Santiago Posteguillo: “Los malos, en la literatura, son fundamentales”

Escipión y Trajano (protagonistas de sus dos trilogías) son personajes ignorados por la literatura histórica. ¿Eso es lo único que tienen en común?

Santiago Posteguillo. Escritor español. Autor de exitosas novelas históricas sobre la Roma antigua.

Sí, y ese es un aspecto que fue importante para que yo me centrara en ellos, porque una de las cosas que he intentado hacer en estas trilogías es recuperar grandes personajes históricos que estaban injustamente olvidados.  ¿Qué más comparten? Comparten también ser poseedores de una serie de valores: la nobleza, el honor, la virtud, la lealtad, la capacidad de liderazgo. Además, los dos fueron grandísimos militares.  


De otro lado, tu Escipión es intachable, casto, marido perfecto, y Trajano es más humano: homosexual, con una esposa terrible, alcohólico... Sí, es más humano. También es que Roma había ido cambiando y perdiendo virtudes propias de la Roma republicana, que era mucho más casta y pura que la imperial. Pero piensa que Trajano llega al poder habiendo pasado por el poder gente tan deleznable como Calígula, Nerón o Domiciano. ¡En ese contexto Trajano era menos que un santo!

¡Cualquiera! (Risas) Ahora, un santo que tenía esos aspectos oscuros, pero no obstante se preocupaba de que se reconstruyan las bibliotecas, de gestionar bien el dinero público, de luchar contra la corrupción...

De otro lado, tu Escipión tiene dos antagonistas magníficos, pero Decébalo, el antagonista de Trajano, casi no da la talla. ¿El antagonista importa? Sí y mucho. De hecho, fue un gran problema para la trilogía de Trajano, porque, claro, encontrarme, primero, con un Fabio Máximo y, después, un Catón, es un regalo para un escritor, porque son malvados maravillosos…



¡Son malos de película! Sí. Los malos en la literatura son fundamentales. Con Trajano, es cierto que Decébalo, por mucho que me esforcé, no da a la talla. Entonces tuve que jugar. En la primera novela de la trilogía, pues, tienes a un Domiciano, a un Decébalo en la segunda  y, en la tercera, el gran oponente va a ser Adriano.


Pero tu Adriano, insidioso, de doble cara, contrasta con el Adriano de (Marguerite) Yourcenar… Totalmente. De hecho, tengo una lectora canadiense que me tiene frito en mi página web, porque está indignada con mi versión de Adriano.

Yo también, la verdad (risas). Vamos a ver si puedo explicarte y nos seguimos hablando (risas). Primero, vaya por delante que Memorias de Adriano es una maravillosa novela…

Muy investigada también, ¿no?  Observa que te he dicho novela, no histórica. Te puedo admitir el apelativo de histórica solo si tenemos en cuenta que la misma Yourcenar confiesa que del personaje de Adriano cogió solo aquello que le gustó. ¡Hombre, eso no es ecuánime! Porque cuando tú te casas con alguien, no te casas solo con lo que te gusta: va todo en un pack. 

Suena lógico… Y Adriano maltrataba a su esposa; si un esclavo le volcaba una copa, podía sacarle los ojos; da un golpe de Estado para ser sucesor de Trajano y mata a cuatro senadores, cuando desde Domiciano nadie había matado a un senador.  

¿No será que el trato que da Yourcenar a su amor por Antinoo lo humaniza? No es que lo humanice, lo suaviza, y nos da una versión edulcorada de Adriano. Te decía las cosas malas, pero Adriano también era culto, sabía griego, era sensible y capaz de amar. Pero su capacidad de amar le hace malgastar el erario público en hacerle templos a Antinoo.

¡Suena tan romántico! (Risas) Sí, romántico, pero el erario público es el erario público. Entonces, lo que he hecho para que lectoras como tú no os enfadéis conmigo, detrás de cada capítulo donde sale alguna versión cruda de Adriano, pongo la fuente clásica (risas). Y si no estáis cómodos con ella, ¡yo sólo soy el mensajero!

¿Qué estás pensando, evaluando para la próxima trilogía? Estoy evaluando a ver si me atrevo con otra trilogía, o hago una novela independiente de algo que tenga que ver con Roma también, o de otro período histórico, no lo sé. Porque esto de las trilogías es muy agotador. Necesito un respiro y tal  vez a hacer una novela independiente de un personaje que cuente en 800 páginas lo que quiere contar y ya está.

¿Lo tienes perfilado? Sí. Tengo la idea de una novela donde el personaje central sea una mujer en la época de Roma. Hay uno o dos personajes femeninos que tengo por ahí pensados. O, también, o de la historia de España o de la de España y América Latina. Tengo tres proyectos, más allá de otras dos grandes trilogías que tengo en mente. ¡Tienes proyectos hasta el 2030!  Sí. Lo que no tengo es tiempo. Gracias a Dios, y esto es muy bueno, ideas no me faltan. Porque sí hay escritores que les pasa que llega un momento que ya las ideas se les van.



Pregunta hipotética: se descubre la máquina del tiempo sin retorno  ¿te irías a la época romana? Depende. Si me vas a hacer ir como gladiador a luchar en la arena, te diré que no (risas). Si me vas a decir que voy a ir como Plinio, el joven, podría ser interesante. Y ya puestos, quizá sería interesante ir entre el año 30 y 33. Y si me enviaran como tribuno a Judea, aún más interesante, para ver a Cristo sin intermediarios.