El rostro del abuelo
¿De qué tumba me vienes,
ay, rostro de mi abuelo?
¡Profeta que no supo de sonrisas!
¡Vestido con el sayo
color de sangre vieja sobre roca,
y con el manto verde!
¡Ay, rostro de mi abuelo!
¡Profeta que no supo de sonrisas!
¡Ay, tristeza de un campo que transporta
escombros, aceitunas y vientos derrumbados!
¿De qué tumba me vienes,
para forjarme estatua de veneno?
La fe es mucho más grande.
No he vendido ni un palmo.
Ni me humillé a la fuerza.
Aunque cantaron y bailaron sobre tu tumba.
¡Duérmete!...
Porque yo estoy despierto.
Despierto estoy.
¡Despierto hasta la muerte!