Ibsen, "Un enemigo del pueblo", "En folkefiende"

Ibsen, "Un enemigo del pueblo"

En la temporada de 1985-86 se repuso en el teatrito de la madrileña calle de Espronceda una obra centenaria de gran actualidad: Un enemigo del pueblo, de Enrique Ibsen. Como la vida pública en España ha retrocedido un siglo, todo lo que sea centenario es actual; todo lo actual es centenario, empezando por la presunta y nunca comprobada honradez del partido del Gobierno a la sazón. La reposición de esa obra quince o veinte años atrás no habría tenido el menor interés; habría resultado anacrónica, pues entonces su problemática, al menos en España, parecía haber pasado a la historia de una vez por todas. Pero la historia no es lineal y ascendente, como quieren los progresistas de uno y otro signo, sino que está sometida a un régimen de mareas, de altibajos, de corsi e ricorsi, y en esta bajamar en que España se halla empantanada, la decimonónica retórica de Ibsen cobra una dramática actualidad.

"Calma, calma. No se me aceleren. El enemigo más peligroso de la razón y de la libertad de nuestra sociedad es el sufragio universal. El mal está en la maldita mayoría liberal del sufragio, en esa masa amorfa. He dicho"

Acto IV

Un enemigo del pueblo es un acta de acusación contra la democracia, y eso explicó el silencio general de la crítica, con algunas honrosas excepciones, como Emilio Romero el cual, sin embargo, por el qué dirían y para cubrir el expediente, no tuvo más remedio que decir que, aunque Ibsen tuviera toda la razón, era constitucionalmente inadmisible tener que dársela.


Esto es precisamente lo que pasa en la obra. El doctor Stockmann descubre que las aguas del balneario de su pueblo están contaminadas y que hay que cerrar mientras duran las obras de saneamiento, que puede ser dos años. El Municipio, y más en vísperas de temporada, no puede renunciar a las ganancias para el pueblo de esos dos años y todo lo más accede a unas medidas de saneamiento que al doctor le parecen insuficientes, por no decir formularias. El doctor Stockmann se enfrenta al criterio de toda la comunidad; expone la razón que le asiste a largo plazo, pero sucumbe ante las razones a corto plazo que le aducen. Él tiene pruebas; los demás tienen votos, y voces contra las que nada puede su voz. He aquí cómo el doctor Stockmann, hombre “progresista” en el sentido convencional del término, sucumbe ante una de las más decantadas conquistas del “progresismo”: la ley del sufragio universal, y de ser un filántropo pasa a ser nada menos que un enemigo del pueblo. Un enemigo del pueblo no es sólo un alegato contra la ley del número, sino una parábola de la oposición irreductible entre la democracia y la ecología.
 
Aquilino Duque


Trama.-

En Un enemigo del pueblo, el autor relata la historia del doctor Thomas Stockmann y de una ciudad cuyo balneario es la principal atracción turística y el motor de la economía local.


El Dr. Stockmann es una de esas personas que poseen firmes principios y sucede que descubre en el agua una bacteria contaminante, capaz de poner en riesgo la salud de toda la población. A partir de ello se propone advertir a los demás acerca de semejante peligro.


Esta decisión lo enfrenta a los poderosos de la ciudad, a los periodistas y a los medios de comunicación, incluso a su propio hermano, el alcalde. Los pobladores y las autoridades parecen más preocupados por los inconvenientes económicos que la desinfección del agua acarrea y por la posible pérdida de clientes del balneario que por la salud de las personas. De esta forma confrontan intereses económicos que priman por sobre la salud del pueblo.


El doctor combate encarnizadamente contra todos los sectores poderosos de la comunidad, diciendo aquello que nadie desea oír. Se lo señala como traidor y todo el pueblo confabula para hacer imposible la vida de Thomas y la de su familia, llegando incluso a ponerlos en riesgo.

Un enemigo del pueblo nos muestra a políticos expertos en dobles lenguajes, medios de comunicación que se presentan funcionales al poder y que pactan con éste, intereses particulares enmascarados bajo la noción de "bien común" y una opinión pública a la que se sacraliza al tiempo que se la manipula obscenamente.