Eduardo Marquina
Eduardo Marquina Angulo (Barcelona, 21 de enero de 1879 - Nueva York, 21 de noviembre de 1946). El segundo de cinco hijos del matrimonio formado por Eduarda Angulo y el
aragonés afincado en Cataluña Luis Marquina y Dutú.
Marquina ha pasado a la historia literaria como la gran figura del drama histórico.De formación muy religiosa, estudió primero en las Escuelas
Católicas, después aprobó el bachillerato con los jesuitas antes de
acudir a la universidad para cursar Derecho y Filosofía en un corto
periplo universitario que abandonó tras el fallecimiento de sus
padres.Fue un periodista, poeta, novelista y dramaturgo ubicado en la
lírica modernista y neorromántica y en el drama histórico de corte
poético con loas heróicas, que unos han querido ver como nostalgia
patriota-imperial y otros como crítica.
En 1897 comienza a escribir en la revista modernista “Luz”, en donde
inició una amistad con Luis de Zulueta. Más tarde colabora en otra
publicación llamada “Barcelona Cómica” y en el periódico “La
Publicidad”.
En el año 1903 se casó con Mercedes Pichot, con quien tuvo a su hijo Luis. Tres años después se establece en Madrid.
De esta primera época poética destacan Odas (1900); La vendimia (1901); o
Églogas (1902). En teatro triunfa con Las hijas del Cid (1908), a la
que siguen Doña María la Brava (1909), la estupenda y conocida En
Flandes se ha puesto el sol (1910), y también El rey trovador (1912).
Escribe luego comedias en prosa de tema contemporáneo, como Cuando
florezcan los rosales (1913).
En su desarrollo ideológico partió de postulados izquierdistas para
ir abrazando con el tiempo corrientes más conservadoras, compartiendo
correspondencia y tertulia con los nombres más importantes de la
intelectualidad española de la época, fuese Miguel de Unamuno, Clarín, Benito Pérez Galdós, Juan Valera o Federico García Lorca.
Varias epístolas pueden encontrarse en “Correspondencia a Eduardo
Marquina”, libro de Andrés Amorós que recoge cartas a Marquina de
nombres clave de la literatura y el pensamiento del momento.
Su labor como novelista dejó publicado: “Adán y Eva En El Dancing”, “El Destino Cruel”,
“Un Caballero Desconocido”, “La Misa Azul”, “Almas Anónimas” o “Las Dos
Vidas”.
También fue un importante traductor de autores como Alejandro Dumas hijo, Victor Hugo, Charles Baudelaire, Eça de Queirós o Paul Verlaine.
Tuteló en Madrid al pintor Salvador Dalí, quien pudo ingresar en la Residencia de Estudiantes gracias a su mediación con Alberto Jiménez Fraud.
En el año 1927, y en la celebración de las bodas de plata de Alfonso XIII como rey, escribió una letra para el himno español.
En 1930 es elegido académico de la Real Academia Española sentándose en el sillón G.
Vuelve entonces al tema histórico, con El monje blanco (1930) y Teresa
de Jesús (1932), que fue la obra que más profunda huella dejó en él y
que se estrenó a los pocos días que Manuel Azaña pronunciara aquella
terrible frase de “España ha dejado de ser católica”. Marquina es
también autor de la primera letra oficial que tuvo el Himno Nacional, la
Marcha Real, por encargo de Alfonso XIII.
En España las cosas empeoran cada vez más desde el triunfo del Frente
Popular. Se comienzan a vivir horas dramáticas. El poeta dice que los
ideales por los que luchó toda su vida se ven acosados por una fuerza
difícil de contener. Recibe una oferta de Lola Membrives para ir a
Buenos Aires y estar presente en los estrenos de las obras que va a
interpretar la actriz. Acepta y se marcha junto a su esposa. En España
estalla el Alzamiento. Consigue reunir a toda la familia en Buenos Aires
y comienza a hacer propaganda a favor del Bando Nacional.
Estrena varias obras y Maruchi Fresno, de la compañía de Lola
Membrives, recita por Radio Excelsior de Buenos Aires el petitorio en
seis romances, con epílogo en prosa, Por el amor de España, de Eduardo
Marquina, que dedica a la obra de Los Legionarios Civiles de Franco, en
beneficio de los huérfanos de la Cruzada Española.
Un día, decide regresar a España. Antes del regreso concede una
entrevista en la que manifestó “…que la labor de la Falange en Buenos
Aires es magnífica” y que entre los hombres ilustres que trabajan en
América por “Nuestra Causa”, se encuentra Manuel García Morente, que se
ha ordenado Sacerdote.
Al llegar a España se traslada a Burgos y, posteriormente a Sevilla.
Mientras, su hijo Luis Marquina visita los frentes y realiza
documentales para el cine. Ya en Madrid, Marquina escribe un soneto para
la Corona de sonetos en honor a José Antonio. Es el primero de un
tríptico y el más conocido.
Después de un largo periplo por Hispanoamérica, siempre acompañado por
su hijo Luis, se traslada a Estados Unidos. Se dirige a Washington, y su
hijo, como hombre de cine, a Hollywood. Quedaron en verse en Nueva York
para embarcarse en el Marqués de Comillas rumbo a España. Por fin se
encuentran ambos, pero Eduardo Marquina sufre un ataque al corazón que
logra superar.
Esperan unos días al trasatlántico que se ha retrasado en La Habana,
pero sufre un nuevo ataque el 21 de noviembre de 1946 y fallece. Sus
restos regresan a España en el mismo barco que esperaba y es amortajado
con un hábito de franciscano y envuelto en las Bandera Nacional, como él
mismo había pedido a su hijo. Sus restos son inhumados en el Panteón de
Hombres Ilustres del cementerio de San Justo.
José Montero Alonso, especialista en su obra, escribió en los años 60 una biografía del autor.
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