Junichirō Tanizaki, "Sobre Shunkin"

Junichirō Tanizaki, Sobre Shunkin

Junichirō Tanizaki es uno de los escritores japoneses más conocidos y leídos en español, junto a Yukio Mishima y Yasunari Kawabata. Probablemente sea así porque los tres son autores en cierta medida occidentalizados y tanto sus temas como sus personajes, e incluso su maneras de narrar, nos resultan más cercanos. Por eso sus novelas son una excelente manera de acercarse a la literatura japonesa: nos revelan mucho de su mundo y su cultura, sin por ello resultar extraños o lejanos.


Ese es el caso de Sobre Shunkin, una breve novela que, so pretexto de contar la vida de una música ciega, recoge la singular historia de una devoción.

Narrada a modo de biografía por un narrador que ha ido recopilando datos sobre la vida de una afamada música, Sobre Shunkin va presentando los claroscuros de la vida y personalidad de una mujer que tuvo una existencia complicada pero intensa.

Shunkin es una niña de buena familia que, a causa de una enfermedad, perderá la vista. Ciega, la música, que era un simple pasatiempo de muchacha acomodada, pasará a convertirse en su forma de vida. Por suerte, Shunkin tiene un talento indiscutible para tocar el koto y el shamisen, instrumentos tradicionales japoneses. De hecho, será por su ceguera que Shunkin alcance su maestría, pues de no haber perdido la vista, probablemente nunca hubiera seguido el camino que acabaría por convertirla en una maestra célebre. Y es que en el Japón de la época (la novela está ambientada en la segunda mitad del siglo XIX), la de músico era una de las pocas profesiones que podía desarrollar una persona ciega.

En ese sentido, Sobre Shunkin es un interesante documento sobre la práctica de instrumentos de cuerda tradicionales en Japón, sus distintas vías y la forma en que se enseñaba y aprendía (y que en la época incluía castigos físicos).

Pero la causa de la ceguera de Shunkin se presta a elucubraciones y el narrador apunta a la posibilidad de que una criada de la casa dejara ciega a la niña debido a la envidia. Y no será la única vez en que Shunkin sea objeto de violencia (aunque siempre sea presuntamente). Más adelante, alguien le desfigurará el rostro a causa de los celos.

En todo momento Shunkin tendrá a su lado a Sasuke, quien primero será su humilde lazarillo, más tarde su discípulo en la disciplina musical y, por último, su amante. La relación entre Shunkin y Sasuke es compleja y extrema. Como sucede en Diario de un viejo loco, obra del mismo autor escrita décadas más tarde, los sentimientos de Sasuke van más allá del amor y rozan lo enfermizo. Sasuke soporta malos tratos, vejaciones e indiferencia. Pero incluso a pesar de ello, cuando llega un momento crítico en la vida de Shunkin, es capaz de realizar un acto de amor inconmensurable. Un acto que desde la perspectiva occidental puede parecer una enormidad, pero que no lo es en una cultura como la japonesa, donde los dobles suicidios por amor eran habituales.

Shunkin, ese es el quid de su existencia, cada vez que pierde algo, gana un don. Perdió la vista y ganó la oportunidad de desarrollar su talento como música. Y cuando pierde la belleza, gana la capacidad de amar. Desfigurada, la mujer recibirá la indudable prueba de amor del humilde Sasuke y sólo entonces aprenderá a quererle a su vez.

La enseñanza que encierra la novela, esa idea de que en todo lo malo existe algo positivo que incluso puede llegar a redimirnos, es sin duda una muestra de cómo los valores, usos y costumbres de la literatura occidental habían penetrado entre los escritores japoneses en las primeras décadas del siglo XX. Sin embargo, esa tesis no queda claramente expuesta en la novela. Tampoco lo está el cambio operado en Shunkin. No es que el lector no pueda comprenderlo, pero las características del texto hacen que no brille como debería.

El narrador parcial, que basa su relato en los datos que ha podido reunir de otras fuentes (un opúsculo publicado con la biografía de Shunkin o las historias que le cuenta la que fue criada de la pareja) le resta brío a la novela. Sin llegar a estropear una obra delicada, las limitaciones del narrador que Tanizaki eligió para Sobre Shunkin lastran una novela que podría ser una historia mucho más intensa y dramática.

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