LOS ESPAÑOLES NO LEEN, PREFIEREN VER "CULTURA"
Ni Día del Libro, ni Cervantes ni Shakespeare: las letras no son un hábito mayoritario
Que nadie se engañe: el que cada semana nazcan en España nada menos que seis editoriales y cuatro librerías dirá maravillas del aprovechamiento de las oportunidades laborales que brinda internet, y hablará bien de lo avispados que están algunos paisanos en explorar vías de negocio especializadas –porque el que ya no se hable de la crisis no es porque se haya acabado, sino porque duele la boca–, pero no refleja la realidad de España, que es la siguiente: seguimos siendo un país que ignora los libros, salvo una honrosísima tercera parte de la población. Y eso, suponiendo que nadie haya mentido para quedar bien en la encuesta hecha a más de 10.000 personas por Signo editores, con motivo del Día del Libro.
Ni los grandes fastos –cuando los haya– relacionados con las efemérides literarias, caso de Cervantes, Shakespeare, el Inca Garcilaso o quien encarte; ni la propaganda a favor de la lectura; ni el hecho de que socialmente esté extraordinariamente bien visto practicar este deporte de riesgo consistente en abrir la mente a ver qué pasa parecen conmover al grueso de la población ibera. La encuesta de la editorial Signo compensa ese parco 38 por ciento de encuestados que se definen como consumidores de literatura (en especial de novelas, con predilección por las obras escritas en castellano) añadiéndole un porcentaje muy similar, el 36 por ciento de los consultados; estos son los que reconocen leer diarios y revistas varios días a la semana para mantenerse informados. También llama la atención los que tienen entre sus lecturas los libros de consulta –dos de cada diez encuestados–, un género a priori más indicado para estudiantes o profesionales. Es decir, que a ese 78 por ciento resultante se le quitan los que no tienen más remedio y los que hojean la prensa y lo que queda es para sentarse a reflexionar.
Lo cual no deja de ser curioso, porque –y así lo recoge este estudio– los encuestados opinan en su mayoría (66 por ciento) que en España no se lee suficiente, práctica que se debería fomentar más, sobre todo, desde la infancia. Da la sensación de que esos mismos encuestados están esperando a que sean otros los que empiecen a engrosar la cifra, o acaso piensen que les coge ya tarde para empezar. Y más paradójico resulta todavía cuando encima la mayoría de los encuestados asocia la actividad de la lectura con el ocio: uno lee para entretenerse y para desconectar.
Pese a las ventajas funcionales de los dispositivos electrónicos, la nostalgia se impone, según cuanta la editorial: el contacto con las hojas, la facilidad para retroceder en la lectura y el olor que desprenden los libros de toda la vida son los principales motivos que esgrimen el 86 por ciento de los encuestados que se declaran lectores a la hora de decantarse por el formato papel, frente al 14 por ciento que prefiere dispositivos como la tableta, el ordenador y, en menor medida, el móvil.
Datos que se confirman con la última encuesta sobre hábitos y prácticas culturales en España, recogida por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, según el cual un 59 por ciento de los paisanos leen en formato papel, frente al 17 por ciento que utiliza el soporte digital. No obstante, el estudio destaca cómo en los últimos cuatro años el uso del formato digital casi se ha triplicado, pasando de un 6, en 2011 a un 17 por ciento en 2015. Por grupo de edad, entre los 20 y 34 años es el intervalo de edad más habituado a utilizar estos dispositivos para la lectura.
La Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales en España (2014-2015) refleja que las mujeres (un 66,5 por ciento) leen más que los hombres (un 57,6). Además, este hábito es mayor en las personas con estudios universitarios (un 91,7 por ciento frente al 62,2 de la media), en los solteros que no se han emancipado y las parejas con hijos menores (77,8 y 67,9 por ciento, respectivamente).
La falta de entusiasmo hacia la lectura en la edad adulta deriva en gran parte de la infancia y, concretamente, de la dificultad de comprender los textos. A la psicopedagoga Lola Fernández Vila le parece que «los niños españoles aprenden a leer a una edad demasiado temprana». Según dice, «los niños aprenden rápido la mecánica de la lectura pero no conectan con el apasionante mundo que se encuentra escondido detrás de las letras». Como solución para propone «leer cuentos y libros de todo tipo a los niños, despertar su curiosidad por los secretos que los libros esconden». El más grande de estos secretos es cómo puedan nacer cada semana seis editoriales con estos datos.
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