Xavier Villaurrutia
Xavier Villaurrutia González (Ciudad de México, 27 de marzo de 1903 - ibídem, 25 de diciembre de 1950) Escritor mexicano.
Alumno del Colegio Francés y de la Escuela Nacional Preparatoria,
abandonó muy pronto los estudios de jurisprudencia para consagrarse por
entero a la literatura.
Junto con otros intelectuales mexicanos, como el poeta y dramaturgo Salvador Novo,
fundó las revistas Ulises (1927), cuyo nombre es un homenaje de
admiración al escritor irlandés James Joyce, y Contemporáneos (1928),
que marcó un hito fundamental en el panorama de la literatura mexicana
al aglutinar a un grupo de magníficos poetas comprometidos en una tarea
de depuración lingüística y de apertura y renovación del quehacer
poético.
En este marco se inscriben los versos de sus Nocturnos, publicados en 1933 en el poemario Nostalgia de la muerte,
que recurren a la ensoñación, a un mundo onírico en el que el autor da
libre curso a sus interrogaciones existenciales, un universo móvil y
cambiante, cuya ambigüedad es puesta de relieve, y magníficamente, por
un juego de palabras, caro al estilo del poeta cuando utiliza el doble
valor del vocablo como sustantivo y como forma verbal.
En
su visión de la muerte se percibe el concepto calderoniano de "la
vida es sueño", concibiendo el tránsito final como un despertar. El tema
de la muerte, tan propio de toda la literatura castellana, cantado con
severo ascetismo temeroso por Jorge Manrique, adquiere en Villaurrutia
una expresión inusitada, con frecuentes imágenes de cuerpos vacíos y de
sombras humanas, de genios que sueñan que son hombres.
Su
poesía otorga una indiscutible importancia, una sugerente función
inspiradora, al principio del error freudiano y a la técnica, utilizada
ya por los surrealistas, de la inconsciente asociación de ideas
potenciada por un mismo fonema, que alude a planos muy distintos de la
experiencia. La palabra adquiere así un carácter casi fantasmagórico,
que actúa como un espejo donde el poeta se ve siempre devuelto a sí
mismo en un insatisfactorio vaivén lleno de ansiedad, revelador de una
carencia que es la propia esencia del vivir y que sólo puede concluir
con la muerte.
Su breve obra poética, que los estudiosos consideran la parte más perdurable de su labor, se completa con Décima muerte y otros poemas, donde Villaurrutia contempla desesperanzado la nada que le acecha, y Cantos a la primavera y otros poemas,
publicados póstumamente, en los que parece brillar cierta esperanza de
trascendencia, una salida humana a la soledad y la muerte.
Pero
no debe olvidarse el relevante papel desempeñado por el autor en la
renovación de la escena mexicana. En 1935 y 1936, becado por la
Fundación Rockefeller, estudió arte dramático en la Universidad de Yale
y, ya en su madurez, el poeta se inclinó cada vez más por el teatro,
aunque sus obras dramáticas son menos experimentales de lo que podría
suponerse considerando su producción poética y el interés que
Villaurrutia y sus compañeros de aventuras literarias sentían por las
experiencias europeas contemporáneas.
Algunos estudiosos han mencionado el parecido de sus
obras dramáticas con las de Eugene O'Neill; se le ha reprochado que
atiendan más a lo literario que a lo dramático, con muy pocos elementos
coloquiales en el diálogo y unas líneas didascálicas muy próximas al
terreno narrativo. Incidiendo en el drama psicológico, utilizando temas
que giran en torno a las relaciones familiares, opta a menudo por
situaciones extraídas de los mitos clásicos griegos, trasladándolos a
ambientes contemporáneos. Así, en La hiedra hace una incursión en
el tema de Fedra cuando Hipólito, que odia a su madrastra Teresa hasta
el punto de verse obligado a alejarse de la familia, regresa convertido
en un hombre y no la contempla ya como madrastra sino como una mujer
deseable, a la que puede amar.
Su producción
dramática está siempre teñida por un lirismo que confirma sus
inquietudes poéticas, dando a sus fábulas una particular carga
psicológica que sobresale en su Yerro candente, de 1944, o en una Tragedia de las equivocaciones que Villaurrutia no pudo ver representada, pues se estrenó después de su muerte.
Destacó
también su actividad como fundador de empresas teatrales, como el
Teatro de Ulises y Orientación que, por su caracter experimental,
tuvieron una indiscutible importancia en el desarrollo del teatro
vanguardista mexicano y lo llevaron, posteriormente, a dirigir la
sección teatral del Departamento de Bellas Artes.
Hombre de amplios intereses culturales, Xavier Villaurrutia cultivó también el ensayo (Textos y pre-textos, 1949), el guión cinematográfico (La mujer de todos, 1946), la novela (Dama de corazones, 1928) y tradujo a numerosos autores, como André Gide, William Blake o Anton P. Chéjov.