Adolfo Muñoz Alonso
Adolfo Muñoz Alonso (Peñafiel, Valladolid, 7 de julio de 1915 + Santander, 21 de julio de 1974) fue un filósofo, ensayista y rector de la Universidad Complutense, de Madrid.
Filósofo, escritor y político español, nacido en Peñafiel y muerto en Valdecilla, fue profesor en las universidades de Valencia y Madrid, Rector de la Complutense de Madrid y presidente del Instituto Internacional de Estudios Europeos de Bolzano, además de profesor extraordinario del Departamento Superior de Teología de la Universidad Católica de La Plata. Ha sido consultor, designado por la Santa Sede, del Secretariado para los no cristianos, y del Secretariado Nacional de Ecumenismo. Ocupó hasta su muerte el cargo de procurador en Cortes y consejero del Reino. Entre sus obras destacan las de carácter filosófico con proyección en lo social y en lo político: La trascendencia de Dios en la filosofía griega (1947), Valores filosóficos del catolicismo (1954), Persona humana y sociedad (1955), Expresión filosófica y literaria de España (1956), Presencia intelectual de San Agustín (1961), Meditaciones sobre Europa (1963), Filosofía a la intemperie (1975) y, en colaboración con Tierno Galván, La huelga (1975).
Su pensamiento se desenvuelve en una perspectiva agustiniana, que se fue transformando gradualmente en un auténtico tomismo. Dentro de los temas de la existencia, elabora la idea de relación como categoría que fundamenta la existencia humana en todas sus manifestaciones mundanas, así como la de su fundación en Dios. Para Muñoz Alonso tiene una importancia capital el lenguaje, no sólo como vehículo de expresión, sino también como recreación de las cosas y de la misma persona. La "esperanza" es para él la expresión teológica de la "relación" fundamental y fundante. El ateísmo positivo contemporáneo representa la despersonalización del hombre en fuga de sí mismo; cuando el hombre se esconde a la mirada de Dios, es Dios quien se torna ausente del hombre.
De espíritu inquieto y ajeno a cualquier dogmatismo filosófico Adolfo Muñoz Alonso experimentó profundamente la crisis de los valores que sufre nuestra época y que ha reflejado el existencialismo.Adscribiéndose a la Escuela de San Agustín,su maestro por excelencia,subraya la derelicción humana,debida al inmanentismo moderno,que llama a contrario a una superación íntegra hacia el infinito;en este sentido invoca el testimonio de Blaise Pascal,de los místicos españoles,de Miguel de Unamuno y de Eugenio d´Ors.Pero la influencia capital de Antonio Rosmini (en Gallarate Adolfo Muñoz Alonso fue presidente del Centro rosminiano) le permite proponer una salida a esta angustia universal.La recurrencia a un conocimiento intuitivo y poético,a base de amor oblativo,de tipo pauliniano y franciscano,nos conduce a un teísmo católico,más platónico que aristotélico,a la manera de Plotino,John Duns Scoto,Ramon Llull,Marcelino Menéndez y Pelayo,Romano Guardini,Michele Federico Sciacca o Gabriel Marcel.Y a este nivel la libertad coexiste con la humildad intelectual,pues “el pensamiento es una manifestación parcial de la totalidad individualizada del ser humano”.(Filosofía a la intemperie,página 164).Y no olvidemos el corazón,la caridad.
Parte de su pensamiento se halla también en sus innumerables conferencias, en las que defendió siempre con vigor y elevado estilo los grandes valores de la filosofía cristiana.
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