“Pelle el Conquistador”
Palma de Oro en el Festival de Cannes, Globo de Oro y Oscar a la
Mejor Película de habla no inglesa en 1988. Cuesta creer que un clásico
como “Pelle el conquistador”, con semejantes galardones, a veces parezca
relegado al olvido, y por eso desde estas líneas queremos rescatarlo.
La cinta adapta la novela homónima escrita por Martín Andersen Nexø entre 1906 y 1910. Por esta magna obra ya se habían interesado cineastas como Dreyer, Polanski o Widerberg. Finalmente, Bille August
se pudo hacer con los derechos, aunque sólo pudo llevar a la pantalla
el primero de los cuatro volúmenes por razones presupuestarias.
Monumental drama de corte costumbrista que relata las vicisitudes de
un padre y un hijo pobres, de origen sueco, que a finales del XIX,
habiendo muerto la madre, se ven obligados a exiliarse a Dinamarca. La
película abre con un barco repleto de inmigrantes llegando a la isla de
Bornholm, pero la cámara se detiene en los que van a ser nuestros
protagonistas: Pelle y su padre Lasse. Es decir, asistimos tan sólo a
una de las muchas y posibles historias que podrían acontecer dentro de
ese barco. Cada pasajero lleva consigo una aventura distinta, un pasado
más o menos trágico a sus espaldas y unas circunstancias que condicionan
su presente, pero todos y cada uno comparten el periplo del viaje, y un
macuto lleno de aspiraciones, sueños y esperanzas.
Una vez en tierra buscan un empleo que pueda sacarles de la
empobrecida situación en la que se hallan. Y lo terminan encontrando en
una vasta granja, pero allí son explotados, maltratados y viven en
horribles condiciones. Aunque no son lo únicos. Como ocurría con los
demás pasajeros del barco, Pelle y su padre son sólo dos ejemplos más,
ya que muchos de los que allí se ganan el jornal han sufrido idéntica
suerte que nuestros protagonistas: llegaron buscando un lugar mejor
donde quedarse, algunos provisionalmente, pero se han terminado
anquilosando en aquella tierra bajo futuribles que parecen no llegar
nunca. Esta idea viene expresada, sobre todo, en el personaje de Erik,
el amigo que toca el acordeón. A pesar de su espíritu libre, lleva
algunos años dejándose explotar, resignado, sufriendo injustamente la
ojeriza del capataz, ahorrando con paciencia para poder cumplir su
sueño, comprar un pasaje de barco y recorrer mundo: América, España,
China… Sueño que termina por contagiar al pequeño Pelle, la fantasía de
escapar, de embarcarse camino de otros mundos, y que recorre la película
a modo de leitmotiv.
Pelle Hvenegaard, el actor que da vida al personaje de Pelle, llena
la pantalla, encarnando un papel que estaba escrito para él, y no es una
forma de hablar: su madre, entusiasta lectora del libro de Andersen
Nexø, llegó a poner a su hijo el mismo nombre del protagonista. El
destino hizo el resto. El film se centra en las vivencias del niño, como
tantas veces hemos visto en las típicas películas de aprendizaje, de
iniciación y descubrimiento, del despertar a la vida. En ese sentido, la
sombra de Dickens y sus adaptaciones al cine planea sobre toda ella. Es
una obra que emociona sin utilizar las trampas de la mayoría de los
melodramas, y con interpretaciones alejadas de la lágrima fácil. La
granja es un lugar muy duro capaz de matar todos sus sueños. En varias
ocasiones Lasse le dice a su hijo: “Si lo deseas, puedes conquistar el
mundo”. Pelle crece y va descubriendo poco a poco todas las facetas de
la vida: el sexo, el frío invierno, las injusticias, la vejez, la
soledad, la muerte, la culpa… por enumerar sólo algunas.
Y es que, más allá de sus premiadas interpretaciones (Max von Sydow
nominado al Oscar a mejor actor, y ganador del Guldbagge sueco), su
celebrada banda sonora, su estupenda fotografía, el realismo de su
puesta en escena y la fuerza de sus paisajes, “Pelle el conquistador” es
sobre todo una película de temas, de muchos temas. Y posiblemente ahí
radique su gran atractivo.
Buena parte de los mismos giran en torno a las relaciones que se
establecen entre los personajes. Y así encontramos relaciones
amoroso-sexuales, de amistad, familiares o paterno-filiales, y
relaciones de poder. Las primeras, siempre dolorosas y de trágicos
desenlaces, amores casi nunca correspondidos, y cuando lo son se
traducen en amores imposibles (por pertenencia a orígenes sociales
distintos), o amores extramatrimoniales, bien por conveniencia (para
paliar la soledad), bien por infidelidad, en el caso del señor
Kongstrup, y las múltiples consecuencias que conlleva, incluida la
venganza de su mujer… El amor, en un contexto tan duro, se presenta como
un lujo inalcanzable que ni los más ricos pueden disfrutar, y que
arrastra a los personajes a un irremediable estado de soledad y
tristeza. Tal vez el único vínculo amoroso sólido y permanente durante
todo el filme es el que une a padre e hijo.
Las relaciones de poder, por su parte, nos llevan a hablar de los
personajes represores (irremediablemente masculinos): el señor
Kongstrup, dueño de la granja; el patrón y su ayudante; el señor Køller,
padre del joven rico (figura castradora); y el profesor de la escuela. A
través de esta crítica a la figura del opresor, percibimos la huella
del narrador implícito, el autor de la novela, y su ulterior militancia
comunista. Dicha huella queda también reflejada, una vez más, en el
personaje de Erik, de ideas revolucionarias, con anhelos de libertad,
enemigo de las injusticias, iluminando cuanto le rodea con la música de
su acordeón y su buen humor.
La vida es dura en la granja. Padre e hijo duermen entre heces de
vaca mientras los chinches corretean constantemente por sus ropas
raídas. A su condición de pobres suman además la de inmigrantes, con
todo lo que ello supone: lengua desconocida, rechazo de los autóctonos
por ser extranjeros… El alcohol se presenta como otro de los temas de
fondo. Los personajes se dan a la bebida para poder olvidar o poder
enfrentarse a su vidas. Pero no es sólo un mal endémico de la clase
pobre y trabajadora —aunque mayormente—, también los ricos ahogan sus
penas en alcohol. Tampoco el nombre de la granja (Stone, piedra),
es casual. La piedra representa la dureza del lugar, del trabajo que
allí se realiza. La piedra, material imperecedero, que sobrevive al paso
del tiempo, eterna, como la relación entre explotadores y explotados.
Eterna, además, como todas las historias de Ulises anónimos,
inmigrantes, que desde siempre han buscado nuevas patrias donde
establecerse, como Lasse y su hijo. Una dureza apreciable también en los
enormes contrastes que pueblan la película ya desde su arranque, con la
estampa de un padre demasiado viejo llevando en brazos a un niño
demasiado grande. Y continúa con otros, la riqueza y la pobreza, la
cultura ante la ignorancia, la bondad contra la vileza, el paralelismo
entre la grandiosidad de los paisajes y la dimensión de los sentimientos
humanos, que llegan a abrazar grandes esperanzas con grandes
desengaños, a amores con odios, o a dolores y humillaciones cotidianas
con alegrías.
Pero no todo son tragedias. Entre tanta pobreza, tristeza,
injusticias y miseria moral, centellean pequeños momentos de felicidad,
regalos paupérrimos hechos con amor, como la navaja que le entrega Lasse
a su hijo, o las fresas salvajes que cultivan y saborean
ocasionalmente, los momentos desenfadados bailoteando al son del
acordeón de Erik, los paseos en carromato con éste, o las partidas
campestres en días festivos…
Bille August, el director, no se deja llevar por demagogias fáciles.
Ancla su mirada en los personajes y les deja vivir a su aire, marcando
un distanciamiento entre el espectador y lo que vemos. Y es que “Pelle
el conquistador” tiene fuerza, es un film emotivo y duro, una historia
que soportará el paso del tiempo porque está bien contada y porque
explica cosas que conectan directamente con la esencia humana. Y es que
tras la historia entre el padre y el hijo, asoma todo un discurso social
sobre la clase oprimida y la prepotencia del opresor. La vida pasa pero
hay cosas que nunca cambian.
FICHA TÉCNICA
Dirección: Bille August
Interpretación: Pelle Hvenegaard y Max von Sydow
Guión: Bille August (basado en la novela de Martin Andersen Nexø)
Producción: Per Holst Filmproduktion / Svensk Filmindustri (SF) / Odyssey Entertainment
Nacionalidad: Suecia / Dinamarca
Año: 1987
Duración: 157 min.