La Bandera, de Pierre Mac Orlan

La Bandera, novela de Pierre Mac OrlanLlevada al cine,por  por Julien Duvivier


El título de La Bandera se refiere a una de las formaciones de la Legión, curiosamente la española, a pesar de que Mac Orlan fuera francés y se llamara en realidad Pierre Dumarchey.

En teoría se trata de una novela de aventuras, pero sin duda es de una clase peculiar. Pierre Gilieth es un criminal que huye de un asesinato que cometió en Rouen. En esta huida llega a Barcelona, donde la suerte sigue volviéndole la espalda, así como sigue sin librarse del sentimiento de ser perseguido por la policía. Viviendo en la miseria, la salvación se le presenta de la mano de un banderín de enganche de la Legión. Su vida parece resuelta: ha encontrado un mundo ordenado y previsible en la milicia, de la que ya formó parte como infante colonial francés; y lo más importante, ha encontrado un santuario en donde parece que el pasado de cada cual no importa, si bien es a cambio de un futuro más que dudoso, por no decir que inexistente, en la continua guerra sin declarar que se libra en el Marruecos Español de finales de la década de 1920. Pero una sombra se introduce en esta seguridad, y es la de su reflejo oscuro, Fernando Lucas, del que sospecha que no es un auténtico legionario, sino un policía, tal vez encargado de descubrir las filiaciones políticas de los militares (la época, pre-republicana, es convulsa) o tal vez encargado de reunir pruebas de la culpabilidad de Gilieth. Además se enamorará de Aischa la Slaui, la más bella de las prostitutas de la casa de Manojo de Huesos. Una mujer que también cautiva a Lucas.

Me reconocerán que no es lo usual para una novela de aventuras. No hay un héroe, sino un auténtico antihéroe que por el crimen se ha abocado a un descenso a los infiernos personal, del que no tiene más salida (si así puede llamarse) que el sumergirse en un cuerpo militar que tiene a gala venerar el combate y la muerte. No presenciaremos grandes gestas ni combates, sino unas luchas personales e interiores, la de Gilieth consigo mismo y contra su enemigo Lucas, y la de éste contra su deber y la simpatía que siente por Gilieth, mezclado con el odio porque haya conquistado a la Slaui; porque Gilieth sea, en el fondo, lo que él querría ser. Todo ello tiene más de realismo poético y de novela psicológica que de otra cosa, lo que no es de extrañar si pensamos que Mac Orlan (poeta vanguardista y patafísico) fue el autor, por ejemplo, de Muelle de las Brumas. Escrita con esa poética subyacente y esa investigación del individuo, Mac Orlan consigue una novela absorbente, intrigante y sin embargo profunda, algo inusitado para un texto con semejante temática.

Para los españoles, además, hay otros atractivos. Una Barcelona de época perfectamente retratada, así como un Marruecos, por lo que sabemos, real. Esta novela puede ser responsable, tras su paso por un film del mismo título dirigido por Julien Duvivier, con Jean Gabin (y que fue un éxito tremendo en su época), de dar cuerpo a ciertos mitos sobre la Legión que se perpetuaron en el tiempo. Hace mucho que los reclutadores de la Legión dejaron de reclamar «Artistas, caballeros, poetas, músicos, antiguos militares, ingenieros, médicos, escritores, abogados, cómicos, trabajadores, campesinos, soldados y extranjeros» para que formaran parte del Tercio, pero los mitos del anonimato, del soldado enganchado para olvidar un amor trágico, para asumir una nueva identidad con una página en blanco, borrados los crímenes; de un espíritu de cuerpo inquebrantable; del legionario feroz y novio de la muerte, todo ello puede haber quedado reforzado por esta novela y su traslación a la pantalla. Lo cual no es óbice para esta novela, salvo darle un tono de épica maldita que le viene muy bien, en un ambiente exótico, además.

En cualquier caso, merece la pena rescatar una novela de aventuras que es más que eso, y una de un realismo de trasfondo que refleja bien el ambiente africanista, político y revolucionario que bullía en España en los años 1920-1930.

Lluís Salvador 

Como película.-

La bandera es una película francesa de 1935 dirigida por Julien Duvivier y protagonizada por Jean Gabin y Robert Le Vigan.

Guión. Julien Duvivier y Charles Spaak, de la novela La Bandera de Pierre Mac Orlan

De manera sutil y equilibrada, Duvivier relata una intriga basada en la contradictoria y muchas veces imprevisible naturaleza humana. Annabella (poco después inició una fallida carrera en Hollywood y se casaría con Tyrone Power) atrae las miradas caracterizada de seductora beduina Aïscha, pero quien de verdad cautiva la pantalla es Jean Gabin, a quién Duvivier volvería a reclamar para actuar a Pépé le Moko (1937). Interpretando el fugitivo y después legionario Gilieth, Gabin logró la condición de gran estrella del cine francés. El guión cae en algunos tópicos (sobre la milicia, el honor y el coraje) y en el exotismo más excéntrico: caso de la secuencia del cabaré «La Criolla» de Barcelona donde unas chicas semidesnudas bailan flamenco.​ La escena es interesante porque da una idea del ambiente canalla en el Barrio Chino de Barcelona en la década de 1937, mostrando incluso a travestidos que trabajaban en la prostitución.

La parte final, que encadena tres secuencias, acontece impresionante y conmovedora. La primera secuencia describe el violento acoso de los rebeldes marroquíes sobre el búnker de los legionarios, que van cayendo. La segunda muestra el funeral de los trágicos héroes. Y en la tercera se hace patente el dolor de Aïscha al conocer la muerte de Gilieth. La película, junto con Beau Geste (William A. Wellman, 1939), sigue siendo la mejor de las que se han hecho sobre la Legión Extranjera (en este caso, la Legión Francesa)

Frases notables

"Legionarios, vosotros sois apátridas, pero España os necesita. Os pido sin objeciones que os comprometáis y muráis por su causa. España no les ha de dar explicaciones para llevarlos a la muerte. Una región del Rif se ha rebelado. Un destacamento a las montañas puede retardar el avance del enemigo. Mientras se organiza la resistencia, necesito contar con veinticuatro hombres valientes. Podría designarlos yo mismo, pero quiero voluntarios. ¡Quiero voluntarios para a morir! Ningún camarada ha vuelto con vida del lugar al que irán, pero necesito veinticuatro hombres para defender este lugar. Yo mismo tomaré el mando del destacamento. Voluntarios, ¡un paso adelante!" (El capitán Weller, interpretado por Pierre Renoir).

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Conserje: "Eh, ¡ahora habla español usted!
Pierre Gilieth: "No, pero entiendo la situación."