No se trata de la medición o de dar la medida cuando se hace la
crítica, o cuando se hace critica. La forma quizá sí, puede contenerse
pero no la crítica, porque la crítica proviene y se disemina natural
desde la condición crítica de un ser humano y de su formación, pero no
puede ni debe ser cohibida ni condenada porque, la crítica participa e
interviene en nuestra forma de ser y construye nuestra intensidad y
temperatura sensitiva.
A la forma de hacerla, si habría que concederle un poder en ella. La
crítica es poner en crisis las cosas, llevarnos a observar y
considerarnos a nosotros mismos y a los otros, desde otras perspectivas y
mantenernos en condición siempre de formación de nuestra conciencia
crítica y sensible en esa relación o en las relaciones con los otros; y
así es como lo podemos extraer de la hermosa novela de Baltasar Gracián,
El criticón.
La crítica es necesaria en cada momento de la vida, es la que indica
la forma otra de ser y estar en el mundo. Y por eso mismo no puede ser
condicionada, ni medible, porque también ha de contener un carácter
excesivo por lo que desde ella se dice y se pronuncia.
Cuando cesa o extermina la crítica, la vida humana no tiene sentido,
cuando se mide y establece, la relación entre los seres humanos no tiene
poder ni tiene consistencia para realizarse uno a sí mismo y buscar
realizarse en medio de los otros. Comunidad sin crítica, es una
comunidad vacua, vacía de sentido y de vida.
Óscar González Hernández
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