrid. En él se encuentra un pequeño jardín el cual todavía conserva con su pozo original.  Al entrar a este oasis se involucra inmediatamente en un remanso de paz y, por un momento, se puede olvidar de que a apenas diez metros existe un mundo lleno de algarabías.
Subiendo las escaleras a la planta primera se encuentra el pequeño oratorio donde Lope, después de ser ordenado sacerdote, empezó a celebrar misa diaria. Presidido por un retablo del siglo XVII con una imagen de San Isidro, patrón de Madrid. Pinturas religiosas, ropas de culto y demás objetos con carácter espiritual completan este lugar.

El mayor testigo de la obra de Lope


La siguiente parada es el estudio, la parte más grande de la casa. Fue el mejor testigo de su gran obra literaria y al entrar no es difícil imaginarse al “Fénix de los Ingenios”  sentado en esa silla de brazos, escribiendo en la sólida mesa castellana rodeada de enormes tapices. Cortinajes usados para combatir el frio, puesto que la casa está levantada sobre un arroyo y la humedad en aquella época era notoria. 

El estudio también alberga un importante patrimonio bibliográfico del S. XVII otorgado por la Biblioteca Nacional, además de importantes pinturas procedentes del Convento de las Trinitarias y del Museo del Prado.

Después de visitar el rincón de la casa donde Lope de Vega creaba sus obras de arte se sitúa el estrado, estancia característica del Sigo de Oro que tiene su origen en Oriente. Desde el S. XVI tiende a ser un espacio exclusivamente para las mujeres, reservando este lugar para sus labores de tertulia, oración, lectura o aguja.

Pero este sitio tiene una característica especial. Es la primera habitación de la casa que contiene un espejo. Un cristal que no refleja claramente el rostro sino que lo distorsiona, ya que esta no era su función. El principal destino de los espejos en esa etapa de la historia era aparentar un estatus social. Tener un espejo en una casa significaba que la familia tenía gran poder adquisitivo, puesto que los espejos estaban fabricados con materiales bastante inaccesibles económicamente para la mayoría de los españoles del siglo XVI. La otra función era la iluminación, debido a esa distorsión en el reflejo se podía iluminar toda la estancia con un simple candelabro.

La intimidad de Lope


La alcoba, donde murió Lope, es la habitación más pequeña de la casa y sin gran ornamento, pero a su vez la más íntima de todo el hogar. Delante de la alcoba de Lope se encontraba una ventana. Una claraboya que tenía una gran significación para él. En sus últimos años de vida, cuando Lope ya era un anciano, desde su alcoba y a través de esa ventana podía seguir la misa de su oratorio ya que tenía una visión directa hacia San Isidro.

Otra de las curiosidades que esconde el dormitorio es el tamaño de la cama. Pequeño, dejando imposible estirar el cuerpo humano. La postura más popular que tenían para dormir en el Siglo de Oro no era otra que encorvada, principalmente debido a dos motivos: el primero a que en aquellos tiempos dormir estirado no estaba bien visto, ya que recordaba a la muerte, y el otro es por la comida. Los alimentos que ingerían muchas veces estaban en mal estado e, incluso, putrefactos. Por esta razón, en aquel periodo, el dolor de barriga era más común e intenso que en la actualidad. Al dormir de esta forma aliviaban el dolor en las frías noches.

La visita continua en el comedor, donde se encuentra un mobiliario característico de cocina, bodegones flamencos y cerámicas. Esa misma cerámica que las mujeres de aquel tiempo se tragaban para así tener anemia y conseguir esa palidez en la tez que les hacía estar a la moda y representaba un estatus social alto. Puesto que, al contrario de lo que piensa mucha gente, esa palidez no la conseguían solamente maquilándose, sino que igualmente se lograba ingiriendo cerámica.

Aquí alojó al Capitán Contreras
La habitación de sus hijas, Feliciana y Antonia Clara, completan las estancias de la planta principal. En la segunda planta, abuhardillada, se recrea el cuarto de huéspedes. Aposento en el que durante tres meses estuvo instalado el Capitán Conteras, personaje en el cual Pérez-Reverte se inspiró para crear al Capitán Alatriste.

Para terminar el recorrido se sitúa el habitáculo del servicio y la alcoba de sus hijos varones, Lope Félix y Carlos Félix. En esta última, se encuentra una cuna de madera, provista de una pequeña almohada que contiene un misterioso collar. Sin olvidar que en las costumbres paganas el collar se lo ponían a los bebes para ahuyentar a malos espíritus.

La Casa Museo de Lope de Vega es un lugar de Madrid poco conocido y que todo el mundo debería visitar. Paraje donde respirar arte, historia y literatura. En definitiva, testigo gráfico de la etapa más gloriosa del arte español.

Antonio Villares Villa

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