Pérez-Reverte: «No estudiamos a los hombres buenos»

El autor murciano opina que las grandes series de televisión son ahora más eficaces que las novelas y aconseja a los políticos españoles ver la danesa 'Borgen'

El escritor y académico cartagenero Arturo Pérez-Reverte ha presentado este martes en Murcia su última novela, 'Hombres buenos' (Alfaguara), en la que pretende reflejar la España «que puedo ser y no fue, donde el hombre aún era ingenuo». «No estudiamos a los hombres buenos», ha añadido.

La intención de esta obra no es otra que «demostrar que en un mundo como el actual, donde el fanatismo, la estupidez y la ignorancia hacen tanto daño, donde radicalismos absurdos están destrozando muchos lugares del mundo, sigue siendo el diálogo y la razón, la cultura en torno a los libros y la buena voluntad el único mecanismo de salvación, la única terapia y analgésico», ha manifestado Pérez-Reverte con motivo de la publicación de esta nueva novela ambientada en el siglo XVIII, quien ha desvelado que en su vida «ha habido muchos 'alatristes'».


A su juicio, «buena parte de esas soluciones culturales y humanas siguen valiendo, pero no estudiamos a los hombres buenos», por lo que ha abogado por «recuperar ese diálogo entre los hombres buenos, buscando soluciones al presente».

Aunque siempre hay hombres buenos, considera que «no se les oye, ya que hay mucho ruido», en referencia al exceso o «bombardeo» de información «tan grande que hay» en el siglo XXI. En su opinión, «ningún hombre bueno vale nada si el que recibe el mensaje es analfabeto, incapaz de percibir o advertir el mensaje».

Sobre ese exceso de información y reconocer que Internet es un medio «formidable», lamenta que no pueda discriminar entre «lo que dice Vargas Llosa, que queda revuelto con lo que dice Olvido Hormigos, Belén Esteban o el analfabeto de turno».

Por ello, insiste en que «buena parte de esas ideas, soluciones culturales, humanas y razonables, de que los hombres buenos siempre han estado pero no los escuchamos» y que abundaban en los textos de antaño aún existen. De ahí que esta novela «sea un intento de recuperar esos argumentos, diálogos entre los hombres buenos en un territorio de cultura, buscando soluciones al presente».

La novela, al igual que habla del siglo XVII, «habla del siglo XXI, un recordatorio de que siempre hay elementos que nos permiten superar el fanatismo, la estupidez y la ignorancia».

Con más de 120.000 ejemplares vendidos y uno de los tres libros más vendidos del año, ha confesado que el trabajo «ha sido muy duro»; una novela «para el siglo XXI» y que no contempla llevar esta obra al cine.

En este volumen narra el viaje que emprenden el bibliotecario don Hermógenes Molina y el almirante don Pedro Zárate, a los que identifica como hombres buenos, a París con el ecometido de conseguir de manera clandestina los 28 tomos de la Encyclopédie de D'Alembert y Diderot, que estaba prohibida en España. Otra pareja, Manuel Higueruela y Justo Sánchez, hará lo imposible para evitar que este texto cruce los Pirineos.

La espada sigue siendo un símbolo

Sobre el duelo a espada que se refleja en la novela, el académico ha comentado que «en un mundo como el actual, donde se mata con drones, la espada sigue siendo un símbolo, el que mata a espada es el que tiene que arriesgar, asumir responsabilidades del acto», de forma que en sus novelas el arma blanca «siempre está como símbolo del hombre, del ser humano, de lo bueno y lo malo que tiene».
Ha confesado su atracción por los personajes malos, en este caso un malo «ambiguo» y que está «en la frontera gris de la maldad, la aventura, con muchos matices».

Sobre los dos protagonistas, el bibliotecario don Hermógenes Molina y el almirante don Pedro Zárate, Pérez-Reverte ha puntualizado que no hay un reflejo de Cervantes y sus Don Quijote y Santo Panza.

Puesto que el objetivo de la novela era contar «una España posible, cuando el hombre aún era ingenuo y había esperanza» sólo podía reflejarlo a partir de estos diálogos en dos personajes tan diferentes, el almirante «frío y científico» y el bibliotecario «entrañable».

Con esta estructura que busca de manera intencionada, el escritor deja claro que «no es llevar a Don Quijote y Sancho Panza a la novela", no es un homenaje a Cervantes, sino «utilizar el diálogo renacentista como mecanismo narrativo».

«El mundo cultural actual es muy caduco»

Pérez-Reverte también ha lamentado que el mundo cultural actual sea «muy caduco», ya que «quema las cosas». «Quién se acuerda de Cela o Torrente Ballesta», se ha preguntado el escritor, quien confiesa que no tiene ilusiones al respecto.

«Ahora tengo suerte y mis novelas tienen suerte pero después moriré y desapareceré», ha enfatizado, para después sostener que la fama y la posteridad «son cosas que si antes eran problemáticas ahora lo son más».

Considera que en un futuro alguien leerá sus obras de vez en cuando, pero «como presencia en librerías sé que no estaré, soy realista y he visto quemarse demasiadas bibliotecas y esto es muy caduco».

A su juicio, el mundo que viene «no tratará muy bien a los libros», por lo que ha confesado que si fuera un joven escritor no haría novelas, sino se dedicaría a la industria del videojuego o de las series de televisión, que «son los mecanismos narrativos del futuro».

«La novela en papel tiene una fecha de caducidad como los yogures», ha lamentado Pérez-Reverte, quien asume que esas son las reglas de ahora.

Precisamente sobre series de televisión ha hecho referencia a la danesa Borgen, un drama político. En este sentido, afirma que los políticos españoles «deberían obligarse» a saber de esta serie y tenerla como algo obligatorio «si quieren ser políticos antes de presentarse a unas elecciones».

«Los Soprano, El ala oeste de la Casa Blanca, Roma, True Detective, las grandes series que tenemos en la cabeza son más eficaces que la novela», recalca, mientras que considera que los libros «son un analgésico, un territorio donde soy feliz».