A las estrellas les cuesta apagarse. Llevamos contando su marcha desde que en 2010 hizo público el anuncio de su retirada… pero el partido llevaba prórroga y penaltis. Hace cinco años contó que se quedaría cinco años. Y cinco años después se confirma su propia amenaza, a Jorge Herralde sólo le jubila la biología. Aunque ha puesto una nueva fecha para el adiós, 2 de enero de 2017.
Después de más de cuarenta años al frente de su empresa, y con casi ochenta a cuestas, parece que entramos en sus últimos dos años de reinado en Anagrama antes de entregar las armas más valiosas de la industria editorial independiente al gigante italiano Feltrinelli, que está dispuesto a lo que haga falta con tal de ejecutar una salida sin ruidos ni escándalos, a pesar de que ya tiene el control absoluto del accionariado.
La lista Herralde
Desde la editorial aseguran que la decisión se ha tomado desde Barcelona, pero en entrevistas como la que concedió a la escritora y periodista Gabriela Wiener reconoció que entregaría una “lista de nombres para ofrecer a Felitrinelli”. De hecho, el capo Carlo ya visitó en varias ocasiones la ciudad condal para tantear editores cara a cara, antes de que tuviera la lista Herralde.
El editor tiene la capacidad de concitar todos los latiguillos periodísticos imaginables, empezando –un, dos, tres, responda otra vez- por la madre de todos ellos: “referente editorial”. Digamos que esa es una virtud agregada, entre las propias se encuentra la de hacer de su sello una familia. Esta es la clave del éxito de Anagrama con sus escritores latinoamericanos y españoles.
Es decir, hace de sus autores parientes y elimina el matiz empresarial de sus relaciones con ellos. Una gran familia unida, en la que cierran filas autores de talla como Rafael Chirbes, Ricardo Piglia, Vicente Molina Foix, Andrés Barba, Sergio Pitol, Juan Villoro, Martín Caparrós, Guadalupe Nethel, Leila Guerriero o Alejandro Zambra, entre muchos otros.
Esas cosas mohicanas
Entre sus virtudes no está el don de la humildad, que ha olvidado utilizar cuando algunos de sus descubrimientos han decidido romper con esafidelidad low cost a cambio de algún sello de los grandes grupos editoriales del país, con chequeras menos agarradas. Entre los casos más sonados de su historia está Javier Marías, que le dejó por Alfaguara (ahora Penguin Random House) y aireó sus artes económicas y “contratos leoninos” allá por 1996. También son parte del “pasado” Enrique Vila-Matas, que marchó a Seix Barral (Planeta) y Belén Gopegui, también a Penguin Random House.
Pruebas de su alta estima habitan a miles en el estupendo Opiniones mohicanas, libro que publicó en Acantilado de Jaume Vallcorba. En el artículo titulado Nadando con tiburones explica que “ser un editor independiente se está convirtiendo, por lo visto (y sobre todo por lo preguntado), en una anomalía, en especial si se juega en la pista central de la edición literaria”. Como arranque no está nada mal. “Las editoriales de un megagrupo pueden seguir con una política disparatada de anticipos, sin tener que atenerse (de inmediato)De los años de la ruptura con Marías aparece este artículo, en el que también hace la ola al editor literario y a las dificultades para permanecer independiente, aunque no se sabe muy bien a qué. “O sea que el editor independiente se encuentra nadando con tiburones, es decir con los grandes grupos, también bailando, si no con los lobos, sí con egos, los egos de ciertos autores convenientemente hinchados por ciertos agentes literarios y por ciertos colegas, y todo al himno de la apoteosis neoliberal, del pensamiento único, que naturalmente aspira al fin del precio único con la catástrofe cultural que supondría para ese ecosistema nuestro”. Todas las razones industriales y políticas propias de un editor de finales del siglo XX, se diluyen en el enojo de sus apreciaciones personales.
Herralde se resiste a seguir el camino natural que hicieron sus compañerasEsther Tusquets y Beatriz de Moura con sus editoriales (Lumen y Tusquets, respectivamente). Al legendario editor le cuesta soltar las riendas, pero debe comprender que su guerrilla contra un sistema cultural corrupto tiene ahora más herederos insumisos que nunca. Tranquilo, quedamos en buenas manos.