Algunos escritores tuvieron relaciones muy especiales con sus hijos, como es el caso de Mark Twain. Twain se casó con Olivia Langdon en 1870
y tuvieron rápidamente un hijo (Langdon, que murió de difteria cando
tenía 19 meses). A este primer hijo le siguieron tres hijas: Olivia Susan (Susy),
Clara y Jane. Susy, la mayor, escribiría a los 13 años una biografía de
su padre (sobre la que el escritor diría: “he recibido cumplidos antes,
pero ninguno me ha tocado como este; ninguno se aproxima a este en
valor a mis ojos”) e inspiró personajes en la obra de su padre. Cuando
tenía 24 años, y mientras su familia estaba en Europa, murió de
meningitis (algo que hizo muy infelices a Twain y a su esposa).
Pero antes, cuando era una niña de tres años, todo eso estaba muy lejos y Twain se encargaba de hacer que la Navidad fuese una fecha especial, como demuestra esta carta navideña que le envió haciéndose pasar por Santa Claus.
Susy se la encontró en su cama al despertarse y, cuando la leáis,
comprenderéis que es el comienzo de un juego fantástico (el original en
inglés está en Letters of Note)
“Palacio de San Nicolás
En la Luna.
Mañana de Navidad
Mi querida Susie Clemens:
He recibido y leído todas las cartas que
tú y tu hermana pequeña me habéis escrito de mano de tu madre y de tus
niñeras; también he leído aquellas que vosotras pequeñas personitas
habéis escrito con vuestras propias manos – incluso aunque no uséis los
caracteres que aparecen en los alfabetos de los adultos, usáis los
caracteres que todos los niños en todas partes del mundo y en las
estrellas brillantes usan, y como todos mis súbditos en la Luna son
niños y no usan caracteres sino eso, entenderás rápidamente lo fácil que
es para mí leer tus fantásticas marcas y las de tu hermana sin
problema. Pero he tenido problemas con aquellas que le dictabais a tu
madre y niñeras, porque soy extranjero y no puedo leer el inglés escrito
muy bien. Verás que no he cometido errores en las cosas que tú y tu
hermana pequeña pedíais en vuestras propias cartas – he bajado por
vuestra chimenea a medianoche cuando estabais dormidas y las he
entregado yo mismo – y os he dado un beso a cada una, también, porque
sois buenas niñas, bien educadas, con buenos modales y las más
obedientes pequeñas que he visto jamás. Pero en la cartas que dictaste
había algunas palabras que no pude entender con certeza y uno o dos
pedidos no los he podido cumplir por falta de stock. Nuestro último lote
de muebles de cocina para muñecas se acaba justo de ir para una niña
pequeña muy pobre en la Estrella Polar, en el frío país más allá de la
Osa Mayor. Tu mamá te puede enseñar qué estrella es y podrás decirle:
“Pequeño Copo de Nieve (ese el nombre de la niña), estoy encantada con
que tengas esos muebles, porque lo necesitas más que yo”. Eso es, debes
escribir eso, de tu puño y letra, y Pequeño Copo de Nieve te escribirá
una respuesta. Si solo se lo dices no podrá oírte. Haz tu letra clara y
pequeña, porque la distancia es grande y el franqueo muy caro.
Había una palabra o dos en la carta de
tu mamá que no pude entender. Pasó con “un camión lleno de ropa de
muñecas”. ¿Qué es eso? Llamé a la puerta de tu cocina hoy a las nueve en
punto de la mañana para preguntar. Pero no vi a nadie y no podía hablar
con nadie sino era contigo. Cuando suena el timbre de la cocina,
George debe ser cegado y enviado a abrir la puerta. Luego debe volver al
comedor o al armario de la vajilla y llevarse a la cocinera con él.
Debes decirle a George que debe andar de puntillas y no hablar, sino
morirá algún día. Entonces tienes que ir a la habitación de los niños y
quedarte en la silla de la cama de la niñera y poner tu oído en el tubo
para hablar que lleva a la cocina y cuando te silbe por ahí debes hablar
por el tubo y decir “¡bienvenido, Santa Claus!”. Entonces te preguntaré
si es o no un camión lo que pediste. Si me dices que sí, te preguntaré
de qué color quieres que sea el camión. Tu mamá te ayudará a escoger un
bonito color y luego me dirás todas las cosas en detalle que quieres que
tenga tu camión. Luego cuando te diga “adiós y Feliz Navidad a mi
pequeña Susie Clemens”, tú dirás “adiós, buen viejo Santa Claus, te lo
agradeceré mucho y por favor di a esa Pequeño Copo de Nieve que la
visitaré en su estrella esta noche y que debe mirar hacia aquí abajo.
Estaré justo en la ventana de la bahía este y cada noche despejada
miraré a su estrella y diré ‘conozco a alguien ahí arriba y me gusta
ella, también”. Después tienes que ir a la biblioteca y hacer que George
cierre todas las puertas que dan al recibidor principal y todo el mundo
tiene que guardar silencio durante un poco de tiempo. Iré a la luna y
cogeré esas cosas y volveré por la chimenea del recibidor – si es que
quieres un camión – porque no podría meter una cosa como un camión por
la chimenea de la habitación de los niños, sabes.
La gente podrá hablar si quiere, hasta
que oigan mis pisadas en el recibidor. Entonces diles que se callen un
poco hasta que vuelva a la chimenea. Quizás no oigas mis pisadas en
absoluto – así que puedes ir de vez en cuando y espiar desde las puertas
del comedor, y poco a poco irás viendo que hay una cosa que quieres,
justo debajo del piano en la salita – porque ahí lo pondré. Si dejo
alguna nieve en el recibidor, tendrás que decirle a George que la barra
hacia la chimenea, porque yo no tengo tiempo para hacer esas cosas.
George no debe usar una escoba, sino un trapo – sino morirá algún día.
Debes vigilar a George y no dejar que corra ningún peligro. Si mi bota
deja una huella en el mármol, George no debe rascarla
Adiós por unos pocos minutos, hasta que vuelva a bajar al mundo y llame a la puerta de la cocina.
Tu querido,
Santa Claus”