Marco Anneo Lucano
Marco Anneo Lucano (en latín, Marcus Annaeus Lucanus; Corduba, Bética, 3 de noviembre de 39 + 30 de abril de 65, Roma).
El poeta Marco Anneo Lucano nació en la ciudad hispana de Corduba, llamada por los romanos Colonia Patricia, el 3 de noviembre del año 39, durante el reinado del emperador Calígula. La familia de los Anneo era una de las más poderosas de la zona. Su abuelo, Marco Anneo Séneca, conocido como el Orador, había alcanzado una gran fama en Roma gracias a sus escritos literarios y sus lecciones de retórica, aunque durante la guerra civil entre César y Pompeyo tuvo que refugiarse en Corduba, seguramente debido a sus simpatías por la facción pompeyana y a la derrota de éstos a manos de los cesarianos. Fue en esta ciudad hispana donde, según la tradición, nacieron todos sus hijos, siendo el más célebre de ellos Lucio Anneo Séneca, el filósofo.
Tras la muerte de Séneca el Orador, el padre del poeta, Anneo Mela, de rango ecuestre, decidió que la política municipal era un horizonte muy escaso para sus ambiciones, y se trasladó a Roma junto con toda su familia para tratar de hacer carrera en la administración imperial. El recuerdo de su padre y, ante todo, el prestigio adquirido por su hermano, Séneca el filósofo, permitieron a esta rama de la familia labrarse una buena fortuna y asegurar un seguro porvenir para sus vástagos, entre los cuales se encontraba Lucano. No sabemos cómo vivió Lucano el exilio de su tío Séneca por orden del emperador Claudio, pero las fuentes nos cuentan que fue a la vuelta de este exilio cuando el filósofo decidió hacerse cargo en persona de la educación de su prometedor sobrino. Como todo joven romano de buena familia, Lucano realizó un largo viaje de estudios a Atenas para conocer la cuna de la filosofía y la retórica. En el momento de partir, el poeta ya contaba con un cierto prestigio tras haber compuesto un par de obras y haber demostrado una sobrada solvencia para declamar en público, tanto en griego como en latín. Fue esta fama la que llevó al emperador Nerón, posiblemente aconsejado por su preceptor, Séneca, a llamar de vuelta a Lucano para que formara parte de su círculo de amigos íntimos. Esta primera etapa de la relación entre el poeta y el emperador resultó muy fructífera para ambos: Nerón le brindaba su protección al tiempo que Lucano ponía su pluma al servicio de la glorificación de la figura del príncipe. Como recompensa a sus servicios, Nerón llegó a nombrar cuestor y augur a Lucano, a pesar de que éste no contaba con la edad mínima para acceder a ninguno de estos cargos. Sin embargo, la deriva demencial de Nerón y una creciente envidia de éste hacia las capacidades poéticas de Lucano, que superaban en mucho a las del emperador, llevaron a una separación entre ambos. El poeta, lejos de amedrentarse por los desprecios de Nerón, cambió el tono de sus obras y se convirtió en un crítico acérrimo de la delirante política imperial. Lucano llegó incluso a formar parte activa de la conjuración liderada por Pisón, un intento de golpe de estado que fue descubierto por Nerón y desarticulado con violencia. Acusado de querer atentar contra la vida del príncipe, Lucano fue detenido y torturado para confesar sus culpas, un proceso en el que, de creer a algunas fuentes, el poeta llegó a denunciar a su propia madre. Finalmente, Nerón permitió que su antiguo amigo escogiera el modo de quitarse la vida que considerara mejor. En línea con su pensamiento estoico, Lucano optó por cortarse las venas y dejarse morir mientras recitaba unos versos propios. Tenía sólo veintiséis años.
OBRA PERDIDA
La Farsalia es la única composición de Lucano que ha sobrevivido hasta nuestros días. Sin embargo, sabemos por otras fuentes que este poeta fue autor de otras muchas obras que le granjearon el éxito y la fama siendo aún muy joven. Su obra, como toda su vida, estuvo ligado a la corte de Nerón y sus peculiares y barrocos gustos. De hecho, su salto a la fama se lo debió Lucano a la lectura pública de sus Laudes Neronis, una composición poética en la que alababa al emperador y celebraba la llegada de una nueva era de prosperidad y riqueza para Roma.
Parece ser que la épica fue el género que atrajo con más fuerza al autor de la Farsalia. Escribió un poema ambientado en la guerra de Troya, el Iliacon, del que nada sabemos, una historia acerca de un relato a los infiernos, el Catachtonion, y un poema basado en el personaje de Orfeo. Busto del emperador Nerón
Sin embargo, no fue sólo la épica el género cultivado por Lucano. De hecho, parece ser que fueron pocos los géneros que este autor dejó de lado. De carácter lírico eran sus diez libros de Silvae o la Adlocutio ad Pollam, dedicado a su esposa. En el campo teatral escribió una Medea, posiblemente destinada más a la lectura que a la representación, y unas Salticae Fabulae, muy relacionadas con el tan romano género de la pantomima. Incluso, tras su alejamiento del círculo de Nerón, se atrevió a usar su pluma para criticar al emperador y su demente deriva política, en obras como el De Incendio Urbis, en la que acusaba directamente a su antiguo amigo de haber provocado el incendio que arrasó Roma.
LA FARSALIA
Es la Farsalia la obra que ha situado a Lucano entre los mejores escritores de todos los tiempos. De un estilo más barroco y efectista que el de Virgilio, la Farsalia sólo cede el primer puesto en la historia de la épica latina ante la Eneída.
El tema de la obra es la guerra civil entre César y Pompeyo, un acontecimiento que había tenido lugar más de medio siglo antes del nacimiento del autor. Es una obra inconclusa, ya que Lucano fue obligado a suicidarse antes de poder terminarla. El último de sus libros, el X, termina con la entrada de César en Alejandría tras la muerte de Pompeyo. Aunque no tenemos manera alguna de saber en qué punto pretendía Lucano finalizar su obra, algunos especialistas han afirmado que ésta, de haberse concluido, lo habría hecho con la muerte de César en el 44 a.C. La muerte del tirano habría sido sin duda un tema muy apreciado por un Lucano que ya se había desengañado de las supuestas bondades del gobierno de Nerón y participaba en conjuras para acabar con él.
La principal característica que hay que destacar de la Farsalia es la elección de un tema histórico cercano a la época del autor frente a la tendencia tradicional en la épica de escribir sobre épocas pretéritas envueltas en las brumas de mito. De hecho con excepción de algunos episodios puntuales, el relato de Lucano es bastante fiel a la realidad histórica que nos muestran otras fuentes, algo que demuestra que el joven poeta se documentó abundantemente antes de escribirlo. Sabemos que Virgilio, antes de escribir la Eneida, dudó si escoger como tema las luchas de Augusto para llegar al poder, un tema arriesgado políticamente que prefirió no abordar. Lucano, sin embargo, prefirió seguir la estela de otros poetas latinos, como Nevio, y escogió un tema histórico que ni los más ancianos de sus coetáneos habían vivido.
No es sólo en la elección del tema donde Lucano se aparta del modelo virgiliano. La Farsalia es una obra paradigmática de los gustos de época neroniana. Las descripciones de Lucano son largas, detallistas y hacen uso de un lenguaje técnico, casi científico. Frente a la sencillez de Virgilio, Lucano usa un lenguaje barroco, muy recargado, con uso de abundantes recursos literarias de gran efectividad sonora y simbólica.
Aunque Lucano parte de una pretendida objetividad en la narración, poco a poco sus preferencias se van decantando por el bando de Pompeyo. César aparece dibujado como un aspirante a tirano que no duda en acabar con las estructuras de la República para afianzar su propio poder, mientras Pompeyo va convirtiéndose en una figura trágica con un destino marcado por la fatalidad. Mientras César representa el futuro poco prometedor que espera a Roma, Pompeyo y los suyos encarnan de forma trágica a la moribunda República. Sin embargo, no es Pompeyo el gran héroe del poema. La figura que sobresale por encima del resto es la de Catón de Útica, estoico defensor de la República y único personaje representado sin rastro alguno de crítica o defecto.
La Farsalia no fue publicada, con excepción de los tres primeros libros, en vida de su autor. La persecución de Nerón hizo que la obra íntegra permaneciera inédita hasta época de los Flavios, momento en el cual comenzó a leerse con gran interés y alcanzó un enorme éxito. Aunque su situación a medio camino entre la épica y la historia fue motivo de crítica por parte de algunos, como Servio, fue precisamente este carácter histórico lo que permitió que en la Edad Media se siguiera considerando el poema de Lucano de gran utilidad, y digno, por tanto, de ser copiado por los monjes en numerosos manuscritos.