En el Compendio apologético en alabanza de la poesía, Balbuena se refiere a una poética basada en los clásicos y en la Biblia. Refiere a Platón cuando a los poetas los llama capitanes y padres de la sabiduría y que los nobles y excelentes poemas no son humanos, sino divina invención. Trataremos pues de analizar la Grandeza mexicana a partir de su misma poética. Lo primero que aborda en su Compendio es la musicalidad en la poesía, pues “¿qué música hay sin poesía, si la poesía es alma de la música? En esto Balbuena tiene razón, ya que una principal característica del poema es su ritmo además de lo que nos dice y la forma en que lo hace. Acierta en puntualizar esta característica, siempre en su manera de hacerlo, un poco exagerado. La poesía para Balbuena es todo, “si los dioses hubieran de hablar lenguaje humano, fuera en poesía”.
La Grandeza mexicana hace uso de una métrica especial, tercetos de endecasílabos que le hacen tener un ritmo con cadencia, convirtiéndola en música a los oídos. El modo de disponer las cosas, sus figuras retóricas hacen que su poema sea como él lo dice, digna de grande cuenta, de grande estimación y aprecio. Para el poeta todo es de su jurisdicción “la elegancia de las palabras, la propiedad de la lengua, las suaves y hermosas traslaciones, los modos agudos, galanos y nuevos de decir; la copia, abundancia, claridad, altivez, el delicado estilo; lo ordinario y común dicho por modo particular y extraordinario, y lo más es, las cosas extraordinarias, nuevas y difíciles por modo ordinario y fácil.”
Lo ordinario y común, lo hace así, muy particular. Para decir que el paisaje y la tierra son fecundos, imágenes que al parecer son cotidianas las vuelve extraordinarias: “De sus altos vestidos de esmeralda/ que en rico agosto y abundantes mieses / el bien y el mal reparten a su falda.” También lo nuevo que ha encontrado, una ciudad perfecta, lo muestra en todo el poema de una forma clara y ordinaria y esto se muestra en su argumento donde se resume todo el poema.
El poeta debe tener una universal noticia y un particular estudio y conocimiento de todas las cosas para tratar, dice Balbuena, y lo demuestra al hacer uso de enlaces con la historia clásica. Todo lo que dice es acertado por el conocimiento que tiene de la materia, en este caso la noticia universal sería la nueva México aunque escrita de un modo muy particular a diferencia de los cronistas que llegaron años antes. Y no optó por redactar su descripción como una crónica o como una simple descripción sin poeticidad ni ritmo.
También para Balbuena basta que toda “la compostura del mundo sea una poesía y verso spiritual”. Con esto se forma una alegoría, la poesía es todo para él, todo es poesía, hasta el mundo; entonces la ciudad que describe es poesía. Conforme se avanza la lectura de la Grandeza nos va envolviendo en su poesía y se pierde en la ciudad, haciendo parecer que la ciudad es toda poesía.
La Grandeza mexicana es la más importante obra de Balbuena. Es un poema totalmente descriptivo que tiene como antecedentes, las descripciones de Cortés y Bernal Díaz ante la ciudad de Tenochtitlan. El poema se encuentra dedicado a Doña Isabel de Tobar y Guzmán y comienza con un argumento en el que cada verso es el título de los siguientes ocho capítulos.
De la famosa México el asiento/ origen y grandeza de edificios,/ caballos, valles, trato, cumplimiento, / letras, virtudes, variedad de oficios, / regalos, ocasiones de contento, / primavera inmortal y sus indicios / gobierno ilustre, religión y Estado / todo en este discurso está cifrado.
En el primer capítulo nos muestra una exageración evidente. Se refiere a la “famosa ciudad, centro de perfección”. Con un clima templado y tierra fecunda. Una ciudad que se sostiene sobre el agua con firmes calzadas. Asiento de una diversidad de ideologías, tan rica es en su naturaleza, como en su gente, pues puntualiza las diferentes trazas, rostros, colores y profesiones. Critica la codicia, que por todas partes hay, se practique de un modo u otro. Hay un breve recuento que va desde el labrador, pastor, jurista, hasta el artista; en fin, un mundo que se desvela por interés; “elogio del sitio y del clima, del movimiento y del tráfago que anima el afán de lucro, codicia “por todas partes” que el autor no censura”. Y a pesar de criticar la posición que se vivía, termina diciendo que esa tierra llena de bienes da el asiento a esta “insigne” ciudad y después de que el ingenio humano fragua, alcanza el arte y la vuelve ilustre y rica.
Origen y grandeza de edificios. En este segundo capítulo Balbuena exalta el origen español, porque se trajeron “en hombros de cristal”. Le da más importancia a éstos que al mundo indígena aunque no deja de nombrar sus “quiméricas” verdades cuando recuerda que existió aquí "oscuro origen de naciones fieras" y "del principio del águila y la tuna". Cabe mencionar que en su Compendio también recuerda que los moradores de estas tierras contaban con sus cantares y poesías. La ciudad nace del “noble parto en ascendiente próspero y fecundo”. Las calles de México las describe en comparación con el tablero de ajedrez, todo perfectamente bien trazado. En este capítulo y en general en toda la obra de Balbuena notamos una exaltación de la naturaleza y de una notable erudición pues para describir la arquitectura menciona los estilos griegos: jonio, corintio y dórico además de cómo se van alzando las torres y las columnas al estilo pérsico. Todo está dispuesto según su visión en una perfecta proporción al grado de comparar la ciudad con el jardín de Venus. Esta ciudad nos es tierra, sino es el cielo de la tierra, casi un paraíso, un pueblo de nobles y si hay más que no pueda decir de ella, todo lo contiene esta rica ciudad.
Caballos, calles, trato, cumplimiento. Este tercer capítulo tal vez sea el más barroco, pues para decir cómo eran los caballos que circulaban por las calles lo hace de una forma enaltecedora y llena de adornos. Los compara con los mejores que han existido en la historia y la literatura. En fin, no se comparan ni con el Hipogrifo de Ariosto en el Orlando, que era un animal alado y lleno de virtudes. El trato que tiene con el mudo es el mejor, con todas las naciones se contrata y lo mejor de esos mundos se traslada para acá. “Es la ciudad más rica y opulenta, / de más confrontación y más tesoro, / que el norte enfría, ni que el sol calienta/ La plata del Pirú, de Chile el oro / viene a parar aquí y de Terrenate/ clavo fino y canela de Tidoro.”
Balbuena vive plenamente en el período barroco, exactamente contemporáneo de Góngora. Por eso notamos muchas características barrocas en el poema. Pero también hay mucho de clásico, era un gran conocedor de ellos, estaba todavía muy ligado al clasicismo renacentista. Pero, ¿hasta qué punto es barroco Balbuena?, esta pregunta se la hace Xirau. Por las influencias de la época puede ser que mucho, pero también es muy notoria la influencia que tiene por ejemplo de Virgilio o de Ariosto.
Letras, virtudes, variedad de oficios es el título del capítulo IV. Además de toda la grandeza que ha cantado hasta el momento, al igual que en el segundo capítulo, no censura y a la gente mendiga, triste, arrinconada que opone a la belleza natural. “Milagros y portentos de natura /nacer de las retamas clavellinas /porque vivir en pueblos miserables /son galeras de Dios en este mundo.”
En el capítulo V Regalos, ocasiones de contento, es muy realista en como describe: “la fresca yedra, que en el tronco y falda/ del olmo antiguo en mi engarces sube/ sus bellos enrejados de esmeralda/” al comienzo del capítulo. Y algo lírico en “y con una agradable y fresca nube/ hace verano y sombra por su parte/ al sitio ameno donde ayer estuve”. Encontramos además una especie de lugar idílico, que no deja de ser descriptivo. Las siguientes estrofas las trata de un modo irónico: “de mujeres tocados y quimeras / de maridos carcomas y dolores” Predomina, la idea, de España y la Nueva España como centro del mundo. Cuando se refiere a las mujeres: “Cuantas rosas de abril, el cielo estrellas,/Chipre azucenas, el verano flores /aquí se crían y gozan damas bellas.”
Primavera inmortal y sus indicios . Otra leyenda que perdura y que sólo un moderno afán de precisión y de exacta medida tiende a modificar . Este capítulo podemos tomarlo como literal pues es el valle de México el que describe. Nuevamente encontramos la mención del paraíso, y lo que ahí florece es incomparable, habla de diferentes tipos de plantas y flores, todo esto durando el año completo. “aquí con mil bellezas y provechos/ las dio todas la mano soberana/ Éste es su sitio, y éstos sus barbechos,/ y ésta la primavera mexicana”
Gobierno ilustre, es el capítulo VII. Balbuena cita a los virreyes, no sin desorden cronológico Azevedo, Zúñiga, Mendoza, Velasco. La ciudad de México es el centro del Nuevo Mundo “del nuevo mundo la primera silla”, también menciona a los arzobispos, sin dejar de recordar a las personas más modestas: los trabajadores y empleados.
En el capítulo VIII Religión y Estado, Balbuena vuelve a describir las flores (rosas, claveles, azucenas,) "de color suave y vista regalada" y enumera las muchas iglesias y conventos que ya existían en los años en que Balbuena escribía.
En cuanto al "epílogo", capítulo final, después de habernos dicho, lo cual es verdad, que el pueblo ha empleado un "precioso buril", tiende a reunir lo que se ha descrito antes y concluye: “de mi pobre caudal el corto empleo /recibe en este amago, do presente /conozcas tu grandeza, o mi deseo /de celebrarla al mundo eternamente. “
Balbuena comprueba que admiraba la ciudad, que era importante para él. Pero cuando compara un sin fin de cualidades: comercio, filósofos, poetas mexicanos, sabios y pintores, a los mejores del mundo que habían existido, nos damos cuenta que hace uso de la hipérbole, es decir, exagerar las cualidades de lo que se habla, un modo superlativo de expresar las cosas, un modo poético. Tenemos que muchas cosas no son ciertas, pero son válidas en cuanto a poema.
La Grandeza mexicana idealiza, sin duda, la ciudad de México y, en conjunto, a la Nueva España. Pero las exageraciones de Balbuena son válidas porque son poéticas y, ya lo sabemos, para él la poesía es cosa de imaginar y conocer transformando la realidad, en un universo espiritual.
Sandra de Santiago Félix
Bibliografía:
BALBUENA, Bernardo de. La grandeza mexicana y compendio apologético en alabanza de la poesía. Porrúa. México. 1980
GARCIDUEÑAS, José Rojas. Bernardo de Balbuena la vida y la obra. UNAM. México. 1982.
Por: Sandra de Santiago Félix
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