'Pensando siempre en tí' , poemario de Ricardo Lezón

«Esta es la historia contada en poemas e imágenes de una ausencia muy presente y de un presente casi siempre ausente». La oración, incluida en el interior del poemario, define a las mil maravillas el estreno literario del hasta ahora sólo músico, compositor, guitarrista y cantante getxotarra Ricardo Lezón. «No me siento poeta, para nada. Y músico... un poquito», señala el autor de Extraña forma de vivir. Un libro en el que retozan a su libre albedrio los poemas del getxotarra y las sintéticas y un tanto naiff ilustraciones de Estibaliz Hernández de Miguel. «Soy autodidacta, no soy muy diestro con una guitarra en las manos de forma que no me atrevo a definirme ni como músico ni como poeta. Son dos palabras muy fuertes para mí. Los textos que escribo nunca los había imaginado como poemas; siempre los he identificado como canciones pero en esta ocasión no creo que puedan ser considerados siquiera poesías musicadas», apunta Lezón.
En cualquier caso, Extraña forma de vivir es el relato, a través de 25 poemas, de una historia de amor, desamor y vida, llena de melancolía, un monólogo interior con un halo de tristeza y extrema intensidad. El tiempo, los recuerdos, los caminos vitales que cada cual dibuja en su existencia.... bellas poesías que, aunque su ideólogo lo niegue, suenan a canciones. «Nunca me había planteado hacer un libro ni un poemario.
Un duro golpe sentimental en formato desamor me empujó a emigrar hasta Marbella pero el destino me resultó realmente duro. Es un sitio complicado para adaptarse o, al menos, a mí me pareció imposible conseguirlo así que me refugié en la escritura. Un ejercicio libre, totalmente personal y sin ninguna intención de que viera la luz», recuerda el getxotarra. «De hecho, los poemas no guardan ningún tipo de métrica ni siguen ningún tipo de regla, entre otras cosa, porque las desconozco y soy un desastre gramatical».
Así, Lezón se topó con el flanco medicinal de la rima al tiempo que vislumbraba una ténue luz al final del tunel emocional. «El proceso creativo lo entendí como una manera de no estar en el sitio en el que estaba, como un refugio personal e íntimo en el que no me importaba todo lo de alrededor tanto física como emocionalmente. Se trataba de escapar. Y escribir era lo más fácil. El grupo (en referencia a su banda, McEnroe) no estaba... así que lo ví claro: me fui huyendo de una catástrofe pasional y me sentía obligado a extraer algo bello de una historia que resultó muy fea».
El amor y el desamor, dos grandes clásicos como fuente de inspiración artística. La alegría y la tristeza enfrentadas en pos del estado ideal de creación. «Desde que escribo -aquí Lezón, en su vertiente musical, se retrotrae a su cancionero McEnroe- siempre me han definido como triste. Haga lo que haga. Y realmente, esta es la primera vez que escribo desde la rotura. Ni tan siquiera las canciones del primer disco, que coincidió con mi divorcio, son tristes. Así que esta es la primera vez pero, como de costumbre y como todo lo que hago, he escrito estos poemas para mí, para escaparme, para sentirme bien... y aunque suene muy manido es cierto: sacarlo al exterior, extraerme de dentro estas palabras, me ha ayudado. Y doy por hecho que, haga lo que haga, me van a catalogar de triste», reconoce con indisimulada resignación el getxotarra. El asunto le produce cierto escozor, así que insiste. «No hace gracia que te catalogen como lo que no eres. Yo se cómo y qué busco en los poemas. Toda mi vida he escuchado canciones de amor, de personas destrozadas, y nadie ha catalogado a sus autores como tristes».
En todo caso y estructurados según las cuatro estaciones del año, los poemas -que comparten con sus canciones una melancolía subterránea- «salen volando» para exorcizar el dolor del amor, de la relación rota y la ausencia del otro. «Es como estar siempre al borde de un acantilado, presto a gozar de él o sufrirlo con intensidad si se da un mal paso. El poemario prueba lo difícil que es salir de alguien a quien se ha querido y muestra los vaivenes del amante».
Con Kavafis, Bu-kowski, Cioran, Kundera, Auster, Cortazar, Murakami, Pavese y McCarthy (Cormac) como autores referenciales y de cabecera, Lezón reconoce que cuando abre un poemario, éste tiene que cumplir un primer e irrenunciable condicionamiento: «Su comprensión». Confiesa sin pudor su carácter hedonista, al menos en el plano literario. «Tanto la prosa como la poesía cuando no la entiendo me deja de interesar. No abro un libro para sufir, lo abro para disfrutar».
Lo que desconoce Lezón es cuánta y qué tipo de gente abrirá este Extraña forma de vivir con las más diversas intenciones. «Ni idea. Siento un pudor como nunca antes había sentido pero estoy contento de haber publicado este volumen. No sé si a los oyentes del grupo les dará por leerlo pero sí que he podido constatar que ha habido unos cuantos aficionados a la poesía que han descubierto el grupo gracias al libro. Es una sensación nueva, más personal y solitaria», reconoce con la inseguridad del debutante mientras confiesa algún que otro guiño editorial para continuar zambulléndose en un ambiente literario que, «me abruma y respeto mucho».
«Perdiendo el norte», mejor estreno del año, recauda 1,18 millones de euros

El cine español busca en 2015 un fenómeno como el de «Ocho apellidos vascos», que asegure la taquilla y los buenos datos del que fue el mejor año para los estrenos nacionales, el de 2014. La primera en intentar conseguirlo era «Perdiendo el norte» la comedia del director de «7 vidas», Nacho G. Velilla. Y lo ha conseguido, en parte.
De momento, la comedia sobre españoles emigrados a Alemania ha conseguido liderar la taquilla del fin de semana, por encima de las dospelículas de Hollywood que la comandaban hasta ahora, «Cincuenta sombras de Grey» y «El francotirador». Con 1,18 millones de euros se convierte en el mejor estreno nacional en lo que va de año y entra en el selecto grupo de películas que se hacen con la primera posición del ránking, normalmente reservado a cintas de Estados Unidos.
El pasado año, solo lo logró la citada «Ocho apellidos vascos», además de «El Niño» y «Torrente 5». Tres títulos que lograron, bien es cierto, un mejor arranque que la comedia que ahora protagonizan Blanca Suárez y Yon González. Dani Rovira y Clara Lago cosecharon en su primera semana 2,7 millones de euros, una cifra que luego fue creciendo hasta superar los cinco millones en su tercera semana.
Parece difícil que «Perdiendo el norte» pueda llegar a estas cifras, aunque ya se ha convertido en el primer éxito del cine español en 2015. Habrá que esperar hasta el Festival de Málaga para ver si títulos «Felices 140» o«Cómo sobrevivir a una despedida» alcanzan en abril cifras similares.