Xavier Zubiri
Filósofo y teólogo español (San Sebastián, 4 de diciembre de 1898 + Madrid, 21 de septiembre de 1983). Estudió en Lovaina, Madrid y Friburgo. Fue discípulo de Ortega y Gasset y, más tarde, de Heidegger.
Desempeñó la cátedra de Historia de la Filosofía en la Universidad de
Madrid desde 1926 hasta 1935, y luego vivió, hasta 1939, en Roma y en
París. En 1942 enseñó en la Universidad de Barcelona, pero abandonó la
cátedra dos años más tarde, para residir en Madrid, donde, hasta pocos
años antes de su fallecimiento, expuso su pensamiento en cursos
privados, interrumpidos esporádicamente por sus estancias en el
extranjero, como cuando, en 1973, impartió un curso de Teología en la
Universidad Gregoriana de Roma.
De amplios horizontes intelectuales, Zubiri no
limitó sus estudios a la filosofía y la teología (patrística y
escolástica), sino que se interesó también por las ciencias
físico-matemáticas, la biología y la filología indoeuropea y semítica.
Tan extensos conocimientos eran fruto de una necesidad y de una
ambición: demostrar que la ciencia es insuficiente para dar razón de la
realidad, para cuya finalidad sería necesaria la filosofía; y demostrar,
además, la unidad orgánica, sistemática, de la realidad, puesto que,
tras los estudios realizados en Lovaina, Zubiri había asumido lo que
para Santo Tomás debía ser la finalidad de la filosofía: trazar en el
alma la totalidad del orden del Universo y de sus causas, incluso aunque
hubiera de recurrirse a otros métodos y presupuestos.
El
pensamiento de Zubiri se desarrolla a partir del problema de Dios,
entendido como fundamento y sentido último de la realidad, y analiza la
existencia humana como un hallarse el hombre entre las cosas y un
realizarse con ellas. Siguiendo a Ortega y Gasset, Zubiri subraya que
vivir significa descubrir que se está ya viviendo, que uno no ha sido
puesto dentro de la vida, sino que se encuentra en ella, religado, por
tanto, al elemento constitutivo de su raíz o fundamento. "El hombre
-afirma Zubiri- no "tiene" religión, sino que, quiérase o no, "consiste"
en religación o religión."
El hombre puede
prescindir de su raíz, pero entonces no es más que un tallo tronchado.
En su religación, el hombre descubre "aquello" que religa, es decir, a
Dios, a la "divinidad". Del mismo modo, cada cosa, cada realidad,
es religada a una realidad más amplia, intrínseca, del mismo modo que
su sentido depende del sentido del todo de que forma parte. Pero, para
llegar a la aprehensión de este fundamento, que es Dios, se hace
necesario conocer previamente la total consistencia del hombre, "animal
de más realidad", cuyo pasado, o historia, es otro de sus elementos
constitutivos.
Por eso la historia de la filosofía es filosofía: el
pasado es un elemento del presente y éste, a su vez, representa una
esencial apertura hacia el futuro, como un vector orientado hacia un
destino libremente aceptado. No son muchas las obras en que Zubiri
expuso su pensamiento, de una riqueza y una densidad extraordinarias, y
que además, fueron publicadas esporádicamente, excepto en los últimos
años.
La primera, Naturaleza, Historia, Dios (1944), contiene los ensayos escritos entre 1934 y 1942. El último de ellos, titulado Ser sobrenatural: Dios y la deificación en la teología paulina,
es especialmente innovador, y muestra lo que podría ser una nueva
teología cristiana a la luz del descubrimiento filosófico -en el siglo
XX- de la realidad del hombre como persona, irreductible, libre, que
construye su propia vida con las cosas, que organiza la realidad y que
postula una vida duradera.
En 1962 el filósofo publicó Sobre la esencia y, en 1963, Cinco lecciones de filosofía. Tres años antes de su muerte, dio comienzo la publicación de otras obras importantes: Inteligencia sentiente (1980), Inteligencia y logos (1982) e Inteligencia y razón (1983). Póstumamente, apareció El hombre y Dios (1984).
La
lectura de las obras completas de Zubiri Permite constatar la auténtica
dimensión de su pensamiento, como un eslabón decisivo en la elaboración
de una filosofía cristiana -y no escolástica- que forma parte de la
historia de la filosofía, basándose en algunos principios susceptibles
de explicar la intelección y la fe: mostrar la "unidad del hombre" y a
"Dios como transcurso de la religación".