William Morris y Ruskin. La industrialización y la utopía restauradora


La industrialización y la utopía restauradora. Comienzos de una teoría social del diseño en Ruskin y Morris


Las consecuencias sociales de la industrialización se hicieron patentes muy pronto, y particularmente en Inglaterra, como lo describe Engels en su estudio "La situación de la clase obrera en Inglaterra" (1844-45). Las inhumanas condiciones de existencia de una gran parte de la población, el ya entonces desfigurado medio ambiente y toda una serie de productos deformes o minusválidos, en abierto contraste con una riqueza expuesta representativamente, todo ello no fueron sino otros tantos factores que impulsaban ideas reformadoras y estimulaban la creación de movimientos sociales y estéticos, por mucho que sus concretas referencias sociales y estéticas no se desprendieran de la misma realidad social, sino más bien de concepciones idealistas y romantico-historicistas. Por regla general, en este contexto se mencionan juntamente los nombres de John Ruskin (1819-1900) y de William Morris (1834-1896), los cuales, sin embargo, no deben considerarse como los padres del diseño moderno. Ruskin no tuvo nada que ver con el diseño industrial, sino que, por el contrario, fue un enemigo declarado de todo tipo de producción mecánica; en cuanto a Morris sólo se le puede relacionar tangencialmente con el diseño.

Entre ambos cabe establecer la simple distancia que separa al teórico del práctico: Ruskin fue teórico del arte, filósofo, reformador social y escritor de considerable ascendente sobre su público; mientras que Morris puede considerarse como el fundador de una renovada artesanía artística; pero cabe señalar una diferencia más importante, aquella que distingue la radicalidad de sus respectivas concepciones sociales. 

"Morris aspiraba a un estado comunista; Ruskin, por el contrario, concebía un estado aristocrático organizado con cierto rigor"

Y, sin embargo, ambos deben considerarse como los fundadores de una teoría social del diseño. La influencia ejercida sobre los intelectuales de su época fue enorme en Ruskin, mientras que la importancia de Morris no se puso de manifiesto sino algo más tarde. 

"Durante casi cincuenta años el hecho de leer a Ruskin era considerado como la mejor prueba de que se tenía un alma. Tolstoi, Ghandi y Shaw le consideraron como uno de los mayores reformadores sociales de su tiempo".


Clark describe a Ruskin como un exquisito esteta que fue descubriendo progresivamente la injusticia social imperante y ofreció su palabra, sus bienes y su salud para combatirla. Sus concepciones esteticosociales se hallan en claro conflicto con la sociedad que le rodeaba y su carácter es netamente utópico. 

"El tipo de diseño de Morris sólo podría realizarse en el marco de una sociedad que fuera completamente diferente a cualquiera de las sociedades de la moderna civilización occidental." 

El objeto de la crítica de Ruskin lo constituyó la sociedad y el medio ambiente de la Inglaterra altamente industrializada, con todas sus secuelas sociales, la explotación del proletariado industrial por una parte, la inconmensurable riqueza social concentrada en las manos de un grupo reducido, por otra, y la general decadencia cultural que acompañaba a todo ello. Y fue este contexto el que le condujo finalmente a la creación de un modelo propio de reforma social y a su experimentación práctica en un campo limitado..

"Ruskin fue sin lugar a dudas el primero que comprendió la decadencia del arte y del gusto como signo de una crisis general de la cultura, y quien formuló, en fin, el principio, hoy todavía vigente, de que es preciso transfomar en primer lugar las condiciones vitales del hombre para poder despertar su sensibilidad a través de la belleza y su comprensión artística ... Finalmente, fue él quien anunció por vez primera la nueva de que el arte no era un privilegio de los artistas, los especialistas y los eruditos, sino que era propiedad y tributo de cada hombre. Y, sin embargo, Ruskin no fue nunca socialista, sino un auténtico demócrata."

Históricamente, las concepciones utópicas de Ruskin tienen una orientación retrospectiva, y así hace responsable a la técnica moderna de la situación social y la monstruosidad estética de su época. De ahí que el "Gothic revival" parezca adquirir con él una significación más amplia que la de un puro renacimiento de la tradición arquitectónica y artística del medioevo: en efecto, a partir de su estudio de las formas de producción medievales se desprende una dimensión que Ruskin comparte con el pensamiento marxista: 

"Ruskin explicaba la decadencia del arte a partir de la circunstancia de que en las modernas fábricas, con su sistema de producción mecanizado y su división del trabajo, se impedía una relación íntima del trabajador con su trabajo, una circunstancia que comportaba la desespiritualización del trabajo y la alienación del productor con respecto al producto creado por sus propias manos".

Hauser subraya la clara distancia que separa las concepciones de Ruskin de la crítica marxista: 

"En él, la lucha contra el industrialismo carecía de la fuerza de la crítica contra la proletarización de las masas, y se convirtió en un entusiasmo romántico por algo irrecuperable, a saber, el trabajo manual, la diligencia doméstica, el espíritu gremial, en una palabra, las formas de producción medievales".

El renacimiento de aquellas formas de producción debía garantizar, de acuerdo con las concepciones de Ruskin, unas condiciones de existencia mejores, así como salvar la indigencia cultural que había originado la producción industrial masiva de bienes de uso decorativos de calidad inferior. La manufactura medieval, de la que surgen sólidas formas a partir del trabajo manual y en las que se efectúa un trabajo humano digno, constituye, junto con la forma de circulación económica del simple trueque, el modelo de la utopía restauradora de Ruskin. Sin embargo, por su alejamiento de la realidad y las posibilidades sociales objetivas, esta utopía seguía siendo irrealizable y abstracta. 

Ella adquiere unos trazos más concretos en William Morris, aunque, por supuesto, sin aportar al trabajador industrial o a la sociedad en general aquellas ventajas que prometía Ruskin. En Morris sucede más bien que su tentativa de realizar personalmente una parte al menos de la utopía agudiza el conflicto entre el privilegio cultural y la realidad social. Pues lo que en definitivas cuentas resulta de todas estas concepciones no es una nueva forma del medio ambiente. ni un nuevo diseño industrial, sino una artesanía artística de elevada calidad, un diseño manual elitista destinado a los sectores privilegiados de la sociedad. Este es un modelo que subyace, hasta el Jugendstil y el Deutsches Werkbund, a todo lo que se ha seguido creando en el marco del kitsch industrial y a las hueras frases sobre la necesidad de prestigio social. Morris es, en este sentido, una figura clave para el desarrollo de una artesanía elitaria, pues invierte de hecho, al menos para sí mismo y sus clientes, lo que Ruskin había concebido. Con todo, no puede considerarse a Morris únicamente como un creador práctico. Al igual que Ruskin escribe una novela utópica y desarrolla una amplia actividad publicística a través de artículos y conferencias. Su evolución, desde el pintor prerrafaelista con conciencia estética "pura" hasta el luchador y reformador políticamente comprometido, nos hace pensar en el curso de la vida de Ruskin, con la diferencia de que en Morris se acucia marcadamente la conciencia de la problemática de su tiempo.

Ella adquiere unos trazos más concretos en William Morris, aunque, por supuesto, sin aportar al trabajador industrial o a la sociedad en general aquellas ventajas que prometía Ruskin. En Morris sucede más bien que su tentativa de realizar personalmente una parte al menos de la utopía agudiza el conflicto entre el privilegio cultural y la realidad social. Pues lo que en definitivas cuentas resulta de todas estas concepciones no es una nueva forma del medio ambiente. ni un nuevo diseño industrial, sino una artesanía artística de elevada calidad, un diseño manual elitista destinado a los sectores privilegiados de la sociedad. Este es un modelo que subyace, hasta el Jugendstil y el Deutsches Werkbund, a todo lo que se ha seguido creando en el marco del kitsch industrial y a las hueras frases sobre la necesidad de prestigio social. Morris es, en este sentido, una figura clave para el desarrollo de una artesanía elitaria, pues invierte de hecho, al menos para sí mismo y sus clientes, lo que Ruskin había concebido. Con todo, no puede considerarse a Morris únicamente como un creador práctico. Al igual que Ruskin escribe una novela utópica y desarrolla una amplia actividad publicística a través de artículos y conferencias. Su evolución, desde el pintor prerrafaelista con conciencia estética "pura" hasta el luchador y reformador políticamente comprometido, nos hace pensar en el curso de la vida de Ruskin, con la diferencia de que en Morris se acucia marcadamente la conciencia de la problemática de su tiempo. 

Es cierto que Morris comparte los mismos prejuicios contra la producción industrial: toda producción mecánica resulta deplorable cuando se tienen en cuenta las condiciones vitales que ella comporta. Sin embargo, Morris relativiza su posición a este respecto, llegando a una visión de los problemas políticos y sociales más sobria que la de Ruskin. Si se conocieran mejor sus escritos políticos, Morris caería en aquella ambigüedad en la que tan fácilmente se recluyen algunas formulaciones de la actual teoría social del diseño. 

"Cuando se tenía que definir políticamente, Morris se llamaba comunista."

En algunos momentos parece importarle más "hacer socialistas" que producir arte; comprende claramente la ausencia de toda perspectiva para las tentativas de mejorar el arte y el "gusto" sin transformar a su vez el conjunto de la sociedad. Su crítica de las relaciones sociales en que se encuentra es a este respecto inequívoca: 

"En lugar de arrasar a las clases productivas, las clases improductivas se apoderan de una parte de los beneficios de los obreros, salvaguardándose sus privilegios." O bien: 

"Y estos propietarios universales (de los medios de producción) no se contentan con escatimar a los trabajadores los medios de subsistencia, como sólo lo harían aventureros y maleantes, sino que, dondequiera que se encuentren, desean desplegar un fastuoso tren de vida ... y en muchos casos tratan de adoptar una posición tan poderosa que, de hecho, los pone fuera de la comunidad social y de sus leyes ... ".

Morris no sólo incurrió en conflicto con las relaciones sociales que le rodeaban como agitador socialista, sino también como diseñador. El mismo termina por confesarse que finalmente sólo "sirve al puerco lujo de los ricos". Morris se convierte en capitalista, al fundar en 1861 la firma Morris, Marshall and Faulkner (posteriormente Morris & Co.), gracias a la cual pudo llevar a cabo sus concepciones sobre las tareas del artesanado artístico, de la nueva producción artística y sobre todo del acabado manual de las formas de uso. 

Bárbara Morris menciona una descripción del proceder comercial, proporcionada por el hermano del pintor Dante Gabriel Rossetti:

"... los métodos que esta original firma empleaba con sus clientes tenían algo de ironía despótica ... No se hacían ninguna clase de concesiones. Mr. Morris, en su calidad de socio director de la empresa, era quien sentaba las normas, y los clientes no tenían otra alternativa que somerterse a ellas o romper su trato. Los resultados eran espléndidos, la calidad artística y manual de los productos magnífica, y los precios también eran elevados"

La divisa de Morris "Toda actividad cuyo cumplimiento suponga un goce debe reservarse a la realización manual" es válida para el dibujante de modelos y el diseñador en general, que creen realizarse personalmente como artistas y obreros manuales en su labor, pero no lo es para la masa de usuarios y obreros que siguen separados del producto de su propio trabajo. 

El fracaso, necesario desde un punto de vista histórico, de la utopía restauradora de la abolición del trabajo alienado y sus consecuencias restableciendo un proceso de producción artesanal constituye el punto axial de la crítica de dicha utopía. En su análisis de las utopías sociales, Bloch considera a Morris simplemente como un anticapitalista romántico. -Morris, arquitecto y dibujante, cristalero y ceramista, creador de muebles, tapices, papeles pintados, coincidía con Ruskin en un aspecto: sólo el trabajo manual era beneficioso, las máquinas son el infierno ... Morris fue un socialista artístico del homespun ... Morris lucha contra el capitalismo no tanto por su inhumanidad, como por su fealdad, y ésta se mide en relación a la antigua producción artesanal. 

Rara vez se podrá hallar una utópica homespun-city más exquisita que la de William Morris, pero rara vez se habrá dirigido, con su mezcla intelectual, inocente y sentimental de neogótico y revolución, a un círculo social más reducido...

La historia política de la teoría del diseño comienza con Morris. Y lo más significativo de sus primeros períodos, un aspecto que por lo demás se deja fácilmente en el olvido, es el hecho, observado ya en 1920 por Behrendt, de que "el movimiento artesanal parece desprender su problemática específica de las correspondientes tendencias dominantes del socialismo". Se podría incluso proyectar esta idea al presente inmediato y colegir hipotéticamente que, precisamente, sólo la utopía socialista puede definir los objetivos sociales del diseño, a pesar del fracaso de muchos ensayos de diseño ante la inalterada estructura de la sociedad.  . 


Tomado de "Ideología y Utopía del Diseño", G. Selle, Ed. G.Gili, Barcelona 1974.
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