François Rabelais: Gargantúa y Pantagruel (la novela carnavalesca)

Gargantua

"... Gargantúa y Pantagruel son un conjunto de cinco novelas escritas en el siglo XVI por François Rabelais. Es la historia de dos gigantes, un padre (Gargantúa) y su hijo (Pantagruel) y sus aventuras, escritas de forma satírica, entretenida y extravagante El argumento de la obra se basa en el de una novela popular medieval. Comienza con el nacimiento del protagonista, un gigante llamado Gargantúa, hijo de Grandgousier y Gargamelle y heredero del reino de Utopía.
Es educado en París según los principios escolásticos, motivo que usa el autor para parodiar este método. Tras diferentes episodios se casa con Badebec y fruto de la relación nace otro gigante, Pantagruel. Pantagruel traba amistad con Panurgo, un «clérigo vagante» con el que emprenderá innumerables aventuras. Este argumento le sirve a Rabelais para construir una figuración satírica del mundo, en la que los elementos dominantes son el humor, la parodia, la sátira y la fantasía, mezclados con elementos de exceso y desmesura. En la obra alterna una refinada erudición clásica y filosófica con un sentido del humor, a veces, obsceno. Rabelais profesó primero de monje franciscano y de benedictino más tarde, que fue médico y cirujano renombrado, profesor en la Facultad de Medicina de Montpellier, traductor de Hipócrates a partir del griego y, tras obtener perdón del Papa por huir de dos conventos, párroco de una aldea olvidada. Hombre de inagotable afán de saber, crítico independiente y misericorde conocedor de las flaquezas humanas, entretenía a los enfermos con historias que inventaba, pues defendía las propiedades curativas de la risa. Cuando decidió dar a la imprenta buena parte de sus terapéuticas ficciones, surgió la epopeya burlesca Gargantúa y Pantagruel, que tendría su continuación en tres nuevas partes, la última de las cuales se considera apócrifa.

Rabelais, refiere José Felix Tamayo, sintetiza tanto una larga tradición de literatura cómica popular como temas medievales, cuentos o facetia de gran difusión en la época, con unos grandes conocimientos de la cultura clásica, refranes, sucesos reales y observaciones propias. Auténtico artífice de la lengua, Rabelais domina numerosísimos registros. Capaz de satirizar la literatura humanística con la perfecta imitación de unos modos formalistas y rígidos, convence también en los vertiginosos diálogos en los que el pueblo queda retratado. Pulsa con igual maestría el estilo caduco de los libros de caballería, la retórica de los pedantes logicistas de la escolástica decadente o los "amañados" periodos de los predicadores onfaloscópicos. Con viveza denuncia por igual las tachas de clérigos mundanizados, políticos ambiciosos, guerreros cobardes o jueces inicuos. Rabelais resulta cáustico unas veces, desagradable e irrevente otras, emocionado y conmovido en ocasiones (baste recordar la descripción de Theleme, la abadía que, presidida por el lema "Haz lo que quieras", Gargantúa crea para fray Jean), pero siempre con matices de indulgencia y optimismo. Como imponente resumen y ampliación de toda una cultura, la obra es, nos dice Tamayo, un exponente del vital espíritu renacentista El gigante Gargantúa, prodigiosamente voraz, pero de temperamento pacífico y bondadoso, recibe una educación que muestra las ventajas de la pedagogía racional de los humanistas sobre los métodos tradicionales de la Sorbona; en los episodios de la lucha contra el ambicioso Picrochole, se condenan las guerras de conquista y se exalta la prudencia, el pacifismo y el espíritu conciliador de Grandgousier. Pantagruel narra la vida del hijo de Gargantúa. En él se satirizan las instituciones y costumbres francesas y se parodian las novelas de aventuras con un estilo desmesurado, ya que sus personajes llegan al Atlántico y a las Antillas (descubiertas hacía poco tiempo) y finalmente viajan a la Luna. Pantagruel opone su inalterable sentido común a todos los absurdos que encuentra a su paso dando pie a una sátira continuada.

El estilo de Rabelais mezcla la comicidad con la gravedad de las cuestiones que se tratan. Se tocan todos los temas: la guerra, el imperio, la lengua, la imprenta, la pólvora, el hambre, la sequía, el matrimonio, la ciencia, la justicia, la educación… Pero todo desde un punto de vista distorsionado que además se mezcla con situaciones grotescas que van sucediendo a lo largo de la historia. Ésta es la base de la comicidad que impregna toda la obra, donde lo grosero es sólo un componente más de un humor genial. Rabelais hace reír con la perversión del sentido común que resulta del choque del discurso de sus personajes y de la realidad.

Mijail Bajtín señala dos importantes subtextos en la obra de Rabelais: el primero es el carnaval, que Bajtín describe como una institución social, y la segunda es el realismo grotesco definido como un modo literario. Según Bajtín, durante el carnaval todos son iguales, un sentido único del tiempo y del espacio hace que el individuo se sienta parte de la colectividad, momento en el que cesa de ser él mismo. Lo grotesco es el término usado por Bajtín para describir el énfasis de los cambios corporales a través de la comida, la evacuación y el sexo.".

Esta recensión es extracto y compedio de otras reseñas que se relacionan en los vínculos que siguen: http://www.ciberniz.com/Rabelais.htm
http://www.aceprensa.com/articulos/1995/feb/15/gargant-a-y-pantagruel/
http://es.wikipedia.org/wiki/Gargantúa_y_Pantagruel http://www.emporda.net/index.php/Gargantua_et_pantagruel
http://es.shvoong.com/books/1723447-gargantúa-pantagruel/

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