Javier del Hoyo, Doctor en Filología Clásica, autor de Eponimón
Los epónimos, esos grandes desconocidos de nuestra lengua. Nadie sabe
definir lo que son, pero se usan a todas horas. Todo el mundo ha visto
la gala de los Oscar, se ha bañado en un jacuzzi o ha armado la
marimorena. En todas esas expresiones hay un epónimo. No son más que
aquellas palabras cuyo origen está en un nombre propio, ya sea de una
persona, una ciudad o hasta un bar.
Algunos son más que conocidos,
como ese famoso: '¡Anda, se parece a mi tío Oscar!' que dio nombre al
premio más prestigioso del mundo del cine. Otros son casi desconocidos,
como que la famosa bañera con burbujas debe su nombre a su inventor,
Cándido Jacuzzi, o que la popular expresión 'Armar la marimorena' se
debe a la taberna madrileña María Morena, que en el siglo XVI reservaba
el buen vino para sus mejores clientes, lo que provocaba líos con el
resto.
Curiosidades de nuestra lengua que en plena época de tuits, whatsaps y
demás redes sociales va perdiendo su riqueza. De vez en cuando algún
intrépido se encarga de resucitarla. En esta ocasión se trata de Javier
del Hoyo, Doctor en Filología Clásica, que en su libro Eponimón
(Editorial Ariel) ha creado una guía sobre estas palabras que usamos a
pesar de desconocer su significado originario. Del Hoyo se aleja del
clásico glosario de términos y se las apaña para crear una narración que
intercala sin pausa centenares de epónimos mientras explica de dónde
vienen.
La idea surgió hace 7 años, pero no ha sido hasta ahora, y
empujado por un primer libro sobre etimología, cuando se ha animado a
continuar su misión de “divulgar lo que, como profesor de universidad,
estudio e investigo”. Para el autor este tipo de libros son de una gran
importancia, ya que si en el colegio no nos explican el origen de
nuestra lengua alguien tiene que hacerlo. “Es fundamental conocer bien
nuestro idioma, porque eso hace que hablemos con propiedad, que sepamos
lo que queremos decir”
En su tarea de buscar y recopilar epónimos tenía algunos muy claros,
pero también ha descubierto otros que le han sorprendido como 'Cereza',
que viene de Cerasus, ciudad griega que se asentaba en la costa sur del
Mar Negro y en la que Lúculo vio un fruto rojo y dulce que los griegos
habían bautizado con el nombre de la ciudad, Cerasia. “De la mayoría de
estas palabras hemos olvidado el origen. Muy pocas personas saben de
dónde procede la palabra mecenas, o que el moisés donde tantos niños han
pasado meses de vida se remonta a aquellos mimbres que viajaron por el
Nilo con Moisés dentro”, explica.
Incluso palabras antiguas que
decían las abuelas como 'antimacasar', ese paño hecho de ganchillo que
se ponía en la cabecera de los tresillos, son epónimos. En este caso
hace referencia a la isla de Macasar, de la que en el siglo XIX se
traían aceites que decían que prevenían la calvidice, por lo que los
hombres se los echaban por la cabeza dejando manchas en los sillones
cuando se recostaban. La solución: ese trapito que terminó llamándose
'antimacasar'.
Entre ministros y porteros de fútbol
No todas las personalidades que han dado su nombre a las palabras se
remontan al mundo clásico, hasta ministros españoles se han convertido
en epónimos. Es el caso de Javier Moscoso, ministro de Administraciones
Públicas del PSOE, que el 21 de diciembre de 1983 firmó una instrucción
que incluía un nuevo derecho para los funcionarios: los días de asuntos
propios para compensar una subida del IPC del 12% que el Estado no podía
asumir como subida salarial. Actualmente la gente dice que 'tiene un
moscoso', recordando sin saberlo a la persona que dio luz verde a la
medida.
Para Javier del Hoyo los epónimos tienen un enemigo: internet, donde
se difunden bulos y leyendas urbanas sobre el origen de las palabras
que se extienden rápidamente. “En los últimos años hemos visto que
después del bikini se ha hablado del trikini y el monokine, como si el
'bi' hiciera referencia a una partícula de cantidad, y eso no es cierto,
ya que la prenda toma su nombre del atolón Bikini”, explica el autor.
Uno
de los campos donde existen más palabras de este tipo es el de los
deportes. Una jornada maratoniana, una victoria pírrica, los cancerberos
de los equipos o hasta los 'hooligans' británicos deben su origen a
nombres propios como el criminal irlandés Patrick Hooligan o al perro
Cerbero que con sus tres cabezas custodiaba la puerta del Hades.
Mientras cálcense unos 'manolos', tomen unas 'sardinas' y hagan caso a
su amor 'platónico'. Los epónimos y la lengua española lo agradecerán.