Poeta,
narrador, dramaturgo, cronista y ensayista guatemalteco, uno de los más
destacados representantes de la Generación de 1910. En 1913 funda y
dirige la revista Juan Chapín, portavoz de esa generación.
Durante 18 años, de 1927 a 1945, fue director de la Biblioteca Nacional
de Guatemala. Conoció España y otros países de Europa, fue periodista,
profesor de lengua castellana y miembro correspondiente de la Academia
Española de la Lengua. Recibió múltiples premios y condecoraciones, como
la Orden Rubén Darío en Nicaragua y la Orden del Quetzal en Guatemala.
Se inició como poeta modernista, siendo uno de los más altos exponentes del movimiento, con los libros Maya (1911) y Los atormentados
(1914), que constituyen dos de las pocas muestras que del pleno
modernismo puede ofrecer la poesía guatemalteca. En una segunda etapa,
la de su poesía de madurez, cambió hacia un lenguaje más sencillo,
sobrio, transparente e intimista: Las rosas de Eganddi (1921) y Por un caminito así (1947).
En cuanto a la narrativa, su obra más famosa es El hombre que parecía un caballo
(1914), cuento psicozoológico, fantástico y de corte surrealista.
Arévalo escribió diez novelas en las que predominan los elementos
fantásticos, entre las que sobresalen Las noches en el palacio de la nunciatura (1927), La oficina de paz de Orolandia (1925), donde critica la expansión estadounidense, y Viaje a Ipanda
(1939), en la que plantea un ideal de vida, una utopía, y en la que,
además del estilo y de la extraordinaria caracterización de los
personajes, destaca una profunda filosofía humana.
Tres de sus novelas son autobiográficas Una vida (1914), Manuel Aldano (1922) y Hondura (1947). El Mundo de los maharachies
(1938) puede ser calificada como indianista fantástica. En el aspecto
histórico escribió una gran crónica sobre uno de los dictadores del
siglo XX: Ecce Pericles (1939).