LA CETRERÍA, DEPORTE DE REYES Y PRÍNCIPES
La
cetrería es un deporte cinegético cuyos orígenes se pierden en la noche
de los tiempos. Consiste en el empleo de aves de rapiña entrenadas para
cazar aves de gran tamaño como grullas, avutardas, gansos y otras aves
más grandes que ellas mismas, las cuales no cazarían por sí mismas (Federico II, prólogo).
Estas
técnicas venatorias, desconocidas para el mundo clásico, llegaron a
Europa de mano de los invasores germánicos en torno al siglo V de
nuestra era. Las primeras muestras de lo que es la cetrería, tal y como
se ha entendido durante toda la Edad Media, época dorada de la misma y,
se sigue entendiendo hoy día, se encuentran en los mosaicos de la Villa
del Halconero (Argos, Grecia). Una vez introducida por los pueblos
godos, se difundió con rapidez por toda Europa convirtiéndose en el
deporte favorito de príncipes y reyes. La cetrería declinaría en el
Renacimiento debido al perfeccionamiento de las armas de fuego, y
llegaría casi a su desaparición en toda Europa.
LA LITERATURA CETRERA
Como
todos los saberes, la cetrería dio lugar a una fecunda e interesante
producción literaria, si bien en la Europa heredera del Imperio de
Occidente fue relativamente tardía, pues el primer testimonio conocido
es del siglo X, mientras que en el mundo musulmán, que es el otro camino
por el que llegó la cetrería a Europa, data del siglo VIII, aunque en
él se habla de textos bizantinos y persas que nos remontarían a cien
años antes.
Esa
primera literatura cetrera europea, escrita toda ella en latín y cuyo
asunto básico es la terapéutica aviaria, se inicia en el siglo X con el
llamado Anónimo de Vercelli, un brevísimo recetario con treinta y tres
remedios para las enfermedades y accidentes de las aves de cetrería. En
el siglo siguiente, un tal Grimaldus redactará otro recetario conocido
como el Liber accipitrum. Será en el siglo XII en el que se dé la gran
eclosión de la literatura cetrera. En dos reinos muy separados entre sí,
pero unidos a la vez, se redactan algunos de los más interesantes y
difundidos libros de cetrería. En Sicilia, recientemente recuperada para
el mundo occidental por los reyes normandos, se escriben dos tratados
que han ejercido una gran influencia en los libros de cetrería de toda
Europa: el Dancus rex y e Guillelmus falconarius.
La frontera entre los viejos tratados latinos, que básicamente son el libro del halcón enfermo (van den Abeele 1994: 263), y los nuevos tratados vernáculos la marca el De arte venandi cum avibus del emperador Federido II.
Federico
II de Hohenstaufen, o de Suevia, Emperador de los Romanos (1220-50),
rey de Alemania (1212-50), rey de Jerusalem (1229-43), rey de Sicilia
(1197-1250) y duque de Suabia (1228-35), nació el 26 de diciembre de
1194 en Jesi (Italia).
Gran
apasionado de la caza, es especial de la cetrería, y de las ciencias
naturales, se dedicó durante más de treinta años a acumular
informaciones y experiencias para redactar la obra cumbre de la
literatura cetrera occidental: el De arte venandi cum avigus o Arte de Cetrería. El sabio emperador consideraba todos los libros anteriores a él mendaces et insufficienter compositos.
El
libro I es un completo y complejo tratado de ornitología en el que se
ocupa de la división de las aves de acuerdo a sus hábitos y maneras de
alimentarse, de la alimentación y ritmo diurno de las aves, la
migración, la reproducción, morfología y anatomía de las aves, el
plumaje, el vuelo, las estrategias de defensa y ataque y, por último, de
la muda.
El
libro II está dedicado a los principios básicos de la cetrería y
afeitamiento de los halcones. Partiendo del desnide de los pollos y los
primeros cuidados de los halcones niegos se ocupa a continuación del
contacto de estos pájaros con los seres humanos, del equipamiento de los
halcones –pihuelas, caperuzas, lonja, etc.- y pestañeo, para proseguir
con la captura y cuidados de los halcones silvestres –pasajeros y
zahareños-, cualidades y estados de ánimo de los halconeros, principios y
primeras etapas del afeitamiento de los halcones, cómo acostumbrarlos a
los posaderos –alcándaras y bancos-, su construcción y ubicación y los
ruidos, el descosido de los ojos y la utilidad del roedero, las
debatiduras, sus causas y remedios, el transporte de los halcones a pie,
el baño, el transporte a caballo y las salidas, los errores en el
afeitamiento y cómo corregirlos y, por último, la utilización de la
caperuza, artilugio del que se vanagloria de haber sido su introductor
en Europa tras su participación en la VI Cruzada, en 1228-29.
En
el libro III se inicia el entrenamiento cinegético de las aves de
cetrería, pues está dedicado a cómo hacerlos señoleros e introducirlos a
los escapes (traínas). Así habla de la confección del señuelo y los
primeros vuelos, de los vuelos al señuelo en el campo, sobre los
halcones sociables y de los que no lo son, del afeitado de los
gerifaltes y del empleo de las traínas de liebres, de la preparación y
utilización de las traínas de grullas y, por último, del uso de los
perros.
Los
tres libros restantes ya son mucho más especializados, pues tratan de
la introducción de tres especies de halcones –gerifaltes, sacres y
peregrinos- a una presa determinada cada uno de ellos –grullas, garzas y
anátidas-.
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