Al-Mutanabbi, poema: Nostalgia de Al-Kufah


Asesinaran al amante apasionado.
Juventud colmada —¡Volved oh días en que
Se arrastraba mi falda en Dar Athla, cerca de Kufa!—
Que Dios te guarde ¿Alguna vez has visto lunas llenas 
Levantarse entre velos y collares,
Arqueras de dardos con timonera de pestañas
Que atraviesan los corazones antes que los cuerpos
Y que sorben de mis labios las gotas
Más dulces que el dátil de Iraq o la profesión de fe?
Cada una de las mujeres cimbreadas más suaves que el vino
Tiene un corazón más duro que las rocas,
Trenzas como perfumadas de ámbar con agua de rosas y áloe,
Negras como los cuervos, densas,
negrísimas, rizado sin artificio;
El almizcle de sus trenzas carga el viento
y muestra de los dientes lo frío
en tanto que juntan mi cuerpo y la enfermedad,
las pestañas con el insomnio.
He aquí mi corazón, es tuyo, para que me destruyas.
Aminora mi sufrimiento, o auméntalo.
Bienvenida sea para mí la debilidad como héroe
Cazado por un peinado y por un cuello.
Todo lo que viene de la sangre está prohibido
Beber, salvo lo que viene del racimo de uvas.
Sáciame con ello y que sean para tus ojos
De gacela mi ser, mi hacienda y mi herencia.
Las canas de mi cabeza que tengo por ti,
Mi pobre estado, mi delgadez
Y mis lágrimas son testigos:
¿Qué día me alegraste con una unión que
No me atormentaras tres, separándote?
Mi estancia en la tierra de Nakhla no fue sino
Como la del Mesías entre los judíos.
Mi lecho es la grupa del caballo y
Mi camisa es una férrea cota de malla:
Una coraza amplia reluciente bruñida
Forjada por la mano de David, el primer armero.
¿Qué beneficio hay en el caudal de
De una vida apremiada de crueldad?
Mi pecho está oprimido y larga es la busca de
Subsistencia y breve el tiempo de descanso;
Comencé a cruzar las tierras y mi estrella
Se apagó pero mi celo se anima
Quizás esperanzado parte de lo que luego alcanzo
Por la gracia del más grande y venerable,
Por un noble cuya ropa es de áspero lienzo
Y para quien la seda de Merva es atuendo de monos.
Vive gloriosamente o muere noblemente
Entre lanzas enhiestas y ondear de banderas;
Las cabezas de las lanzas mitigan la furia
Y sacian el rencor que alimentan los odios,
No como tú que viviste sin fama para morir sin que te recuerden.
Busca la gloria en la hoguera y desprecia la humildad
Incluso si se encuentra en el paraíso eterno.
Morirá el cobarde inútil
Incapaz de rasgar un infantil velo de prudencia 
Mientras se fortalece el joven temido que
Nada en un pecho valiente.
No en mi pueblo me honré sino él conmigo
Y en mí mismo encontré gloria, no en mis antepasados
Aun cuando en ellos está la gloria de toda Arabia,
El refugio del criminal y el socorro de quien huye.
Si yo me vanaglorio, lo hago con la vanidad
De quien no ha encontrado sobre sí lo que le exceda.
Yo soy el compañero de la generosidad y el señor de la rima y
El veneno de los enemigos y la rabia de los envidiosos;
Yo soy entre mi gente –que Dios los ampare
Un extranjero como el profeta Salih en el pueblo idólatra de Thamud. 

Traducido por Adriano Duque
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