El mito del eterno retorno, Mircea Eliade

El mito del eterno retorno, Mircea Eliade

Este libro, un ensayo que versa sobre la historia de la mitología es una obra muy bien redactada, muy cuidada en cuanto a forma y contenido, aunque abusa un poco de frases subordinadas, y de un vocabulario muy complejo. En algunos momentos cae en la repetición de algunos conceptos más que nada por la necesidad de compararlos con otros nuevos que se aportan, aunque mantiene en todo momento la coherencia de la estructura y la tensión, ya que se sigue el mismo registro durante toda la obra. Es un libro perfectamente estructurado en cuatro capítulos subdivididos en los que va avanzando en el estudio del tema gradualmente, peldaño a peldaño, hasta llegar a las conclusiones finales.

El autor utiliza un registro muy elevado, con un tono muy formal o educado. El vocabulario es muy complejo y exige un nivel alto al lector, además de unos conocimientos de historia, filosofía, literatura y mitología bastante amplios. El uso abundante de frases subordinadas, léxico complejo y tema muy específico hace que sea una obra compleja de leer para quien no esté versado en ella y acostumbrado a obras de similares características. A pesar de ello, el autor expone sus ideas con claridad, de forma muy organizada y muy secuencial, y el hecho de utilizar multitud de ejemplos facilita la comprensión del ensayo. El lenguaje, cuando el escollo del vocabulario específico y de los conocimientos previos se ve superado, resulta exquisito y elegante. Es coherente en toda la obra; de hecho es el lenguaje que cualquier lector que conozca al autor se va a esperar. No es un libro de divulgación, es un tratado específico y el estilo así lo pone de manifiesto.


Sin duda alguna, estamos ante una obra difícil, muy interesante para aquellos que deseen estudiar el tema del origen de las religiones, pero muy compleja para quien no tenga un vocabulario muy amplio y no esté muy interesado en el tema.



El tema principal que el autor desea explicar en este ensayo es la existencia de dos corrientes básicas religiosas en la historia, estudiadas desde el punto en el que cada una de ellas enfoca el devenir histórico de la humanidad. El autor basa una de esas dos corrientes en el mito del eterno retorno, en un concepto histórico cíclico en el que anualmente, todo se repite, sin avanzar en la religiosidad. Los hechos humanos avanzan, suceden en el curso de los años, pero la religión, las creencias permanecen fijas, inmutables, pues sucedieron en otro tiempo, pero al celebrar ritos determinados vuelven a sucederse periódicamente, retornan eternamente. La otra corriente, basada en las religiones mesiánicas o desveladas, incide en el concepto historicista de la religión, y expresan el avance en el tiempo de esta. No son sucesos ocurridos in ilio témpore, sino que ocurren en un momento concreto de la historia y no se repiten cíclicamente.



Al margen de este tema, son tratados otros de forma menor, pero todos ellos lo son en base a la utilidad que tienen para explicar el concepto del mito del eterno retorno en las religiones más arcaicas. Entre estos temas menores podemos destacar el estudio que hace de la fe en la que se basan las religiones reveladas como el agente liberador de las reglas de la naturaleza y la principal fuerza creadora de estas religiones. Otro tema es el concepto de oposición entre sagrado/civilizado y profano/caótico que establecen las religiones arcaicas y su forma de civilizar nuevos territorios, personas y objetos por medio de rituales que transmiten los actos realizados por los dioses o héroes. El tema de la aceptación del sufrimiento en cuanto a que este es causado por agentes caóticos y la necesidad de recurrir a agentes sacralizadores en las religiones «retornistas» enfrentado a la idea de las religiones historicistas en las que el sufrimiento es causado por la voluntad del dios como ser supremo también se toca, aunque de forma más tangencialmente. Otro tema importante es la enseñanza, en base a todos los ejemplos que utiliza el autor para ilustrar sus tesis, que son realmente muy ejemplificadores, de que  podemos extraer la idea general y abstracta de religión y mito común a todas las creencias, de los casos concretos de cada una de ellas, pudiendo, a lo largo de la geografía y el tiempo, encontrar patrones de comportamiento comunes que sirven para llegar a las conclusiones a las que llega el autor. 


Respecto a la utilización de las fuentes y citas, son todas correctas, y adecuadas, así como los ejemplos utilizados, algunos difíciles de comprobar, ya que él es en realidad el autor de referencia para esta disciplina, y muchos de ellos son ejemplos observados directamente sobre el terreno, como en el caso de tribus africanas y asiáticas.


Para mí, un factor positivo  a destacar es el amplio conocimiento que del tema tiene el autor y el hecho de ser una autoridad mundial en el estudio de las religiones, así como su exposición organizada y muy ejemplarizada de las tesis que sostiene. Es un libro de estudio básico, una obra de cabecera para especialistas en la materia, ya que es un tema totalmente vigente aunque sus comparaciones y su análisis.


Sin embargo, un factor negativos que podría llamar la atención es extraordinaria complejidad y especialización del lenguaje que hace necesario un dominio muy exquisito y amplio del mismo por parte del lector, así como unos conocimientos importantes de filosofía, historia, literatura y mitología. No es un libro recomendado a profanos en la materia. En algunos aspectos, para quien no la conozca ni la domine puede parecer que falta profundidad en algunos conceptos, pero es debido a que esos conceptos se tratan en otras obras del mismo autor o de otros autores más exhaustivamente, de ahí las referencias continuas a otros ensayos y tratados. Si cada concepto nombrado se profundizara no sería un volumen de 112 páginas, sino una enciclopedia.


De todas formas, debemos valorar que  el autor es una eminencia y un referente mundial en su campo. Quien quiera profundizar en esta disciplina necesariamente tiene que remitirse a él.