Con motivo de la publicación de mi colección de relatos de Izumi Kyōka Sobre el dragón del abismo (editado a través de Satori Ediciones), he decidido compartir a través de nuestro blog Kappa Bunko algunas de mis impresiones a la hora de traducir los cuatro relatos que allí se incluyen.
Lo que muchos lectores se preguntan muchas veces es ¿por qué estos relatos y no otros? En este caso la selección de los relatos tiene relación originalmente con unas ciertas pautas que la editorial pedía, como la longitud de los relatos y la temática, ya que nos quisimos centrar más en relatos que tuvieran relación con lo sobrenatural, y no tanto con los habitantes del demimonde que tanto pueblan sus novelas.
Con esos parámetros en mente busqué cuatro relatos que reflejasen los cambios tanto en el lenguaje como en el simbolismo de Kyōka. Las dos primeras historias: “Ryūtandan” y “Kechō”, están escritas justo en el periodo en el que Kyōka empezó a experimentar con la literatura fantástica, después de un inicio estelar en el mundo literario de Meiji con novelas conceptuales (kan’nen shōsetsu).
“Ryūtandan”, título que he traducido como “Sobre el dragón del abismo”, está escrita en 1896, mismo año en el que el gran terremoto y tsunami de Sanriku asolase la actual prefectura de Iwate. Este hecho, junto a la publicación del relato de Higuchi Ichiyō “Takekurabe” (“Crecer”) en el mismo año, le abrieron las puertas a Kyōka para explorar sus fantasías y obsesiones más profundas: la muerte de su madre, el reencuentro con ella y la imagen del agua como la frontera entre la vida y la muerte. La historia en si misma está escrita en pseudo japonés clásico (gikobun) en contra de las tendencias de la época, que marcaban que el lenguaje escrito debía ir asimilándose al habla. Esa elección de un lenguaje clásico más próximo al del Genji monogatari (La historia de Genji) que al de sus contemporáneos o su maestro Ozaki Kōyō, le da a la obra un excepcional lirismo. Este lirismo va muy bien con la ambientación de la historia, a medio caballo entre lo sobrenatural y lo onírico, por lo que las interminables frases y la belleza del lenguaje envuelve al lector y le transporta a otra realidad. Además, muchos críticos consideran “Sobre el dragón del abismo” como un primer ensayo para lo que cuatro años más tarde se convertiría en su obra más conocida: El santo del monte Kōya (Satori Ediciones).
Por otra parte, seleccioné la obra “Kechō” (“El pájaro misterioso”) precisamente porque da un contrapunto a “Sobre el dragón del abismo” en cuestiones de estilo, pero comparte con la anterior la centralidad de la figura materna y la crítica a la sociedad de Meiji. “Kechō”, escrita tan solo un año después (1897) está escrita en un estilo totalmente coloquial (llamado kōgo en japonés) ya que está narrada totalmente en primera persona desde el punto de vista de otro niño pequeño, Ren, que recuerda su niñez y los sucesos que sucedieron un día lluvioso de otoño. Para aquellos lectores que ya hayan leído a Kyōka anteriormente en castellano o inglés, el estilo de esta historia les chocará por la gran diferencia en el estilo y a que aparentemente su lenguaje no es tan bello como en el resto de sus historias. Sin embargo el lenguaje de Kyōka tiene dos variantes muy importantes: el lenguaje que utiliza para la descripción, que es complejo y bello; y el lenguaje de los diálogos en sus obras, que son coloquiales y se asemejan más a un guión de teatro Kabuki. De esta manera he intentando mostrar con estas dos historias no solo el origen de la imaginación del Kyōka más fantástico, sino también sus experimentos con el lenguaje que llegaron a su maduración unos años más tarde. Una última anotación sobre esta historia es que se la ha llegado a comparar con el estilo “flujo de la conciencia” que autores modernistas como James Joyce utilizaron años más tarde. El motivo para esta comparación es que la narración del niño salta en el tiempo sin avisar, por lo que a veces es difícil interpretar los eventos que ocurren de manera linear, y que está cristalizado en la última frase del relato.
La tercera historia de la colección, “Sannin no mekura no hanashi” (“La historia de los tres ciegos”), fue escrita en 1912 y por tanto ya pertenece al periodo maduro del autor, en el que el lenguaje se convierte en un arma contra el esencialismo cultural que llegó a Japón con las ideas occidentales y que se unió al inicio de la ideología de Sintoísmo Estatal que poco a poco llevaría al país al fascismo. El lenguaje en esta historia es como la niebla y las sombras que cubren todo en la historia: ambiguo, y de frases interminables que se arremolina sobre si mismo haciendo muy difícil discernir lo que está pasando a veces. Al traducirlo no hubo más remedio que simplificar y acortar esas frases, pero el ambiente de oscuridad y de terror creo que ha quedado bien reflejado. Esta historia es además un perfecto ejemplo de la mezcla entre lo grotesco, lo bello y lo erótico que Kyōka incluyó de manera sublime en muchas de sus obras, además de su ideología budista. Esto no quita además el que no esté haciendo un comentario sobre la moralidad victoriana que predominaba en la época, y que junto a ideas budistas sobre el sexo, reprimían a los individuos convirtiéndolos a veces en bestias. A pesar de todo, esta es la historia más directa de todas las de la colección, por lo que espero que la puedan disfrutar.
Por último, “Mayukakushi no rei” (“El fantasma que esconde sus cejas”) es una típica historia de fantasmas de Kyōka, en las que las obsesiones y la moralidad de la sociedad hacen que los espíritus de bellas mujeres no puedan descansar. De los cuatro relatos este es el más largo con diferencia, y por tanto mucho más complejo a nivel narrativo. El lenguaje es extremadamente complejo y repleto de referencias culturales que he intentado solventar con una gran cantidad de notas a pie de página y con una mezcla entre traducción directa de los términos japoneses con muchas otras ocasiones en las que he dejado las palabras en el idioma original ya que no existe posible traducción al castellano. El acto de narrar una historia es importantísimo en este relato, en el que varias personas cuentan historias una dentro de otra, creando una estructura de cajas chinas (o de muñecas Matrioska si esta imagen es más efectiva). De esta manera se puede considerar que este relato ejemplifica la maduración de las tres historias previas: el lenguaje es a la vez bello y extremadamente coloquial ya que abundan los diálogos, la estructura narrativa con diferentes niveles espacio-temporales es una versión aún más compleja que el que se puede encontrar en “Kechō”, y lleva los temas de sexualidad, matrimonio y elementos sobrenaturales hasta su máximo exponente.
Por supuesto esta cualidad del relato, con sus múltiples narradores, dificulta la lectura, pero también favorece que los espíritus puedan cruzar el velo que les separa del mundo de los vivos, y por qué no, del mundo fuera de la palabra escrita. Y es que Kyōka creía fervientemente en el poder de las palabras para traer de vuelta a los muertos, si bien de manera temporal, lo que le empujó a repetir ciertos temas hasta la saciedad, en su búsqueda impenitente para encontrarse de nuevo con su madre fallecida. Como último apunte, Kyōka tiene una capacidad preternatural para crear finales memorables, pero en mi opinión es en esta historia cuando realmente esa cualidad se une a lo sobrenatural de tal manera que, cuando terminas de leerla, no solo se le ponen a uno los pelos de punta sino que la belleza del lenguaje se queda clavada hasta lo más profundo del alma, a nivel personal es el final perfecto.
Espero que esta pequeña introducción les haga querer atreverse con un autor muy particular y esotérico, y sobre todo que las disfruten tanto como yo lo hice antes, durante, y después de traducirla. ¡Buena lectura!
いろはの徳はむりやうなり。つかふときは、たいせつに。
“El poder (virtud) de las palabras es infinito, usadlo con prudencia.” Izumi Kyōka.
“El poder (virtud) de las palabras es infinito, usadlo con prudencia.” Izumi Kyōka.