José María Albiñana: Vida, obra y muerte del médico, investigador, escritor y político español

El Doctor Albiñana

El doctor Albiñana fue un personaje maldito en un momento maldito de la historia de España. Residió en México de donde fue expulsado por sus opiniones radicales. Ya en España, desde la extrema derecha más exaltada, fundó el Partino Nacionalista Español y creó los, tristemente célebres, Legionarios de Albiñana. Desterrado por la República, fue fusilado los primeros días de la Guerra Civil. Sus libros tuvieron una gran difusión en su momento y fueron, más tarde, olvidados.

Últimamente parece que en el mundo editorial español se van eliminado tabúes y diversos estudiosos se atreven con autores malditos o personajes políticamente incorrectos. Cuando se preparan artículos sobre autores execrados, como los que suelo traer a estas páginas, el panorama es desolador y los estudios nulos o tendenciosos... 


Algunas veces, pocas, tienes suerte y encuentras obras como esta que me ha servido de base para este artículo (1): “Sobre España inmortal, sólo Dios”. José María Albiñana y el Partido Nacionalista Español (1930-1937), (2002. Uned, Madrid). Su autor es Julio Gil Pecharromán, profesor de Historia Contemporánea de la Uned y especialista en partidos de la derecha. En pocas páginas hace una labor francamente admirable de síntesis de Albiñana, de su partido y lo que éste supuso. Todo ello con rigor histórico, abundancia de citas y perfectamente contextualizado en la época. Intentaré resumir la obra citada en los aspectos que a los bibliófilos nos puedan resultar de mayor interés. 

Biografía

Nuestro personaje es valenciano, nace en Enguera el 13 de octubre de 1883 y su nombre completo es Jose María Albiñana Sanz, más conocido como el doctor Albiñana. Hijo de familia numerosa, huérfano de madre e hijo de médico rural pluriempleado de director de colegio. Cuando joven decidió dejar los estudios y su padre lo coloca de arriero lo que le hizo cambiar de opinión continuándolos y matriculándose en la Facultad de Medicina de Valencia. (2)

Aunque educado en una familia burguesa de raigambre conservadora y católica, en su juventud el Doctor Albiñana tendrá militancias liberales, y tendencias anticlericales y republicanas que se trasformaron, años después, en monárquicas tradicionales, llegando a dirigir grupúsculos enfrentados a sus anteriores correligionarios. También se ha comentado, incluso, su adscripción a la masonería en esos años. (3)

Tras sus estudios, no precisamente brillantes, y con algunos altercados que le supusieron un expediente disciplinario y el traslado a la universidad de Barcelona, empezó a ejercer de médico rural en su pueblo natal, pero pronto se marchó a Madrid, en 1906, a doctorarse con 23 años, ya que su inquietudes políticas y profesionales no se hubieran visto realizadas.

En Madrid se especializa de neurólogo, y alterna su doctorado con el estudio de las licenciaturas de Derecho y Filosofía y Letras. Pronto obtuvo prestigio como médico, y en 1910 es nombrado académico de la Real Academia de Medicina. Aunque sus inicios políticos en esta nueva época van más por las reivindicaciones corporativas referidas al tema de la sanidad, ello le proporcionó un primer contacto con el mundo de la política.

En 1914 se casó, tuvo una hija, pero su matrimonio no duró mucho, separándose al cabo de un año. Curiosamente, y a pesar de su militancia posterior, fue uno de los primeros en solicitar el divorcio cuando la II República lo legalizó.

Entre 1910 y 1912 edita un periódico, El defensor de Enguera, en los que criticaba al clero y a la clase cacique. En 1914 se presentó a las elecciones pero no obtuvo acta. Tras otro intento en 1916 Albiñana se alejó de su primera militancia liberal y en 1917 se pasa a la juventud de la Izquierda Liberal de Santiago Alba, pero tampoco triunfó en estos ámbitos. Curiosamente muchos de sus correligionarios de esta época serán sus encarnizados enemigos políticos en el futuro. 
Durante la Primera Guerra Mundial, mientras gran parte de los conservadores de España se decantaban por la causa germanófila, él lo hizo por el bando aliado. Alternaba el ejercicio de la medicina con el de la abogacía, de hecho algunos de sus casos se referían a temas relacionados con la profesión galenística.

En esta época descubre una nueva vocación; la docencia universitaria. Su especialidad será la historia de la medicina. Fue profesor auxiliar en la Universidad Central de Madrid pero no le dieron plaza de catedrático, lo que le disgustó en gran manera y así nos lo cuenta él mismo: “lejana todavía la primera vacante de su asignatura predilecta. Imposibilitado económicamente para improvisarse una clientela cortesana que subviniera sus necesidades. Cerrada, en fin, todas las puertas de la engañosa vida de Madrid, ¿a dónde dirigir su mirada?, ¿qué nuevo rumbo imprimir a su existencia, vencida en plena juventud?” (Sol de levante, Gerardo Sisniega, Méjico 1923).

Con este ánimo decide labrarse un porvenir en Hispanoamérica, comisionado por el gobierno para investigar la primitiva medicina azteca (4). Aprovecha la ocasión para escribir a su jefe político Santiago Alba comunicándole su marcha, y el 21 de junio de 1921 embarca en Valencia rumbo a Méjico. (5)

De emigrante a indiano

Nos dice Julio Gil Pecharroman: “La estancia de Albiñana en América se puede dividir en dos etapas bien diferenciadas. Los primeros seis años son un período amable, de fructífera vida profesional, de trato amigable con la burguesía local, de viajes en busca de exotismo y de cultivo de la literatura por el simple placer de la evasión. A partir del verano de 1927, su vida se convierte en un torbellino de actividad y sus escritos van evolucionando hacia la faceta de áspero polemista que le definirá en el futuro y que acabará causando su expulsión de Méjico y un giro radical a su existencia.” 

En México, Albiñana hará una fortuna económica y su convicción liberal se alternará con un nuevo interés por la monarquía, en cuyas filas militará hasta el fin de sus días. Curiosamente en esta época no sentía ningún respeto especial por Alfonso XIII, al que años después laudará en un epílogo (6). La dictadura de Primo de Rivera, tampoco en un principio le causó especial sensación.

Sin embargo, y por multitud de factores que podrían ir desde el recrudecimiento de los sentimientos nacionales que siente todo exiliado, hasta los de observar la herencia española en Hispanoamérica, identificando lo español y lo católico, su ideología va a dar un vuelco, convirtiéndose de liberal, anticlerical e incluso posible masón, a ser uno de los principales baluartes de la extrema derecha en la España republicana. Tampoco tiene mucho de chocante si analizamos que muchos fascistas o incluso líderes de extrema derecha europea, provenían del campo de las izquierdas o del liberalismo.
El profesor Gil Pecharro-mán nos señala: “También hay que tener en cuenta la situación de México, donde el presidente Obregón había sido sustituido por Plutarco Elías Calles quien, con evidentes fines de política interior, desarrollaba una campaña de acoso a los intereses españoles en el país, que afectaba directamente a los residentes”.

En enero de 1927 empiezan colaboraciones con Abc bajo el título Reivindicaciones españolas en los que se exalta lo de positivo que tuvo la colonización española en América. Estos artículos se consideraron una afrenta entre la intelectualidad mexicana. En estas fechas también se hizo famoso Albiñana porque retó a un celebre profesor de la Universidad de Columbia, el Sr. Smith, por inexactitudes cometidas referentes a España en un libro suyo y que fueron rectificadas, lo que le valdrá un telegrama del mismo Primo de Rivera felicitándolo por su patriótico empeño.

Sea como fuere, y otra vez citando a Gil Pecharromán: “Cuando en enero de 1927 comenzó a colaborar con el diario Abc, puede afirmarse que ya estaban plenamente asentados los fundamentos del nacionalismo albiñanista”. Estos artículos le causaron ni más ni menos que la expulsión de Méjico con “lo que llevaba puesto”, tras un período en Guatemala como corresponsal también de Abc, vuelve a España, ya totalmente distinto, en 1928.

La dictadura

Como de conferenciante y articulista no podía vivir y aunque parte de su fortuna no quedó en México, Albiñana abre de nuevo consulta médica en Madrid proporcionándole desahogo económico y la posibilidad de dedicarse a su última y auténtica vocación: la política. 

Intentar resumir y explicar los intríngulis y banderías políticas entre la dictadura, el directorio y el fin de la monarquía, en los que se mueve Albiñana, excede el objetivo de este artículo y están apuntados y explicitados en el libro de referencia de este artículo. Sólo señalar que, en Madrid, Albiñana se mueve entre los ambientes de afectos a la dictadura, sin afiliarse a la Unión Patriótica (partido oficialista del régimen) y los monárquicos. 

Cultiva y da rienda suelta su exaltado nacionalismo y contacta con un mentor político, al que ya hemos citado en otros números de HIBRIS, Delgado Barreto, mientras sus ex compañeros de antaño están en Izquierda Republicana. Albiñana hace objeto de sus ataques a todos los políticos e intelectuales que se sumaban a la República desde la Monarquía o el primorriverismo siendo su blanco favorito Unamuno. (7)

Como el ambiente político no está claro, Albiñana se dedica a un empeño encomiable; recaudar fondos para la instalación de un centro antituberculosis, por lo que el Ayuntamiento de Enguera, su pueblo natal, le nombra hijo predilecto y da su nombre a una calle, que será una calle de quita y pon. (8)

Su primera aparición pública en la política española, ya como exaltado ultraderechista, será en un acto de desagravio que, el 6 de marzo, el gobierno realizará como acto de apoyo al Rey tras un mitin que se había celebrado en el teatro de la Zarzuela el 27 de febrero de 1930 en el que el señor Sánchez Guerra había solicitado la abdicación del monarca. 

Allí, nos cuenta Gil Pecharromán: “se movía un hombre de corta estatura, cara redonda adornada con un bigotito cuadrado y pronunciada calvicie. (...) el doctor Albiñana, inconfundible con su gruesa garrota, los botines acharolados, el sombrero borsalino y un eterno puro en la boca. A sus órdenes, un grupo de muchachos repartían ejemplares de una hoja impresa entre los transeúntes. Se titulaba “Manifiesto por el Honor de España” y era una larga diatriba contra la Junta de Gobierno del Ateneo de Madrid y, en general, contra la intelectualidad”.

Albiñana además de hacerse firme partidario de la monarquía expresa cosas como: “existe un soviet masónico encargado de deshonrar a España ante el mundo, resucitando la leyenda negra y otras infamias fraguadas por los eternos y escondidos enemigos de nuestra patria”. (9)

Decenas de miles de copias de este manifiesto circularon, e incluso el diario de Barreto, La Nación lo reprodujo íntegro... El manifiesto sumó cientos de adhesiones. Nos indica Gil Pecharromán que con la UP desmantelada, los primorriveristas sin orden ni concierto, Albiñana y su socio Delgado Barreto creían tener un campo de actuaciones que impidiera la vuelta a la democracia liberal. De hecho, su mensaje había dado en la diana. 

Cuando llegan las elecciones, caída ya la dictadura, Albiñana, dado su radicalismo, no consigue colocarse entre los puestos electorales oficialistas de la monarquía, su exaltación continua y las acciones violentas de sus milicias le desacreditan entre los medios conservadores. Albiñana, que había sido llamado a consulta por el propio Alfonso XIII, amenaza con presentarse en solitario, pero al final claudica y recomienda el voto a los monárquicos y colabora protegiendo sus actos y la distribución de la propaganda, recrudeciendo sus ataques violentos y defensivos contra las milicias de otros partidos.

El Partido Nacionalista Español

Albiñana y Delgado Barreto crean un partido en 1930 para encauzar a estas masas de posibles electores, a este mercado electoral que perciben anda desorientado en los confusos momentos de la transición monárquica, éste será el Partido Nacionalista Español, cuyo lema rimbombante y sonoro va a ser: “España sobre todas las cosas y sobre España inmortal sólo Dios” . 

El partido contará con una sección juvenil, la Juventud Nacionalista, y un órgano de expresión, La Legión, que verá la luz entre enero y abril de 1931 y cuyo número cuatro fue secuestrado (lo digo para los buscadores de rarezas, si el periódico ya en sí lo es, este número es como un trébol de cuatro hojas). Su emblema será una Cruz de Santiago sobre fondo celeste, y contará con un himno cuya letra pergeñó el propio Albiñana (10). El partido contaba con unas fuerzas de choque reclutadas entre el lumpen y ex soldados de la guerra de Marruecos llamados Legionarios, más tarde Legionarios de Albiñana, que protagonizarán muchos episodios violentos durante su existencia y que dieron tal fama al partido, tanta que casi lo eclipsaron (11).

El partido tuvo durante su existencia altibajos muy pronunciados, llegando a desaparecer en varias ocasiones para reaparecer como el Guadiana. Albiñana llegó a enviar una carta de adhesión a Mussolini diciéndole que disponía de ciento cincuenta mil afiliados, cosa exagerada porque, aunque llegó a tener representación parlamentaria, seguramente sus militantes nunca pasaron del millar. Sus relaciones internacionales con la extrema derecha legitimista francesa fue notoria y quizás parte de su financiación partió de allí. De este partido Gil Pecharromán expresa: “El PNE no es una mera anécdota, sino un síntoma, adelantado en algunos aspectos de la deriva antidemocrática y del nacionalismo romántico y combativo que caracteriza a sectores cada vez más numerosos del antiguo conservadurismo durante esa década”.

Vocación literaria y etapas

Su vocación, sino literaria al menos escritora, empieza en 1904 con la publicación de un folleto titulado Colección de humoradas médico-literarias y serán muchos más los dedicados a temas profesionales. De hecho, y sólo a modo de ejemplo, en 1910 gana un premio nacional por su obra Concepto actual de la filosofía médica y su valor en el desarrollo de la Medicina. Madrid, Real Academia de Medicina (editada en 1912). Y aún ganará otro en 1931, el 28 de julio, por parte de la Academia de la Historia (con monárquicos aún en sus puestos) por su obra Historia de la villa de Enguera y de sus hijos ilustres, inédita aún hoy.

Podríamos dividir sus obras, que son abundantes y de las que él mismo da cuenta en sus propios libros, en obras médicas, jurídicas y sociológicas, la experiencia mejicana, y la etapa política. Curiosamente, esta división coincide cronológicamente y temáticamente con las etapas de su propia vida. Todo ello alternado por multitud de artículos en periódicos y conferencias que se editaron en forma de folleto, aunque en formato de libros propiamente dichos, la mayoría son los de la época mejicana y los políticos (ver cita 4 y bibliografía), pues algunas de sus otras obras quedarán inéditas. 

Libros al momento y del momento

Un dato que nos interesa a todos los bibliópatas de este político y escritor y que quiero intercalar, aunque sea adelantando datos de su biografía, es que según le acusarán en el diario izquierdista La Tierra y reproduce el profesor Gil Pecharromán en su libro, el partido que formará se financia de la venta, y compra obligada por parte de los afiliados, de los libros de Abiñana. Es decir que es una especie de Testigo de Jehová avant la lettre... permítaseme la ironía. Así podemos entender, junto a la fama que le dan los azares de su vida política y que indudablemente también son la causa de que aumenten las ventas de sus obras, la ingente cantidad de ejemplares que aún hoy hallamos de estos libros, en los cuales figura siempre el domicilio personal de Albiñana para realizar pedidos. 

También hemos de reconocer que era un escritor/editor con ojo comercial, pues cada incidencia de su vida, cada descalabro o represión política que sufre, es aprovechada para hacerla objeto de un libro oportunamente editado. Así tenemos además de los libros de su experiencia mexicana, otro cuando la dictadura cae (Los cuervos sobre la tumba), uno más cuando la República lo encierra sin juicio (Prisionero de la República), sigue durante el 1932 con España bajo la dictadura republicana, aún otro cuando el gobierno republicano lo confina tras el fallido golpe de 1932 (Confinado en las Hurdes) y aprovechando el tirón escribe y edita incluso hasta una novela satírica (La república jurdana), además de incontables folletos reproduciendo sus conferencias. 

La República persigue a Albiñana

Las elecciones de 1931 pasan a ser, como todos los lectores saben, de unas elecciones municipales a un plebiscito oficioso sobre la monarquía. Se proclama la República y el Rey huye de España. Albiñana también abandonó Madrid horas antes de la proclamación de la misma. Mientras se asaltaba el Abc o se incendiaban iglesias y conventos también quemaron y asaltaron la sede madrileña del partido quemando el mobiliario en la vía pública. 

La persona de Albiñana y su partido, serán el blanco favorito de las izquierdas. La placa de la calle que le habían dedicado en 1928 en su pueblo fue retirada, se le expulsa del ateneo madrileño y Ángel Galarza, también citado en otros Hibris, fiscal de la República y antiguo correligionario de Albiñana en la Juventud Liberal, lo busca por un episodio de financiación ilegal en 1928. Albiñana que estaba en su pueblo natal, Enguera, se pone a disposición de las autoridades y más tarde se presenta en la capital a dar las explicaciones de lo ocurrido con el dinero. 

Este asunto, aunque sobreseído, deja en entredicho la credibilidad de Albiñana. Su partido estaba prácticamente desmantelado, pero como bien señala Gil Pecharromán: “las autoridades republicanas, que tenían largas cuentas que saldar con el albiñanismo, iban a conseguir con una persecución, más bien torpe, lanzarlo de nuevo a la arena política, convertido en un mártir de la causa monárquica”.

Galarza, usando de sus prerrogativas y de la ley de defensa de la República lo considera un peligro público y da orden de detenerle y entra como preso gubernativo preventivo sin juicio en la cárcel Modelo el 12 de mayo, y hasta el 10 de diciembre de 1931 no sale. 

Albiñana, en su reclusión, no se queda inactivo y recopila los 18 artículos que su amigo Barreto le publica en La Nación (A través de la reja) que luego aparecerían junto a algunos escritos más y su propia experiencia en el libro Prisionero de la República. El libro muy difundido en los círculos de la extrema derecha monárquica conoció un considerable éxito de ventas que su autor cifraba en 30.000 ejemplares. 

Este título el autor lo calificaba el segundo del ciclo revolucionario. El primero (Los cuervos sobre la tumba) había sido secuestrado al encontrar las autoridades republicanas almacenada la edición en un local del PNE. Albiñana al salir de la cárcel lo reclama a la DGS y, curiosamente, le son devueltos, pudiendo así venderlos y recabar fondos de los que tan necesitado estaba tras su encierro. Queda Albiñana en libertad, arruinado, sin partido, pero famoso gracias, paradójicamente, a la misma República. Según él, todo obedecía a una persecución masónica de la que era víctima.

El PNE vuelve a ser legalizado en 1932 y Albiñana lo relanza de forma moderada al principio para evitar ilegalizaciones. Ahora se esfuerza por aparecer como un político serio y profesional, sin embargo nos cuenta Gil Pecha-rromán: “pronto se pudo comprobar que las autoridades republicanas iban a poner todos los obstáculos legales al desarrollo del PNE. Los gobernadores civiles comenzaron a prohibir sus mítines (...) sólo en el mes de abril (de 1932) se le prohibió hablar en siete mítines”.
Podríamos decir, utilizando la ironía, que la mejor plataforma de propaganda que dispuso Albiñana, tanto para su partido como para sus libros, fue la propia República con su manía censora y persecutoria.

Confinado en las Hurdes

Albiñana y su partido, que navegan entre fidelidades monárquicas, tradicionalistas y conservadoras, se mueve en el ambiente antirepublicano, e incluso filofascista, busca un hueco bajo el sol político. Así entendemos que Albiñana estuviera implicado en la preparación de la famosa “Sanjurjada”. El gobierno republicano está al tanto de sus tramas conspirativas y progolpistas y, una vez más, citando a Gil Pecharromán: “también estaba su faceta de panfletista, plasmada en multitud de artículos provocadores, en libros llenos de insultos para las instituciones y los políticos del régimen y en feroces composiciones en verso que circulaban, manuscritas o en estampillas sin pie de imprenta, por los cenáculos de la extrema derecha y se arrojaban en mítines y locales de la izquierda” (...)

“En febrero del 1932 había aparecido España bajo la dictadura republicana, un libro destinado por su autor a “historiar sintética y pragmáticamente los hechos más salientes de este desdichado período en que la vida pública española, en completo estado de putrefacción, se descompone acosada por tres dictaduras a un tiempo; la de la chusma, la gubernamental y la parlamentaria” . El libro, escrito en el tono agresivo y sarcástico que caracteriza las obras de su “ciclo revolucionario”, entraba continuamente en el terreno del delito de imprenta”. (12)

Todo ello sumado a que el 11 de mayo había sido ya detenido por haber orlado un manifiesto con la bandera bicolor, lo que era considerado delito en la II República, dos días después es puesto en libertad. Albiñana aprovecha el hecho para enviar una carta al ministro de la Gobernación quejándose del hecho. 

Gil Pecharromán nos señala: “Pero Albiñana no ceja y así Casares Quiroga, a quien Albiñana había dedicado en los últimos meses pintorescos epítetos, (...) recibió la misiva acompañada de una tarjeta orlada con la bandera bicolor en la que podía leerese: Dr. José María Albiñana: Cavernícola de cuota. Cuando el ministro vio que la publicaba La Nación, decidió recurrir a la facultad que le concedía la Ley de Defensa de la República para retirar a Albiñana de la circulación. Pocas horas después, una pareja de policías le detenía y le trasladaba a los calabozos de la DGS. Le entregaron una notificación de Casares declarándole preso gubernativo [por segunda vez], sin derecho a defensa letrada ni recurso ante los Tribunales (...) a las cinco de la mañana, todavía incomunicado, le metían en un coche con varios policías de paisano. Su destino era Martilandrán, desolada alquería perdida en la mitad de las Hurdes, una comarca del norte de Extremadura cuyos habitantes tenían fama de figurar entre los más pobres e incultos de la nación. Allí permanecería confinado hasta que el ministro tuviera a bien perdonarle.” 

De la villa de su confinamiento Albiñana escribe: “Chozas miserables, levantadas sobre estiércol secular; una breve humanidad, enferma y harapienta; una promiscuidad repugnante de sexos y especies animales...” (Confinado en las Hurdes). Las previsiones de dormir en un establo y no poder mantenerlo obligan al alcalde a devolver al prisionero a la autoridad gubernativa que lo llevan a un pueblo cercano: Nuñomoral.

Mártir de la causa monárquica

Durante su confinamiento, Nuñomo-ral se convierte en lugar de peregrinación y culto de visita obligada y solidaria de seguidores y de todas las fuerzas monárquicas conservadoras, y hasta de jonsistas como Onésimo Redondo. Lo de Albiñana fue un revulsivo entre la extrema derecha: se realizaron colectas, muestras de apoyo, se protestó en las Cortes, fue un bombazo periodístico, que él aprovecharía más tarde política y editorialmente, por supuesto (Confinado en las Hurdes y La República Jurdana).

Tras el fracaso del golpe del 10 de agosto de 1932, la represión posterior se cebó en los restos del PNE. Habían participado en la conspiración y preparación del golpe de estado, los miembros del partido sufrieron detenciones y registros, siendo algunos encarcelados. 

El partido, aunque no fue prohibido, despareció de la vida política, quedando, eso sí, sus actividades prohibidas. Tras el golpe devuelven a Albiñana a Martilandrán en condiciones mucho mas severas y cayendo enfermo. 

Las peticiones de libertad se suceden, llegando incluso desde el extranjero. En Madrid, en 1933, se organiza un mitin pidiendo su libertad. En marzo de ese mismo año se le traslada a Almería para que acuda a un juicio que tenía pendiente y del que estaba encausado por un artículo suyo. 

Después se le confina en su casa de Enguera aún varios meses, con prohibición de realizar actividades políticas. El 30 de agosto de 1933 se deroga la Ley de Defensa de la República y concluye su confinamiento. En total pasó un año, tres meses y siete días confinado. Inmediatamente, fue operado del estómago.

¿Albiñana precursor del fascismo?

Varios autores se dedican a valorar este asunto. Personalmente me decanto por aquellos que le calificaron de conservador extremo, monárquico radical o de extrema derecha tradicionalista, pero no fascista en ningún caso. Aunque algunas veces tuviera ciertos tics mas coreográficos (uso del saludo fascista, milicias, etc...) que doctrinales hacia el fascismo, o enviara cartas de adhesión a Mussolini o escribiera artículos laudatorios de Hitler, considero erróneo calificarle de precursor del fascismo en España, y creo que sólo puede entenderse tal cosa desde una óptica intencionada, reduccionista y no históricamente rigurosa. 

Los partidos de extrema derecha, como la misma CEDA, convivían con partidos fascistas como la Falange o las JONS (que curiosamente nunca mostraron simpatías por Albiñana por su falta de contenido social). De hecho muchos de los fascistizantes del PNE se marcharían a engrosar las filas de la Falange para gran disgusto del doctor. Y, como bien ha señalado el hispanista Payne, muchos partidos de derechas europeos se “fascistizaron” en las formas, pero nada más. El propio Southworth, nada sospechoso ideológicamente, tampoco lo considera fascista, y el profesor Gil Pecharromán sigue esta misma línea. 

Sólo un autor, Manuel Pastor, en su libro Los orígenes del fascismo en España (Ediciones Tucar, Madrid, 1975) afirma de Al-biñana que era “el eslabón perdido entre los orígenes del fascismo español y cierto marco contrarrevolucionario más amplio”.

Será el propio Albiñana el que, en 1935, llega a considerar al fascismo, y con ello a la Falange, algo extranjero frente al nacionalismo español por él representado y llega a criticar al fascismo y al nacionalsocialismo, distanciándose de ellos definitivamente, considerándolos de izquierdas disfrazadas.

Albiñana llega al Parlamento

En 1933 el PNE está en sus peores momentos, si es que alguna vez los tuvo buenos. Al-biñana tras su operación y convalecencia y tras múltiples maniobras políticas para resucitar como tribu-no de la extrema derecha, que le llevó incluso a enfrentase a la CEDA, se presenta por Burgos, capital con gran presencia albi-ñanista, como minoría y en solitario, saliendo elegido en segunda vuelta con 32.600 votos.

Albiñana se consolida ahora como diputado monárquico y se convertirá más adelante en firme partidario de Calvo Sotelo. Su entrada en el parlamento no puede ser más histriónica, saludó brazo en alto el día de apertura de Cortes, se integró en la minoría alfonsina de Renovación Española aunque su carta de presentación no podía ser más directa, pues a la hora de elegir Presidente del Congreso exabrupta: “Yo estoy completamente convencido del fracaso del parlamentarismo y de todos los errores que sustenta en daño de las nacionalidades, por eso no voto.” En su primera intervención declara, según consta en el diario de sesiones de las Cortes: “No soy republicano, sino antirrepublicano, sin ninguna clase de excusas ni pretextos y me he presentado al pueblo como antirrepublicano y vengo aquí como antirrepublicano”. 

Durante su actividad parlamentaria se burló de las izquierdas perdedoras, se cebó con Azaña, dedicó toda su actividad a despreciar el parlamentarismo, llegó a liarse a puñetazos con un diputado comunista, el doctor Bolívar, en dos ocasiones, zarandeó a Indalecio Prieto que le respondió con una bofetada, llegó un punto que sus propios compañeros de minoría lo relegan a la comisión de comunicaciones para que no moleste. 

Uno de sus temas estrella, habida cuenta de su experiencia como estudiante en Barcelona, es su anticatalanismo visceral, según él la conjura judeo-masónica contra España tenía al catalanismo como su punta de lanza, y aboga una y otra vez por la anulación de su Estatuto de Autonomía. Protagoniza un agrio comentario en la necrológica parlamentaria de Macià, en la que los diputados catalanistas intentaron agredirle. Su anticatalanismo provoca que, en una visita a Cataluña para relanzar al partido (13) tuviera que esgrimir, además de una pistola, su credencial de diputado cuando alumnos de la escuela de policía catalana, en una acción ilegal a todas luces, pretendían detenerle por indeseable y llevándolo al calabozo unas horas. 

Su vida parlamentaria estuvo sembrada de juicios. Curiosamente cuando el golpe de estado de las izquierdas contra la República en 1934, Albiñana se pone a favor del Gobierno. Cuando por fin y de resultas de la “traición” de la Generalitat a la República se suspende el Estatuto catalán, Albiñana ya más tranquilo, se dedica con intensidad a los asuntos de la provincia que le había elegido: Burgos.
En 1934 también integraría al PNE, o sus restos, en el Bloque Nacional de Calvo Sotelo, convirtiéndose, a lo largo del año 1935, en eficaz propagandista del Bloque. Con Falange las relaciones, a pesar de haber repartido unas octavillas en el discurso fundacional de ésta dándoles la enhorabuena, fueron tensas por competencia, la Falange despreciaba a Albiñana y éste sentía la pérdida de afiliados en pro de ésta. 

Llegan las elecciones de febrero de 1936

Albiñana se presenta por la candidatura Frente Nacional Contra Revolucionario de la Unión de Derechas, una vez más por Burgos, y obtiene de nuevo un acta de diputado, recogiendo 64.904 votos. Albiñana volvía a un parlamento, esta vez de izquierdas. El ambiente español de ese período es de una izquierda revanchista y dueña de la calle. Sobre febrero de 1936 y julio de ese mismo año, fecha del inicio de la conflagración civil, la izquierda siempre ha mantenido un silencio conveniente, pues sus desmanes, prohibiciones, cierres de diarios y atentados aumentan y tensan el ambiente hasta límites de preguerra civil. 

Los albiñanistas y los restos mortecinos de su partido lo sufren en sus carnes, se destruye el diario La Nación y, ante este estado de cosas, Albiñana se suma a los conspiradores que preparan el Alzamiento contra la República. Albiñana, tras un viaje por países de la cuenca del mediterráneo, hace escala en Italia, presuntamente para realizar contactos monárquicos y progolpistas. Tras el asesinato del diputado Calvo Sotelo, su jefe político, a manos de agentes de la autoridad, Albiñana se desmorona emocionalmente, lo que no le impide estar presente en la autopsia de su líder en su calidad de médico. Albiñana marcha a Burgos preparando la conspiración y trasmitiendo mensajes del General Mola.

Un viaje que le costó la vida

Estando en Burgos se dirige a Madrid, a pesar de las advertencias en contrario, a trasmitir las últimas consignas. El 17 de julio se despide de sus amigos burgaleses y marcha a la capital.

El fracaso del golpe en la Villa y Corte causa la represalia política de las izquierdas y los milicianos se lanzan en su búsqueda. Albiñana tiene que disfrazarse de invidente para poder recorrer las calles de Madrid sin ser reconocido y refugiarse en casa de un sacerdote amigo. Como tampoco es lugar seguro, y tras la caída del Cuartel de la Montaña, Albiñana se dirige al Palacio de las Cortes disfrazado aún de invidente, buscando asilo en el edificio y haciendo constar su calidad de diputado electo, precisa y paradójicamente, de un sistema en el que el no creía.

Albiñana fue alojado en un habitáculo de la enfermería, hasta el 3 de agosto de 1936. De allí sale con la garantía personal de José Giral, Jefe de Gobierno, y acepta ser trasladado a la cárcel Modelo. El Presidente de las Cortes le envía su propio automóvil para trasladarlo escoltado por policías. El Tribunal Supremo dicta su libertad inmediata, pero la policía lo mantiene en la cárcel aduciendo que era un peligro público.

El 23 de agosto, milicianos armados asaltan la Modelo y se adueñan de ella, los anarquistas quieren fusilar a todos los “fascistas”, los socialistas se niegan, finalmente se llega a un acuerdo y se decide asesinar a un porcentaje determinado. Albiñana está entre los elegidos... Les someten a una parodia de juicio y, uno a uno, los van bajando al patio para ser fusilados. Según narra J. Rico Estasen en Memoria y recuerdo del doctor Albiñana (Informaciones 22-8-1959): “A Albiñana le reservaron una suerte especial. Le golpearon con saña, simularon varias veces su fusilamiento con balas de fogueo y terminaron matándole con dos balazos, luego los milicianos separaron la cabeza del tronco y la colocaron entre las piernas del cadáver. Así fue enterrado en una anónima tumba colectiva del Cementerio del Este.” (14)

Eduardo Connolly
Librería Caronte, Palma de Mallorca

NOTAS

(1) Existe también un libro inédito de Antonio Sánchez Patiño, José María Albiñana y el Partido Nacionalista Español, Madrid 1970. 

(2) Como autobiografía del autor un tanto idealizada y a través de un alter ego su novela Sol de levante, Gerardo Sisniega, Méjico 1923.

(3) Es curiosísimo pero este aspecto nos lo corrobora el propio Arraras en su obra Historia de la Segunda República Española, Editora Nacional, Madrid 1965, Tomo I, página 308: “el ataque del doctor Albiñana a la Masonería tenía especial mérito e importancia, por haber sido el doctor en su juventud afiliado a la secta, en la que alcanzó un alto grado.”

(4) Según nos dice Manuel Pastor en Los orígenes del fascismo español, Tucar Ediciones, Madrid 1975.

(5) De su experiencia en México escribe Sol de levante, explicando parte de su vida y los motivos que le hacen alejarse de España, secuela de ésta es Sol de poniente, iniciada en 1924 que queda inédita e inconclusa. Después, en 1928, escribe Aventuras tropicales. En busca del oro verde, en donde narra sus intentos de establecer una plantación de plátanos, y por último su obra Bajo el cielo mejicano. Sensaciones y comentos, Madrid 1930, que cierra el ciclo mexicano y que recopila los artículos que le valen la expulsión de México.

(6) Epílogo a Bodas Reales, El Financiero, Madrid 1935 

(7) Manuel Pastor en ob. cit. reseña: “Unamuno se convierte en el enemigo político personal “número uno”. Toda su obra está plagada de referencias poco deferentes para el ilustre profesor de Salamanca: mentiroso, procaz, maestro que no enseña ni ha enseñado nunca nada, intrincado ciudadano, difamador de la patria, injusto, bajo, loco, de magisterio negativo y arlequinesco, parásito nacional, grosero, disolvente, desconcertador, antiespañol, extravagante, perverso, buforrevolucionario, farsante, neurótico peligroso, cómico, averiado pensador, intelectual de reclamo...” Curiosamente de Pablo Iglesias opina: “Hubo un hombre ejemplar y austero que organizó el socialismo en nuestra patria, a costa de ímprobos esfuerzos personales, cuando una rutinaria política burguesa declaraba fuera de la legalidad los movimientos obreros. Este hombre fue Pablo Iglesias apóstol de la religión del trabajo, varón de conciencia honrada y conducta intachable”.

(8) En 1928 le dedican una calle en su pueblo, Enguera, con la República la retiran, acabada la guerra la reponen... y le dedican calles en algunos puntos de España. Ahora 70 años después, diversos ayuntamientos valencianos, por presiones de organizaciones de izquierdas, han retirado las placas que se pusieron en su honor acabada la guerra. Sin embargo, en su pueblo natal, la propia calle del ayuntamiento sigue ostentando el nombre Doctor Albiñana, pues, partidismos aparte, este hombre ha sido de los personajes más ilustres y famosos del pueblo.

(9) Según Julio Gil Pecharromán: “Albiñana estaba plenamente convencido de que España era víctima desde hacía siglos de un complot mundial, encabezado por el judaísmo, que buscaba su destrucción para dar con ello un golpe mortal a la civilización cristiana. Tras su regreso de América, debió empaparse de literatura antimasónica y antisemita, como la que propagaba el sacerdote tradicionalista Juan Tusquets a través de una apocalíptica colección de libros titulados Las sectas. Uno de los textos de cabecera del médico en esta época eran los Protocolos de los Sabios de Sión”. Es curioso este detalle porque en España los Protocolos empiezan a circular a partir de los años 27, Albiñana debió ser de sus primeros lectores o conocerlos en otro idioma.

(10) Albiñana escribe el himno en 1930 , se titula “España inmortal” y su letra es: Españoles, la Patria bendita/nuestro esfuerzo reclama: ¡A luchar!/ Frente a toda conjura maldita/defendamos la fe y el Hogar./ En los labios el bélico acento, /en las almas torrentes de luz; /¡ Surja el pueblo con súbito aliento/defendiendo la Patria y la Cruz!// Despreciemos la injuria extranjera/ que nos lanza una secta procaz,/ defendamos con nuestra Bandera/rojo y gualda, el Trabajo y la Paz. // Nuestra Historia la lucha no extraña, / de sus glorias marchemos en pos,/sobre todas las cosas, ¡España!/¡Sobre España inmortal, sólo Dios!

(11) El hecho de que los partidos y los sindicatos dispusieran de milicias armadas, los llamados pistoleros, no era algo exclusivo de la extrema derecha, ni extraño durante la República, pues existían, incluso, en los movimientos de izquierda y anarquistas.

(12) Se refiere al libro España bajo la dictadura republicana: crónica de un periodo putrefacto, Imprenta de El Financiero, Madrid 1932.

(13) Para los amantes de las curiosidades, y del fútbol, la Peña Ibérica del Club de Fútbol Español, se hizo eco de sus ideas en Cataluña e incluso nutrió de legionarios sus fuerzas.

(14) Un año después de la entrada en Madrid de las tropas nacionales, los restos mortales de Albiñana son trasladados a Enguera y por suscripción popular, que inicia el propio Franco, se erige un mausoleo con busto de bronce en el cementerio del municipio y se repone la placa que le habían dedicado y que estaba oculta desde 1931 en un almacén del ayuntamiento

Publicado por Ulibarri en http://hispanismo.org/