De cara al arranque de la edición 36 del encuentro librero en el DF, autores y editores responden a una pregunta: ¿por qué ir a la feria del libro más incómoda?
De cara al arranque de la 36 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, autores y editores responden a una pregunta: ¿por qué ir a la feria del libro más incómoda?
Sí, la Feria de Minería es incómoda y latosa. Como en una película de los hermanos Marx, ahí entran más gentes de las que caben. Pero el edificio es maravilloso y tiene un anfitrión excepcional, Fernando Macotela, cuyo entusiasmo mejora la realidad. Tuve la suerte de recorrer el edificio en compañía de Vicente Leñero, que estudió ahí la carrera de Ingeniería, y desde entonces veo dos edificios: el actual y el de la antigua Facultad donde Vicente soñaba en cambiar los números por los libros. He ido tantas veces a ese sitio que ya forma parte de mi biografía y me parece irrenunciable. En una ocasión, el director de teatro Antonio Castro presentó ahí el texto de mi obra El filósofo declara. Antes de eso, habló en el programa de Radio UNAM que se transmite desde la feria y dijo que la lucha entre los filósofos de mi obra era como una disputa entre dos chefs que se han amado y detestado a lo largo de su vida y compiten por tener la mejor receta. Fue tan elocuente que un chef llegó a la presentación y dijo que sus colegas del centro de la ciudad estaban muy interesados en el tema. ¡La metáfora de Antonio Castro había llegado a las cocinas! Esto es más importante de lo que parece porque sólo la feria de Oaxaca está rodeada de tan buena gastronomía. De manera lógica, esa noche, como tantas otras, concluimos la presentación en la cantina de la Ópera, vecindad que también explica el gusto de ir ahí.
Pero lo más importante es que ninguna otra feria tiene tantos fantasmas como la de Minería. Los espectros prefieren los palacios a los pabellones de exhibición.
Juan Villoro
Escritor
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Sin condiciones de seguridad óptimas
La feria de Minería es una importante tradición anual de la Universidad Nacional y de la Ciudad de México, a la que esperamos con gusto tanto los lectores como los autores. Sin embargo, me parece que el edificio en el que se lleva a cabo es inadecuado para tal evento por dos razones: la primera, sus dimensiones, demasiado pequeñas para (afortunadamente) la muchísima cantidad de gente que asiste al evento, y la segunda, por lo que, por lo menos a simple vista, son sus condiciones, pues el edificio se ve chueco (en las escaleras esto es muy evidente) y no tiene salidas de emergencia o si las tiene, quién sabe dónde están y si son suficientes. Esto significa que no ofrece condiciones de seguridad óptimas, lo cual es de fundamental importancia en eventos masivos.
Desde mi punto de vista, el ideal sería continuar con esta tradición, pero considerar recintos alternos y dejar en el edificio original solamente algunos eventos.
Sara Sefchovich
Escritora
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Sobrepoblada, pero disfrutable
No es una feria incómoda, pero sí sobrepoblada y eso le quita un poco de disfrute... ¿Por qué debemos ir? Por la misma razón por la que van miles de personas, es una de las ferias más tradicionales de la ciudad, a la que acuden muchos jóvenes y personas interesadas en buscar novedades editoriales. El recinto es uno de sus mayores atractivos y no hay presentación que no llene.
La ventaja para las editoriales es que ahí se exhiben y venden todas la novedades que representan el arranque fuerte del primer trimestre del año; además, las ventas son estables. Sin duda, es una feria exitosa y a veces intransitable, pero a pesar de ello la gente la disfruta. Ha habido tentativas para mudarla a otro espacio más amplio, pero la respuesta del público, por increíble que parezca, es que no irán a otro sitio que no sea ése... Así que larga vida a la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
Rosa María Martínez
Promotora editorial (Océano)
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Nunca ha sido cómoda
Principalmente, para que permanezca. Porque una fiesta de libros, la que sea, no está completa sin sus lectores. Desde que yo tengo memoria, la Feria del Palacio de Minería nunca ha sido cómoda. Y sigo yendo.
Los tumultos son un fiel reflejo de que hay cada año más interés por los libros. Eso, de alguna manera, tiene que ser bueno.
La propia FIL de Guadalajara, el último domingo que abre sus puertas, es bastante intransitable. Y seguimos yendo.
Imaginen el caso contrario; la pregunta: “¿por qué sostener una feria que cada año está más vacía?”, para captar el contraste. Nadie quiere ese panorama.
Algo habrá que hacer para que no se vuelva peligrosa, cierto, pero no dejar de ir. Que regulen los que tengan que regular. Y que lo hagan ya, si hace falta.
A nosotros, los lectores, nos queda asistir. Y lo haremos mientras exista y mientras podamos.
¿Cuáles son las ventajas de que haya una feria del libro, la que sea, en cualquier lugar del mundo, así tenga que ocupar un palacio o explanada? Pues ésas.
Antonio Malpica
Escritor
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Porque hay muchos libros, novedades, conferencias, debates, celebridades, colas por doquier... y mucha humanidad.
Carmen Aristegui
Periodista
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Por la oferta editorial
Uno de los problemas más grandes que aquejan la industria editorial mexicana es, sin duda, la ausencia de espacios suficientes para circular el enorme raudal de novedades que llegan a las librerías semana a semana. México es uno de los países con peor índice de librerías per cápita en Latinoamérica. Esto le da un periodo de vida muy breve a las publicaciones que pronto deben ceder su espacio a nuevos títulos. Hay una sobreoferta editorial, es cierto; el problema se agudiza más si completamos la ecuación de los demasiados libros con poquísimas librerías. Las ferias del libro, en este sentido, logran atenuar un poco este problema. Los lectores encuentran en unos días, aun en un espacio incómodo y estrecho, una oferta editorial mucho más abundante a la que tiene la más grande de las librerías. Desde luego es un remedio insuficiente.
Si bien es cierto que el recinto de la Feria del Palacio de Minería no es el más cómodo y extenso para albergar el evento literario más importante de la ciudad, también lo es que el evento cuenta con una larga tradición y hay un inmenso público que año tras año se prepara para asistir a él.
Dicho lo anterior, ¿es posible que se encuentre un espacio más óptimo? ¿Que se modernice un poco? Sin duda.
Diego Rabasa
Editor de Sexto Piso