La ruta de los hermanos Grimm

La ruta de los hermanos Grimm

Tras meditar varias opciones sobre el viaje ideal para la Semana Santa del año pasado (Ostern para los alemanes), decidimos hacer la ruta de los cuentos de los hermanos Grimm. Un recorrido que comienza en Hanau, la ciudad que vio nacer a Jacob y a Wilhelm, y concluye en Bremen, 600 kilómetros más al norte. Por problemas de tiempo decidimos hacer solo la mitad de la ruta, desde Kassel, que se encuentra a mitad de camino, hasta la cuna de los Trotamúsicos, y sinceramente creo que no nos hemos perdido nada. Tras acabar de trabajar el jueves Santo, ya estábamos preparados para adentrarnos en el mundo de los sueños y trasladarnos por unos días a nuestra más tierna infancia…

Kassel, a unos 300 kilómetros de Berlín, es la ciudad donde los hermanos Grimm vivieron gran parte de su vida, y en la que se encuentra el museo dedicado a los escritores.
El edificio está dividido en dos partes: una dedicada a los hermanos, y otra a sus cuentos. En la primera descubrimos la cantidad de sitios que habían visitado tanto Jacob como Wilhelm: París, Marburg, Berlín… Moraleja: la inspiración no llega si te quedas sentado en tu casa. En cuanto a los cuentos fue bonito recordar algunos de ellos, ya que con el paso del tiempo vas olvidándolos, especialmente aquellos que no han llegado a la gran pantalla de la mano de Disney, como “El lobo y los 7 cabritillos” o “Hansel y Gretel”. Por supuesto también conocimos muchos otros como “Madre Nieve” o “El enano saltarín”.


Me gustaría quitarme el sombrero con los niños alemanes, que han tenido que vivir una infancia donde sus referentes tenían unos nombres que dan ganas de todo menos de sentirse feliz. Aun así era nuestra obligación y reto aprendernos algunos de ellos. ¡Atención! Aschenputtel (Cenicienta), Schneewittchen (Blancanieves), Dornröschen (La Bella durmiente) o Der gestiefelte Kater (El gato con botas). Y luego nos quejamos de que los alemanes son fríos…

Tras los pasos de Blancanieves y Caperucita

De Kassel bajamos unos kilómetros hacia el Sur en busca del rastro de Blancanieves y Caperucita. Los pueblos de la zona se han “apropiado” de cada uno de los cuentos con la intención de ganar turistas, pero lo cierto es que más allá del encanto de seguir el camino de los Grimm, las verdaderas protagonistas de la zona son las Fachwerkhäuser, que en español se podría traducir como “casitas alemanas de madera”. El paisaje idílico de las regiones de Hesse y la Baja Sajonia está íntimamente relacionado con estas construcciones que te sumergen en la auténtica Alemania, muy alejada de las grandes urbes como Berlín o Munich.




Durante una tarde viajamos a Bad Wildungen, Homberg (Efze), Schwalmstadtun y Alsfeld. Como hemos dicho antes, los pueblos luchan por hacerse con la propiedad de los cuentos, pero en la mayoría de ellos no hay ningún rastro especial del protagonista, algo que podría ser solucionado con un buen consultor de marketing. En Bad Wildungen no hay más enanos de lo normal, ni espejos que te digan si eres la más guapa del reino, ni un hostal donde el príncipe azul descansó a su llegada. Así que decidimos buscar todo aquello que nos pudiera recordar a Blancanieves para poder dar el pego en las fotos. Algo similar sucedió en las ciudades que visitamos en Rottkäpchenland, la región en la que nació Caperucita Roja, Aunque allí si que pudimos hacernos una foto que nos permitía tachar un nuevo personaje de los hermanos Grimm de la lista. Sparkasse, quizás el banco más grande de Alemania, había financiado una estatua de nuestra protagonista y el lobo en el centro de Schwalmstadt.

El pueblo más bonito del mundo

Tras volver a descansar a Kassel, el día siguiente cogíamos la ruta hacia el Norte, con primer destino  Hann – Münden, un pequeño pueblo que Alexander von Humboldt describió como uno de los 7 lugares más bonitos del mundo, las expectativas estaban muy altas pero no nos defraudó para nada. Estábamos en un pueblo con un aroma y unas calles por las que merecía la pena perderse, incluso por un momento pensamos en quedarnos allí el resto de viaje y vivir una vida de cuento con los hannmundianos.  Al final nos conformamos con recorrernos el centro histórico y tomarnos una cerveza en la Bräuhaus del ayuntamiento, del siglo XVI. El Dr. Eisenbart, un médico que en la época se hizo famoso por obrar milagros, dejó un legado en forma de cerveza “medicinal”, que sería muy sana, pero sabía a pis de gato…




Llegábamos a uno de los puntos estrella del viaje, “El castillo de la bella durmiente”, en Sababurg. Muchos lo confundirán con el de Neuchwanstein, en Baviera, ya que es en el que se basaron para hacer el castillo de los parques Disney. Obviamente ése es mucho más bonito, y otro viaje interesante, pero los hermanos Grimm decidieron crear la historia inspirándose en el de Sababurg, y por algo sería, Señor Disney… Continuamos la ruta por la orilla del río Weser, con siguiente parada en Trendelburg, el hogar de Rapunzel. En el castillo del pueblo había una torre desde la cual cuenta la leyenda que la joven lanzó su larga trenza para poder ser salvada por el príncipe. Dirección a Hamelín haríamos un último alto en el camino en Polle, un pueblecito por el que pasaba la propia carretera y en el que había un castillo, ahora totalmente en ruinas, en el que los hermanos Grimm se basaron para escribir la Cenicienta. Como se puede comrpobar en la zona cada pueblo ha cogido su trozo del pastel…

Las huellas del flautista de Hamelín

Y tras otro intenso día, por fín llegamos a la cuna del flautista de Hamelín, que aunque no fue escrito por los hermanos Grimm, es uno de los lugares favoritos de la ruta. Para aquellos que no recuerden bien la historia, aquí va un resumen: “Flautista salva a pueblo de plaga de ratas, alcalde no paga por los servicios, flautista se lleva a niños con su sonido encantador”. ¡Y después de haberse escapado con cientos de niños de la ciudad, Hamelín es un continuo homenaje al personaje! Aunque el cuento tiene un fondo real, ya que está basada en una leyenda de 1284, donde varios niños desaparecieron de la ciudad sin una razón aparente. Las ratas son un símbolo de Hamelín y en cualquier esquina puedes encontrarte algo relacionado con ellas: postales, chupitos (Ratten killer), pintadas en el suelo… Una admiración por este animal tan asqueroso que es digna de un estudio a fondo.




Fuera de bromas, Hamelín es un pueblo precioso. Siguiendo la estructura de la mayoría de localidades de la zona, las Fachwerhäuser y las calles de cuento eran una constante. Por la mañana en la iglesia de la plaza principal unos muñequitos del flautista salían al son de la música a recordar aquel 26 de junio de 1284. En verano hacen un representación de la obra que debe merecer la pena, aunque siguiendo con la falta de marketing de la zona, parecía que en plena Semana Santa no era todavía el momento adecuado…

Y a Bremen vamos con esta canción

Después de tres días intensos de largo viaje, el domingo de resurrección a la hora de comer llegábamos a Bremen, el punto final de la ruta de los cuentos. Para los españoles nacidos en los 80, Bremen tiene un significado especial ya que de pequeños crecimos de la mano de Koky, Burlón Lupo y Tonto, los personajes de “Los Trotamúsicos”, una serie de dibujos animados que nos mantuvo durante años pegados a la televisión a primera hora de la mañana.




El centro de la ciudad es muy turístico. La Marktplatz está llena de visitantes locos por hacerse una foto con los Trotamúsicos, por lo que mientras hacíamos tiempo para que se despejara la zona tomamos una cervecita en la Bräuerei de Becks, que se fabrica en Bremen. A pocos metros se encuentra el barrio más antiguo de Bremen, el Schnoor. En él todavía se respira el espíritu marinero de sus primeros habitantes. Los suelos de piedra y las calles estrechas, en las que a veces tienes que rozarte para poder cruzar, dan paso a algunos de los restaurantes más exquisitos de la ciudad. Acabamos en el barrio de Viertel, la zona más bohemia de Bremen. Los graffitis, las calles de prostitutas o “Schlampen” en alemán, y los bares a la última moda, hacían del barrio una reproducción en pequeño de algunos Kiez de la capital alemana.

En definitiva, estamos ante un viaje muy recomendable para esta próxima Semana Santa, especialmente si se hace en coche, ya que te ofrece la posibilidad de recorrer varios pueblos de cuento en un solo día, sumergiéndote en las historias de los hermanos Grimm. Un retorno a la infancia en busca de los pasos de Blancanieves o Cenicienta, todo ello en una región idílica llena de tradicionales casas alemanas que te atraparán desde el primer momento.

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