¿Qué obra habría escrito James Joyce de no haber muerto
hace el 13 de enero de 1941? Sus dos últimas novelas
desafiaron los límites de la literatura: “Ulysses” (1922), una
monumental novela de casi mil páginas que narra sólo un día en la vida
de Leopold Bloom, y en donde el autor propone una certera antología de
recursos narrativos, un tiro de paso para cualquiera que pretenda
dedicarse a la literatura. Y “Finnegans Wake” (1939), una novela
ciertamente más breve, pero tan onírica y con un lenguaje nutrido de más
de medio centenar de idiomas de todo el mundo: un texto plagado de
juegos de palabras, referencias culturales y populares, a veces casi
imposibles de rastrear… todas estas características que le han granjeado
los adjetivos de ilegible, intraducible y otros motes que espantan a
los lectores. ¿Cuál habría sido su siguiente proyecto literario? ¿Se
podía llegar más lejos?
Nacido en Dublín el 2 de febrero de
1882, James Augustine Aloysius Joyce recibió una formación jesuita,
latente en su posterior obra. Comenzó su carrera en las letras
publicando poesía, el volumen “Música de cámara” de 1907. Si bien sus
poemas son la región menos conocida de su producción literaria, la
poesía va intrínseca en su prosa: hay pasajes del “Ulysses” que resaltan
por su musicalidad, característica no siempre presente en las
traducciones. Sólo 20 años después de su debut volvió a publicar un
libro de versos: “Poemas manzana”, al que le siguió una recolección de
ambos títulos más otros poemas sueltos.
Sus versos parecen las
creaciones de un poeta que sólo busca recrear la belleza en la tradición
clásica, y no los escritos de un autor que revolucionó las letras, como
lo se muestra en sus cuentos y novelas. La excepción es “Gas from a
Burner”, un poema satírico y anecdótico en el que criticó al medio
literario de su país, y a Irlanda misma.
Joyce dejó su país de
origen en 1904, precisamente el año al que se remonta su “Ulysses”: lo
acompañó quien sería su pareja toda la vida, Nora Barnacle (de quien se
dice que nunca leyó la obra de Joyce). James advirtió una sociedad
cerrada, y él pintaba más para ser un cosmopolita de las letras, por
ello dejó la isla y se trasladó al Centro de Europa. Sobre su posterior
etapa en el exilio voluntario, el biógrafo John McCourt escribió “Los
años de esplendor. James Joyce en Trieste, 1904-1920” (publicado por el
FCE). A diferencia de otras biografías totalizadoras como el extenso
libro de Richard Ellmann, McCourt se ciñó a la parte más importante en
la vida de Joyce, creando un libro que casi se lee como una novela
misma.
Creación en movimiento
Moviéndose
entre Zurich y Trieste, es en ese lapso de 16 años cuando concretará
sus libros más importantes: la colección de cuentos “Dublineses”
(publicado en 1914, aunque lo que tenía listo desde 1905), la novela
breve “Retrato del artista adolescente” (1916), la obra de teatro
“Exiliados” (1918) y, por supuesto, el “Ulysses” (1922).
La
publicación de “Dublineses” fue otro de los motivos que Joyce retomaría
para el poema “Gas from a Burner”: rechazado por los editores numerosas
veces, luego de luchar contra la censura (editores le ofrecieron no
incluir todos los textos), el propio James asumió el costo de la
impresión de mil ejemplares: 999 de ellos fueron quemados y el autor
sólo pudo rescatar uno de ellos. En español la traducción de este libro
de cuentos es de Guillermo Cabrera Infante, escritor cubano con una
marcada influencia joyceana. Borges afirmó que el sólo libro de
“Dublineses” valía para inscribir a Joyce en la historia de la
literatura, por ser un cuentista fuera de serie, aunque nunca volvió a
publicar cuentos después de dicho libro.
“Retrato del artista
adolescente” fue la novela de formación: Joyce retrató a Stephen
Dedalus, un personaje en parte inspirado en él mismo. Es ahí donde
aparece la famosa frase que sintetiza su poética: “No serviré a aquello
en lo que no creo, sea mi hogar, mi patria o la iglesia: trataré de
expresarme en un modo de vida o de arte tan libre como pueda y con tanta
plenitud como lo logre. Usaré para mi defensa las únicas armas que me
permito utilizar: silencio, exilio y astucia”.
Con “Exiliados”,
Joyce ensayaría la creación de un personaje femenino más fuerte, que
terminaría delineando a Molly Bloom, la infiel esposa de Leopold,
protagonista de “Ulysses”. La obra de teatro también fue un homenaje a
Henrik Ibsen, dramaturgo noruego al que James Joyce admiraba desde
joven. Al igual que su libro en el género cuentístico, la obra de teatro
fue su única publicación teatral.
Luego de escribir
“Exiliados”, el irlandés se embarcaría en el proyecto literario que
consolidaría su fama. Antes de publicarse en formato de libro, capítulos
del “Ulysses” vieron la luz en publicaciones periódicas, creando
expectativa sobre su contenido. En Estados Unidos fue censurado, debido a
su prosa escatológica, erótica y vulgar, en opinión de sus detractores.
En 18 episodios, este espejo distorsionado de la “Odisea” de Homero
narra el 16 de junio de 1904, con el deambular del joven Stephen Dedalus
(personaje retomado del “Retrato…”), Leopold y Molly Bloom.
El pensamiento múltiple
La
fama mayor es la de la parte final, con el monólogo de Molly: un fluir
de consciencia que resulta en un largo capítulo casi sin divisiones, una
sola frase continua que evoca el pensamiento y las múltiples
divagaciones que tiene la protagonista. Pero antes de esta sección hay
mucho más: Joyce ensayó el propio fluir de consciencia de sus otros
personajes, además de crear una novela que engloba otros géneros: desde
el teatro (con el capítulo 15, bastante extenso y casi imposible de
representar), la ópera (capítulo 11) y hasta los orígenes del idioma
inglés (el 14). En este último, Joyce comienza a narrar en un inglés
antiguo (por ello resulta el más difícil, incluso en traducción), para
avanzar al inglés más medieval, el renacentista, el inglés que forjó
Shakespeare, el inglés literario del siglo XVIII, el inglés
decimonónico, hasta desembocar en el slang de Dublín de principios de
siglo.
Se podría seguir hablando del “Ulysses”… y es que con
este libro (como “El Quijote” o todo Shakespeare), ha generado una
bibliografía tan extensa, al grado de que se pueden llenar bibliotecas.
Ni hablar del “Finnegans Wake”, su último libro publicado un par de años
antes de morir: la novela es famosa por su complejidad, tanta que ha
sido calificada como intraducible (aunque actualmente en México el
traductor JD Victoria realiza su versión en español).
Resta
referir los libros póstumos de Joyce: “Giacomo Joyce”, un breve poema en
prosa que narra el encuentro de un profesor de inglés con su alumna
(Joyce fue profesor de inglés). También se publicó el primer borrador de
su novela “Retrato del artista adolescente”, titulado “Stephen Hero”,
la correspondencia y un cuento infantil que James narraba a sus hijos.
Pero
la duda siempre seguirá: Umberto Eco comenta en su libro sobre Joyce
que el autor parecía haber subvertido los límites de la técnica de la
novela con el “Ulysses”, pero que fueron rebasados en “Finnegans”, “más
allá de los umbrales de lo imaginable”, con un lenguaje y sus
posibilidades exploradas en su obra previa, pero llevadas “al límite de
ductilidad y comunicabilidad” en su última novela. El resultado fue el
“documento de inestabilidad formal y ambigüedad semántica más aterrador
del que jamás se haya tenido noticia”. Le tomó 17 años redactar ese
libro, su testamento literario, ¿qué seguía, a sus casi 59 años y al
borde de la ceguera? Nos queda una obra que puede leerse y releerse,
pues gracias a su riqueza y variedad sus libros son una inagotable
odisea.
La Estirpe
Pero Joyce no se hizo
solo: es heredero de una tradición literaria, de una forma de hacer
literatura que se remonta siglos atrás. Xavier de Maistre y su “Viaje
alrededor de mi habitación”; Laurence Sterne y su “Vida y opiniones del
caballero Tristram Shandy”, “El Quijote” de Cervantes y François
Rabelais con “Gargantúa y Pantagruel” son algunos de sus antecedentes.
¿Y los posteriores? Buena parte de la literatura del siglo XX se divide
entre los hijos putativos de Kafka, Proust y Joyce. Del irlandés podemos
nombrar a muchos escritores fuertemente influidos: en el ámbito hispano
están el mencionado Guillermo Cabrera Infante, Jesús Díaz, Julián Ríos,
Fernando del Paso y Salvador Elizondo.