«El mirador de Rilke», de Carlos Rodrigo

«Relatos que son sueños» y viceversa, explica el autor sobre su nuevo libro


Quizá porque imagina que en ese mismo sitio se sentó Rilke aquella vez que llegó a Toledo, en esos 40 días en que el poeta austrohúngaro permaneció en la ciudad allá por 1912, ha bautizado su segundo libro como «El mirador de Rilke», y el arte del dibujante Pedro A. Iznaola ha sentado al famoso poeta en un banco cercano a la ribera del Tajo, junto al Puente de San Martín, en la portada

Un libro de relatos el del toledano Carlos Rodrigo, 40 años, técnico superior de la Administración regional, «que son sueños y sueños que son relatos, fruto de lecturas, escritores, conversaciones, paisajes, amigos, enemigos, obsesiones, disensiones, recuerdos e invenciones». Muchos de esos relatos los ha escrito su autor donde imagina paseando a Rilke, junto al río, cerca del Baño de la Cava de conocida leyenda, que él mismo gusta frecuentar para, incluso, escribir algo corto, algo que le inspire ese momento en contacto con la naturaleza.
Tras su primer y único poemario «Nubes y claros» (2012), Rodrigo se ha pasado al relato, quizá porque el sentido lírico puede extenderse algo, pero no más allá de un texto corto capaz de conservar, de mantener el tono poético. Se trata de casi 150 relatos distribuidos en

297 páginas y recuerda su autor que la primera vez que escribió uno fue cuando habitaba en un colegio mayor en sus tiempos de universitario en Madrid. Pues sí, estudiando Icade le entró el gusanillo de la literatura, algo a lo que le llevó el simple acto de la lectura: «me encanta leer, desde poesía, Rimbaud, Baudelaire..., a la literatura clásica española».
El libro está dividido en trece secciones, desde escritores, pintores o criaturas extraordinarias, a amores posibles e improbables, dioses diversos o diversos dioses, mujeres, despedidas, arquetipos...Por ejemplo, un relato está dedicado a Stevenson cuando éste sueña con su doble. Según una leyenda irlandesa, aquel que sueña con su doble, muere. Pero el doble de Stevenson se tira al río y desaparece, dejando al escritor condenado a la eternidad. De la misma manera, en el libro de Rodrigo sueñan Onetti, André y hasta «Rimbaudelaire». Le siguen las criaturas extraordinarias, seres inventados por el escritor y que adoptan las más diversas formas, hiposueño, vampiro, basiliscos, quimeras, arpías...
Sin olvidar el sitio toledano, con el sueño de Valeriano Bécquer, Sinecura, el fantasma de la catedral o la leyenda del ángel cuidador.
Carlos Rodrigo tiene ya «en mente» una novela. Aunque no quiere adelantar mucho, termina diciendo que la trama tiene lugar durante la I Guerra Mundial y que el protagonista es Cecilio Rodríguez Cuevas, el jardinero español del Parque del Retiro a quien estalla la contienda cuando viajaba por Europa en busca de semillas de flores. 
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