Ibsen
(Skien, 20 de marzo de 1828 + Cristianía [actual Oslo], 23 de mayo de 1906) El 23 de mayo de 1906 muere Henryk
Ibsen, uno de los más importantes dramaturgos noruego, autor de la
polémica, controvertida, revolucionaria y feminista obra de teatro “Casa
de Muñecas”.
Ibsen nació el 20 de marzo de 1828 en
Skien, una pequeña ciudad costera al sur de Noruega, donde su padre
tenía un próspero negocio que, sin embargo, quebró cuando él tenía 6
años. Esto hizo que la familia tuviera que trasladarse a una granja en
el campo, única propiedad que le queda tras la ruina. Esto obligaba a
Henryk caminar varios kilómetros todos los días para ir al colegio y le
convierte en un niño solitario, a pesar de ser el mayor de 5 hermanos.
Los años siguientes no serían mejor para
su familia que tuvo que hacer grandes economías. Además, Henryk tuvo
que abandonar los estudios a los quince años. Su padre le buscó un
trabajo una localidad cercana como ayudante de farmacia. El
autoritarismo de su padre y la sumisión de su madre influenciarían la
obra de Ibsen. Sus visitas a casa de la familia empezaron a espaciarse y
a partir de entonces escasearían siempre.
Desde muy pequeño se interesó por todo
lo relacionado con el teatro: ropa, dibujos, magia, disfraces,
representaciones, poemas… Así, cuando unos años después intentó estudiar
medicina y fracasó, decidió dedicarse de lleno a la dramaturgia.
Terminó los estudios de secundaria y empezó a escribir sus primeras
obras de teatro. Por aquella época era ya un joven entusiasmado con las
revoluciones sociales que recorrían Europa.
Empieza a trabajar en el teatro de
Berguen como ayudante de dirección y con 25 años ya lo dirigía. Después
de cuatro años se marcha para dirigir el teatro de Oslo, aunque por poco
tiempo pues tuvo que cerrar por problemas económicos.

El Teatro Nacional de Oslo
A partir de aquí comienza una nueva
etapa en su vida. Abandona su país, viaja por toda Europa y se estable
en Italia y Alemania, en las que vive por un periodo de tres décadas.
Sería en este autoexilio dónde Ibsen escribió casi toda su obra.Ya mayor
y en la cumbre de su fama, volvería a Noruega, donde residiría ya hasta
su muerte pocos años después.
Cuando Ibsen nació, Noruega era una
provincia de Dinamarca. Poco después pasó a pertenecer a Suecia y años
más tarde consiguió su independencia. Esta mezcla de culturas marcaban
la cultura noruega.
Como director del teatro de Bergen,
Ibsen quiso dotar de personalidad propia al teatro noruego, crear un
drama nacional, aunque era una tarea difícil, pues la escena de su país
estaba dominada por las corrientes dramáticas francesas, en la que
primaba el ingenio de la intriga por encima de la profundidad de los
personajes. Tampoco la influencia del idioma y la tradición teatral
danesas ayudaban mucho. La literatura noruega era sólo una rama de la
danesa. La mentalidad de pertenencia a Dinamarca tardaría varias
generaciones en desaparecer.
La obra de Ibsen puede dividirse en tres
periodios, tres épocas bien diferenciadas. La primera o romántica, la
segunda o social y la tercera o simbólica.
De su época romántica, impregnada de la
tradición y el folclore noruego, datan los poemas “Resignación” y “En
otoño” y los dramas “Catilina” y “La tumba del guerrero”, la primera de
sus obras en ser representada. También su primer éxito, “La fiesta en
Solhaug”. En ellas intenta reflejar el carácter noruego, con sus
defectos y sus virtudes, como en “Brand” donde intenta retratar la falta
de solidaridad y de apoyo de la sociedad escandinava cuando Dinamarca
es invadida por Prusia, o en “Peer Gynt” en la que pretende
caricaturizar el genio y el inconsecuente carácter noruego.
De la segunda etapa, la social o
realista socio-crítica tenemos los dramas que tratan los problemas
sociales de su tiempo y que Ibsen convierte en tema de debate. Abandona
la división clásica de presentación, nudo y desenlace, para convertirla
en presentación, nudo y debate. El tercer acto no nos trae nunca un
final, una solución o una conclusión definitiva. En este acto el autor
nos invita al debate, a cuestionar la realidad social imperante,
llevándonos a una revolución del pensamiento, primero internamente, pero
que luego se traslada a la sociedad en su totalidad. En esta etapa sus
obras se convierten siempre en escandalosas y polémicas. En ellas se
cuestionan todos los fundamentos de su sociedad y de la clase burguesa.
En esta etapa escribe obras,
consideradas verdaderas tesis sociales, como “Casa de muñecas”, en la
que ataca abiertamente el sistema social de la época. Crítica el papel
que juegan hombre y mujer en el ámbito familiar y se muestra como
ferviente defensor de la causa feminista. Esta obra le hizo alcanza la
fama y el prestigio mundial y, por otro lado, fue causa de exacerbadas
críticas de una parte de la población que le acusó de atacar e intentar
destruir el modelo familiar. Esta obra pudiera ser la más vigente en la
actualidad, ya que los cambios en la actualidad, han avanzado más en
nuestras relaciones sociales, que en nuestras relaciones íntimas y
familiares, en las que aún encontramos modos de relación hombre-mujer
propios de la era victoriana.

Escena de una representación de "Casa de muñecas"
También de esta época es “El enemigo del
pueblo”, quizá aún más polémica que la anterior, en la que nos presenta
el conflicto moral entre el interés general y la verdad. Este afán por
defender la verdad por encima de cualquier cosa, estaría presente en
muchas de sus obras. Esta obra surja pudo nacer como respuesta a los
ataque que Ibsen sufría por todas sus obras.
La tercera etapa de Ibsen es la
simbolista. En esta el sentimiento metafórico predomina sobre cualquier
otro. Su obra “El pato silvestre” aún siendo realista, se considera el
primer paso hacia la etapa simbolista. Aquí, el propio autor se
cuestiona su defensa a ultranza de la verdad, justificando, en algunas
ocasiones, la necesidad de mentir.
Otro de estos dramas simbólicos es
“Hedda Gabler”. En él nos lleva a reflexionar sobre nuestra propia
existencia a través de la discusión del papel de la mujer en nuestra
sociedad.
Con motivo del nacimiento de su nieto
escribió “El Pequeño Eyolf”, en el que vuelve a critircar el papel
social de la familia del siglo XIX. En este drama aparece el personaje
de la mitología noruega “La señora de los ratones”, personificación de
la muerte.
Y por último su obra final “Cuando
despertemos de entre los muertos” la historia de un artista en el que
podemos ver reflejada la vida del propio autor.
Ibsen regresó definitivamente a su país
en 1891, a los 63 años de edad, y en 1895 fija su residencia en
Cristianía, la actual Oslo. Con motivo de sus 70 cumpleaños, las tres
capitales escandinavas, Cristianía, Copenhague y Estocolmo, celebraron
su aniversario para honrar su obra. En marzo de 1900, a los 72 años de
edad, Ibsen contrajo una fuerte gripe. Pocas semanas después sufrió un
derrame cerebral. Un año después tendría el segundo y, en 1903, el
tercero. Perdió la capacidad de escribir y su salud física y mental
estaba ya muy afectada. Tres años después, a los 78 años de edad, murió.
Era el 23 de mayo de 1906. Fue enterrado con honores de estado. Había
sido propuesto para el Premio Nobel de Literatura en 1902.
Aunque publicó algunos poemas en 1871,
Ibsen dedicó toda su vida al teatro, ganándose el respeto de dramaturgos
contemporáneos y posteriores. Insufló a sus obras un significado social
y sicológico, que no existía desde la época de Shakespeare.
Sus personajes son gente corriente, de
clase media, de vidas rutinarias, personajes en conflicto con la
sociedad contemporánea que se ven trágicamente afectadas por crisis que
tienen que afrontar sin contar con la ayuda de nadie para superarlas.
Ibsen es el más importante dramaturgo
noruego y se le considera como el creador del teatro moderno y precursor
del teatro simbólico. Sus obras señalan el final del melodrama
romántico y artificial, muy popular en el siglo XIX, influenciando en
gran manera a generaciones posteriores de dramaturgos. Siempre
cuestionadas y consideradas escandalosas en una época en que
predominaban aún los valores victorianos.
Fue un adelantado a su tiempo lo que
hace que sus dramas todavía tengan vigencia y se representen
frecuentemente todavía. El tema de sus obras es siempre el individuo, la
persona y su deber para consigo mismo, la defensa de la verdad y la
libertad del espíritu.