México.Saltillo, Coah.- Ignacio Manuel Altamirano es para Julio Moguel, coordinador del libro "Altamirano, Vida, Tiempo y Obra", uno de los escritores más relevantes y subvalorados de México. A 122 años de la muerte del autor de "El Zarco", que se cumplen hoy, el libro coeditado por Juan Pablos Editor y el Centro de Estudios Sociales y de Opinión de la Cámara de Diputados, da una luz a las preocupaciones y virtudes de un pensador que sentó las bases de la novela moderna y la cultura mexicanas.
Una serie de ensayos con distintas perspectivas de Altamirano, entre los que sobresale un breve texto inédito escrito por Juan Rulfo, dan la oportunidad de revalorar al escritor, periodista, historiador, político y maestro mexicano nacido en 1834 en Tixtla, Guerrero.
En entrevista con Zócalo, Julio Moguel, Víctor Jiménez, Jorge Zepeda y Mario Casasús, cinco de sus autores, compartieron sus ideas sobre los ideales anti coloniales de Altamirano, su interesante aportación a la investigación histórica, la retórica oculta en sus personajes y su perfil biográfico, pocas veces abordado por los estudiosos de su obra
VISIÓN DE RULFO
Sobre el texto que el autor de "El Llano en Llamas" dedicó a Altamirano, Víctor Jiménez, presidente de la Fundación Juan Rulfo, opina que es una forma de valorar la importancia del "El Zarco" en la literatura mexicana y, además, una suerte de identificación con sus ideales y preocupaciones culturales.
"Rulfo valora toda la importancia de la novela "El Zarco" de Altamirano como la que
abre la puerta a la novela moderna en México y, a parte de revalorar su postura como crítico literario, también identifica a Altamirano como alguien que tiene una concepción anti colonial de la cultura mexicana. Esta mención de Rulfo me parece muy valiosa porque quizá el propio Rulfo se identifica con Altamirano en cuanto a la idea de tratar de construir una imagen de la cultura nacional", comparte Jiménez.
abre la puerta a la novela moderna en México y, a parte de revalorar su postura como crítico literario, también identifica a Altamirano como alguien que tiene una concepción anti colonial de la cultura mexicana. Esta mención de Rulfo me parece muy valiosa porque quizá el propio Rulfo se identifica con Altamirano en cuanto a la idea de tratar de construir una imagen de la cultura nacional", comparte Jiménez.
“Su intensa lucha por lograr una literatura de valores nacionales auténticos contribuyó a unificar a numerosos escritores con distintas tendencias ideológicas y diferencias políticas, en torno a su revista El Renacimiento. Su preocupación estética y su anticolonialismo cultural fueron la base para que México creara una identidad propia”, escribió Juan Rulfo.
Por su parte, Julio Moguel habló del gran trabajo histórico que realizó Altamirano en una serie de textos sobre José María Morelos, donde se manifiesta la gran capacidad de construcción literaria de carácter ficcional usada como herramienta para hacer aproximaciones a aspectos históricos ricos y sustanciales. "Sin esa forma de intervenir, los textos hubieran sido meros señalamientos genéricos por la escasez de datos precisos. No hay otro historiador que tenga esa aproximación directa en el siglo 19", comparte.
Por otro lado, Jorge Zepeda asegura que detrás de los personajes de "El Zarco" hay un trabajo retórico muy interesante mediante la cual Altamirano convierte a cada protagonista en una reflexión de los problemas concretos que se tenían en ese tiempo y da una idea del tipo de sociedad propuesta por Altamirano.
"Leer a Altamirano como novelista, como periodista o historiador nos puede abrir posibilidades de reflexión sobre la actualidad, sobre una sociedad que viene arrastrando problemas desde la conquista", comenta.
En cambio Mario Casasús habló del perfil biográfico y familiar que hace de "Tata Nacho", como lo llama su familia. Comentó que una "adopción de dos vías" se dio entre Altamirano y los Casasús, quienes se convirtieron en los herederos de la basta obra del mexicano.
"El libro tiene la posibilidad de innovar en cuanto a una visión que se ha venido arrastrando sobre Altamirano, que me parece que es muy superficial, una visión que lo ha querido achicar, que lo ha querido convertir en un pseudo escritor, en un pseudo historiador y que le da méritos muy difusos. El libro permite mostrar al gran Altamirano, al gran visionario, al gran constructor de la cultura mexicana", concluye Julio Moguel.
