Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.
—
Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
-¿adónde se me ha escapado?-.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Ayer te besé en los labios pertenece a La voz a ti debida (1933), obra que junto a Razón de amor y Largo lamento, constituye una trilogía poética dedicada a Katherine R. Whitmore, el gran amor de su vida.
Fue allá por 1932 cuando se conocieron. Ella, hispanista estadounidense, viajó a España y asistió a unas clases de Salinas en la Residencia de Estudiantes. Se enamoraron. La relación se mantuvo hasta 1934-1935, cuando la esposa del poeta, Margarita Bonmatí,descubre el idilio e intenta suicidarse.
Pedro y Margarita continuaron casados hasta el final, pero al menos hasta 1947 él siguió escribiendo cartas a Katherine.
Sus poemas de amor han sido calificados como “los más bellos del siglo XX”. Aunque al leerlos todas nos sentimos Katherine de alguna manera, yo no puedo evitar que una parte de mi pensamiento sea siempre para Margarita.
Seleccionado y comentado por Virginia P. Alonso.