Biografía de Iván Turgueniev

Iván Sergueievich Turguénev o Turgueniev

  El gran novelista ruso Iván Serguéyevich Turguénev nació en 1818, en la provincia de Oriol, en el seno de una familia hidalga adinerada. La madre, mujer de talante duro y autoritario, era propietaria de inmensos latifundios de más de cien mil hectáreas de tierra y de cinco mil siervos campesinos. El padre, un oficial de la guardia imperial, galante y bien parecido, diez años más joven que su esposa, llevó una vida disipada, llenando la casa familiar de amantes y jaurías de perros de caza. La madre del escritor quedó inmortalizada en la figura de la protagonista de la novela Mumú, y el padre quedó plasmado en la novela El primer amor.  
    La infancia de Iván Turguénev transcurrió en una de las fincas de su madre, Spásskoye, donde el futuro escritor pudo conocer muy de cerca la dura realidad de la vida de los campesinos, la tremenda lacra social que suponía el derecho de servidumbre, que permitía la compraventa de seres humanos, la separación de las familias, los castigos corporales, toda clase de abusos y violencia. Todo esto Turguénev lo reflejaría posteriormente en sus Relatos de un cazador, su primera gran obra, publicada en 1852. De niño, Turguénev trabó amistad con un siervo apellidado Punin, gran aficionado a la lectura y a la poesía, quien le inculcó su amor a la literatura. Turguénev nos dejó el retrato de su amigo Punin en la novela Punin y Baburin.

   En 1827 la familia Turguénev se trasladó a Moscú, y el niño estudió en varios centros: primero en el internado privado de Weidenhammer, luego en el Instituto Armenio, donde se estudiaban lenguas orientales, y, posteriormente, en el colegio internado alemán de Krause. Prosiguió sus estudios en la Facultad de Letras de la Universidad de Moscú y de Filosofía en la Universidad de Berlín. En 1843, ocurrió un hecho que marcó profundamente el resto de su vida: conoció en San Petersburgo a la soprano Paulina García de Viardot, a quien profesó un amor inquebrantable hasta el fin de sus días, siguiéndola en sus giras por Europa, lo que le llevó a vivir prácticamente más tiempo en el extranjero que en Rusia.

   Hombre de vasta cultura, conocedor de varias lenguas, de grata presencia y exquisitos modales, y sin preocupaciones económicas, Turguénev se convirtió en el portavoz de la cultura y literatura rusas en Occidente. En su larga vida conoció y trató a destacadas personalidades de la literatura y la cultura rusa y occidental como Pushkin, Saltykov-Schedrín, L. Tolstói, Grigoróvich, Zola, Flaubert, Daudet, E. Goncourt, etc.

   Por la publicación de los Relatos de un cazador en 1852, Turguénev sufrió detención y arresto domiciliario durante más de un año, hecho que también le impulsó a residir fuera de Rusia. Viajero impenitente, recorrió en varias ocasiones Alemania, Suiza, Francia e Italia. Murió en 1883 en su casa de Bougival, cerca de París, de cáncer de médula espinal, tras atroces sufrimientos. Sus restos mortales fueron llevados a Rusia e inhumados, con gran solemnidad, en el cementerio de Vólkovo, en San Petersburgo.

   Un dato biográfico curioso: a lo largo de su vida estuvo tres veces al borde de la muerte. La primera vez, a los cuatro años, en Berna, durante una visita al zoo estuvo a punto de caerse en el foso de los osos, lográndolo atrapar su padre por un pie en el último instante; la segunda vez, ese mismo año, a causa de una enfermedad infantil, hasta el punto de tener ya los padres preparado el ataúd; y la tercera vez, en 1838, estuvo a punto de perecer en el incendio que se produjo en el barco en el que viajaba. El temor a la muerte acompañó a Turguénev a lo largo de toda su vida, convirtiéndose, en algunos momentos, en auténtica obsesión que llenaba sus noches de angustia. 

   La obra literaria de Iván Turguénev, prolija y variada, puede dividirse en varios períodos, coincidentes con hechos de su vida personal y aconteci­mientos de la vida social.

   Un primer período, entre 1834 y 1848, marcado por la transición del romanticismo al realismo, constituye una búsqueda de su identidad literaria. A este período pertenecen sus creaciones en verso El atardecer, A la Venus de Médicis, Ruso, Dame tu mano, los poemas Steno, Parasha, El pope, Conversación, El terrateniente, así como las novelas y relatos Andréi Kólosov, Tres retratos, El camorrista, Petushkov, etc.

   Un segundo período, de 1848 a 1859, caracterizado por dos temas centrales: por una parte, la vida del campesinado ruso sometido al derecho de servidumbre; y, por otra, el prototipo de un hombre nuevo, digno represen­tante de la nobleza rusa. El primer tema culminó en una recopila­ción de narrativa breve, títulada Relatos de un cazador, que tras varias reediciones adquirió la forma definitiva con 25 relatos, en 1880. El segundo tema se plasmó en sus novelas sociales Rudin -cuyo protagonista principal está inspirado en la figura de M. Bakunin-, Nido de nobles, Asia, El diario de un hombre de más, Fausto, y en su ensayo El Hamlet del distrito Schigrovski. En el mismo período quedan comprendidas sus obras teatrales Sin blanca, Almuerzo en casa del jefe provincial,dramas que describen y analizan la decadencia de la nobleza rural; las comedias El hilo se rompe por lo más fino y Un mes en el campo; los dramas El gorrón, El solterón, La provinciana, ambientados igualmente en la pequeña nobleza rural, etc. En este período Turguénev se revela como el creador de la novela social rusa.

   Un tercer período de su creación literaria, entre 1859 y 1862, marcado por grandes movimientos sociales en Rusia y la supresión, en 1861, del derecho de servidumbre, fructifica en dos grandes novelas, La víspera y Padres e hijos, que marcaron un hito en la historia de la novela rusa, provocaron acalorados debates entre público y crítica y le ocasionaron al autor no pocos disgustos.

   Un cuarto período, entre 1862 y 1869, marcado por cierto cansancio y hastío del escritor, un desencanto, un deseo de apartarse de las tribulacio­nes y problemas sociales para hallar la paz en el mundo del arte, en la filosofía, en la contemplación. A este período pertenecen sus novelas cortas Basta, Fantasmas y, muy especialmente, la novela Humo, donde el escritor caricaturiza a los miembros del "círculo de Gubariov", en alusión clara al "círculo de Ogariov", uno de los promotores de la organización "Tierra y libertad".

   Entre 1869 y 1877 se puede delimitar el quinto período de su actividad literaria, marcado por los acontecimientos y movimientos sociales de los años 70. A este período pertenece su novela Tierra virgen, descripción magistral de conocidas figuras y corrientes de pensamiento de diversas agrupaciones "populistas" de los años 70. La novela Tierra virgen tuvo una polémica acogida tanto por la izquierda progresista, como por la derecha conservadora, y sería la última gran novela social que escribiera Turguénev.

   El sexto y último período de su fecunda labor literaria se inicia a partir de la publicación de Tierra virgen, en 1877, hasta su muerte, y se caracteriza por una búsqueda de nuevos medios de expresión literaria para temas filosóficos, morales, éticos y existenciales. Aparece, asimismo, alguna obra de corte fantástico, casi neorromántico, como El canto del amor triunfante y Clara Mílich. A esta época pertenecen, entre otras, las novelas Pum, pum, pum..., El reloj, Punin y Baburin y los renombrados Poemas en prosa, hermosas estampas lírico-filosóficas de exquisita forma y profundo sentido.

   Tampoco deben olvidarse las novelas El primer amor, Aguas primavera­les, tan conocidas para el lector español, el ensayo Hamlet y don Quijote, magnífico ejemplo de crítica literaria, el relato El rey Lear de las estepas y tantas otras obras.

   Uno de los mejores prosistas del s. XIX, y para algunos el mejor, Turguénev posee un estilo sereno y exquisito, de aparente sencillez, un vocabulario de inusitada riqueza, una sintaxis impecable y, sobre todo, un profundo lirismo que impregna toda su obra. A la belleza de sus descripcio­nes narrativas paisajísticas hay que añadir la profundidad del análisis psicológico de sus personajes y una visión global de la problemática social del momento, elementos que rara vez confluyen en un mismo autor y le confieren a Iván S. Turguénev un carisma especial.   

María Sánchez Puig
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