Duque de Saint-Simon
Louis de Rouvroy, Duque de Saint-Simon (París, 16 de enero de 1675 - ibídem, 2 de marzo de 1755) fue un escritor y diplomático francés. Es conocido por sus famosas Memorias acerca de la corte de Versalles durante el reinado de Luis XIV.
Político, memorialista e historiador francés del siglo XVIII, de excepcional agudeza psicológica y rara libertad de pluma. Tras participar en diversas acciones militares, en 1702 abandonó el ejército, al no haber sido aceptado en una promoción de brigadieres, tras lo cual se integró en la vida de la corte. En el terreno político, se mostró contrario a la autocracia de Luis XIV y abogó por un mayor peso y poder de la nobleza en la alta política, lo cual le impidió desempeñar cargos de relevancia. Llevó a cabo algunas misiones diplomáticas, en calidad de embajador, hasta que, tras la muerte del regente, decidió retirarse de la vida pública y dedicar su tiempo al estudio y a la redacción de ensayos históricos sobre la Iglesia y la alta nobleza, y, sobre todo, a su obra capital, sus Memorias (1739-1752), que había soñado escribir desde joven, y en las cuales se muestra como un certero observador de su tiempo, con gran talento en la recreación de ambientes, aunque con tintes parciales en el juicio de hechos y personajes.
Descendía de una antigua familia de caballeros; era hijo único de un hombre muy rico de 68 años, nombrado duque y par por Luis XIII, y de una madre de menos de 30, perteneciente a una familia de ministros. Emparentado con las familias más poderosas y prestigiosas de la época, el recién nacido fue sostenido en la fuente bautismal por Luis XIV y la reina María Teresa, en Versalles.
Compañero de juegos y de estudio del duque de Chartres, sobrino del rey, fue educado en una atmósfera rigurosa y un poco triste. Recibió una educación sólida, especialmente en historia, filosofía y teología, y conoció el alemán a la perfección. En 1690 hizo sus ejercicios de esgrima y de danza en una academia de equitación, antes de entrar en los mosqueteros al año siguiente. Su carrera militar tuvo poco brillo y se retiró de ella en 1702.
Entre 1700 y 1715, su vida fue la de un cortesano que intrigaba de forma muy activa para preparar la sucesión del Rey Sol, cuya autocracia le indignaba. La muerte del duque de Borgoña, en la que vio un signo de la cólera divina contra el absolutismo de Luis XIV, le produjo un profundo abatimiento y le inspiró una ardiente Lettre anonyme au Roi (1712). A la muerte del rey, entró por fin en el Consejo de Regencia. Pero Felipe de Orleans se mostró menos dócil de lo que esperaba y poco a poco fue disminuyendo su influencia en la Corte hasta que se alejó definitivamente de ella y se retiró a sus tierras, en La Ferté-Vidame.
A partir de entonces se dedicó por completo al estudio. Se le había confiado el Diario de la Corte de Francia del marqués de Dangeau, memorial de todo lo que había ocurrido en la Corte entre 1684 y 1720, y Saint-Simon hizo adiciones al mismo durante diez años, las cuales constituyeron la materia prima de las futuras Memorias. En 1739 se volcó en la redacción de sus Memorias, que cubrían los años de 1691 a 1723. Esos once años (1739 a 1750) le permitieron componer su versión del fin del "siglo de Luis XIV" y de la Regencia, defendiendo una concepción estrictamente jerárquica de la sociedad. En 1746 redactó su último texto importante, el Parallèle des trois premiers Bourbons, panegírico de Luis XIII, presentado como un rey más grande que su padre Enrique IV y que su hijo Luis XIV. El final de la existencia de Saint-Simon fue sombrío: cubierto de deudas, había perdido a su amada mujer en 1743, y en 1746 y 1754 fallecieron sus dos hijos.
Las Memorias de Saint-Simon
Escritas con la clara intención de dar un cuadro completo de la vida y de la política de la Corte de Versalles, y basadas en el testimonio directo del propio Saint-Simom, las Memorias sobre el reinado de Luis XIV y la Regencia abarcan un espacio de tiempo de más de 30 años (de 1691 a 1723), por lo que llega a tratar incluso de la "Regencia" de Felipe de Orléans, con frecuentes digresiones que ilustran la época anterior al 1691; sin embargo, el mayor interés del relato radica en los últimos lustros del reinado del Rey Sol, por lo que el libro fue titulado por algunos editores Memorias de la Corte de Luis XIV. Valiéndose del material recogido desde su primera juventud, Saint-Simon se dedicó primero, a partir de 1723, a componer escritos diversos de historia y política; hacia 1730 empezó a anotar el Diario de la Corte de Francia de Dangeau, que le sirvió más tarde de guía en la composición de las Memorias, en las que confluyó todo el material de sus estudios precedentes.
Desde el punto de vista de la exactitud histórica, la obra es de valor bastante desigual y todo lo contrario de imparcial. Saint-Simon es enemigo declarado de Luis XIV y de su reinado ("ce long règne de vile bourgeoisie"); el absolutismo, la centralización del gobierno y la nivelación política de las clases sociales ante la autoridad regia le parecen la ruina de Francia. La única solución posible es para él un retorno al régimen feudal, en el que los duques y pares de Francia (es decir, los nobles de su rango) recobren toda la autoridad tradicional. La innata honradez de su alma y la sinceridad de su fe religiosa sirven para hacerle tolerante al menos en este campo (de hecho, reprobó la Revocación del Edicto de Nantes); pero para todo lo demás es un ciego y estrecho "laudator temporis acti", dispuesto a criticar sin discernimiento cualquier novedad, y defensor ridículamente puntilloso y formalista de todas las prerrogativas y los privilegios tradicionales de la nobleza.
Su apasionamiento le induce a formular una cantidad de juicios políticos de increíble ingenuidad y a alterar incluso, alguna vez de buena fe, la verdad de los hechos. Por otra parte, su espíritu novelesco, preocupado siempre en escudriñar detrás de los bastidores de la escena histórica, dispuesto a creer el menor chisme ligado casi siempre a los testimonios orales, lo lleva a aceptar como verdad una cantidad de noticias y de rumores que la historia ha reconocido como infundados.
Sin embargo, su obra es de capital importancia para la historia de las costumbres, y es un monumento literario de los más grandiosos y característicos de la literatura francesa; este implacable y malévolo testimonio, este hombre de mente estrecha y lleno de prejuicios, es, por naturaleza, un psicólogo de maravillosa profundidad y seguridad, capaz de expresarse en la forma más precisa, pintoresca y genial que haya alcanzado nunca la prosa del "siglo de oro". Su obstinación en buscar siempre la verdad por encima de las apariencias le sirve aquí admirablemente; no sabe valorar el verdadero alcance de los hechos, carece de sentido político, pero siente profundamente el drama de la vida del individuo en relación con su grupo social; capta la verdad de las almas, atisba el secreto mecanismo de los sentimientos y de las pasiones, revela con certera intuición el desarrollo de las ambiciones, del amor propio, de los profundos afectos y de las tenaces vanidades que gobiernan las acciones de sus personajes.
Sus treinta volúmenes son, pues, una inmensa galería de insuperables "retratos", sin que por otra parte se le escape el sentido de las masas ni la fisonomía de los grupos. La vida de la Corte de Versalles revive en sus páginas como en un desmesurado fresco con estilo personalísimo, donde la expresión rebuscada alterna con la frase trivial, el vocablo selecto con las palabras más brutalmente vulgares, y las leyes de la sintaxis quedan infringidas por el impetuoso vigor de su apasionado temperamento. Saint-Simon pone un gran refinamiento psicológico al servicio de sus incomparables cualidades de escritor nato. La obra permaneció inédita durante todo el siglo XVIII (época típicamente cerebral, en la que Saint-Simon hacía un papel de superviviente); los pocos que la conocieron manuscrita (Duclos, Mme. du Deffand) la consideraron carente de interés literario. Publicada en 1830, fue, en cambio, apasionadamente leída y exaltada por la primera generación de los románticos.