Diario de un noctámbulo

Francisco Umbral

Francisco Umbral (1935-2007) alcanzó la excelencia literaria como uno de los mejores prosistas españoles del siglo XX, en grado sumo en dos modalidades: en sus colaboraciones periodísticas como articulista, cronista y columnista, y como cultivador de un tipo de novela que, frente a la tradición dominante en la literatura española, basada en el poderío de la imaginación en el relato de grandes historias y que va de Cervantes a Torrente Ballester, tiene su prosapia en la línea que llega de Quevedo hasta Cela, pasando por Valle-Inclán, Azorín o Gabriel Miró, y que tiene sus mejores hallazgos en los primores del estilo. Las dos vertientes literarias de Umbral aparecen ya en este libro de prosas inaugurales con textos leídos en la emisora de radio La Voz de León entre 1958 y 1961. Son textos inéditos que ahora ven la luz en pulcra edición de Isabel Martínez Moreno, caracterizada por el rigor y la sencillez tanto en el cuidado del texto como en la utilidad de sus notas a pie de página y de los índices, y con prólogo de Luis Mateo Díez, que nos anticipa las mejores cualidades del libro en la voz de un Umbral veinteañero que “dejaba volar una imaginación lírica que presagiaba tantas variaciones en su posterior destino de periodista y narrador” (p. 10). 


Los textos, siempre breves, se agrupan en tres partes bien diferenciadas, aunque con elementos comunes como su emisión nocturna en la radio leonesa, su carácter de crónica cultural de la vida diaria en aquella ciudad de provincias en la posguerra española y la inteligencia, sensibilidad, buen gusto y vasta cultura del joven que maneja con habilidad, también con nostalgia y melancolía, sus conocimientos de literatura, artes plásticas, música, cine, teatro, historia y folclore. Al fondo está León, con su ambiente provinciano en tiempos de grisalla intelectual y también con sus glorias culturales que la mirada perspicaz y europeísta del joven noctámbulo destinado a ser escritor sabe destacar en los impulsores de la revista España, Crémer y Nora, y en Gamoneda o en Antonio Pereira, entre otros. 

La primera parte, Buenas noches (1958), contiene textos de “Francisco, saludador nocturno y desvelado”, que, apoyado en una igualación posopéyica universal, se comunica en monodiálogo con momentos temporales, sentimientos, lugares, profesiones, seres vivos, escritores, figuras del cine y otros mudos destinatarios desde una actitud lírica, personal e intimista que pretende acercarse a la comprensión del mundo, la naturaleza y sus gentes. En estos textos nacidos de una rica subjetividad, llenos de belleza, ternura y poesía, asoman por doquier las cualidades del cultivador de la novela lírica que llegaría a la cumbre enMortal y rosa (1975). En la segunda parte, El piano del pobre (1959), se agrupan textos relacionados con la actualidad en diferentes campos, recreada por el joven organillero nocturno que habla de lo que sucede en el ruedo ibérico, desde los toros hasta la pamela o las medias de las mujeres, atendiendo preferiblemente a temas y motivos de naturaleza literaria, cinematógráfica, teatral o musical. Aquí es donde aflora el más genuino estilo del Umbral periodista, que ya posee una mirada singular en su interpretación de maestros admirados y homenajeados, como Juan Ramón, Baudelaire, D'Ors, Quevedo o Camus, y en su visión personal de la belleza única de Sofía Loren frente a la perfecta “belleza de bazar” (p. 178) de Liz Taylor. 

La tercera parte, El tiempo y su estribillo (1960-1961), incluye textos que se ocupan de León y su provincia, en los cuales brilla la mirada crítica del periodista y escritor atento a lo que pasa en la historia mínima y humana de la ciudad, desde su “españolismo panderetero”, acrecentado por el aislamiento provinciano, hasta la conciencia social que destaca la realidad del hambre, pasando por la vida cultural que se beneficia de la conferencia de un intelectual (J. Marías), el recital de un poeta (Hierro), la representación teatral de una comedia de Mihura y cualquier otro acontecimiento cultural digno de mención y comentario en tiempo y lugar donde no hay “gracia ni estilo para otra cosa que no sean pequeños problemas municipales” (p. 224). Bienvenida sea, pues, esta esmerada recopilación de excelentes textos juveniles de quien apunta ya en ellos cualidades que lo llevarán a convertirse en uno de los mejores escritores españoles del siglo XX 

Editorial Planeta. Barcelona, 2015. 304 pp.