Hechos: el arzobispo de Leningrado murió en brazos de Juan Pablo I. A partir de ahí, una equilibrada novela, una Iglesia santa y cristianos pecadores.
Vladimir Volkoff es un interesante novelista francés hasta ahora inédito en España. Y eso que su obra no se circunscribe a la narrativa sino que había escrito también ensayos y un interesante libro sobre la utilización propagandística de las imágenes en todos los regímenes. Lo cierto es que esta edición castellana de una novela singular por la trama y el asunto nos ha deparado una agradable sorpresa.
Al poco de ser elegido Papa Albino Luciani, que tomó el nombre de Juan Pablo I, fue visitado por el arzobispo ortodoxo Nikodim, metropolitano de Leningrado y que murió en sus brazos. Juan Pablo I le administró allí mismo la absolución. Este hecho ha pasado desapercibido para los historiadores y periodistas.
Por el contrario han andado sobrados de tiempo para conjeturar las más inverosímiles historias sobre la prematura muerte de Juan Pablo I. Curioso, sobre todo si alguno aún piensa que los canales culturales funcionan con un mínimo de ecuanimidad.
Volkoff, a partir de ese hecho ha construido un thriller ameno y verosímil. Cierto que él, como señala en el prólogo, no busca descubrir lo desconocido sino imaginar lo probable. A fin de cuentas ese es el cometido del novelista. Como hijo de emigrantes rusos estaba bien dotado para conocer los entresijos de la Unión Soviética y entender su Iglesia ortodoxa, en la que no faltaban religiosos al servicio del sistema. Allí no era tan extraño si se tiene en cuenta que ya pasaba en época de los zares.
Pero lo más grande de la novela, en la que interviene la KGB, la mafia italiana, un obispo de Texas que no queda demasiado bien y algunos eclesiásticos no del todo honrados, es la finura con que el autor nos dibuja a los dos protagonistas. Principalmente al obispo ortodoxo, que aquí toma el nombre de Ilia (y cuya biografía para nada es coincidente con la de su parelelo histórico, Nikodim), y el Papa.
Volkoff consigue un extraño equilibrio. Se habla mucho de la Iglesia santa y pecadora. De hecho o se matiza mucho esa afirmación o se miente. La Iglesia es santa y por eso santifica. Otra cosa es que en ella haya más pecadores que enfermos en un hospital. Algunos para defenderla pintan a todos sus miembros como si fueran querubines, lo cual es más irreal que el país maravilloso de Alicia.
Otros, por el contrario, transfieren las faltas de sus miembros a la Iglesia que sería la gran instigadora del mal en el mundo. El Invitado del Papa es una maravilla en ese sentido, porque se distinguen a la perfección los dos planos y, sobre una trama de crímenes e intereses espurios, sobresale la figura de un Papa bueno y de una Iglesia santa que, a pesar de los pesares, no logrará ser destruida.
Una buena novela para los amantes de los policíaco, el espionaje y el entretenimiento. Pero sin las majaderías de Dan Brown e imitadores o predecesores, porque tampoco es que el americano haya descubierto la luna. Los melindrosos mejor que se abstengan porque pueden llevarse un susto, pero la culpa no es de la novela.
EL INVITADO DEL PAPA
Vladimir Volkoff
Ciudadela
Madrid 2006
406 páginas