“Habría que imponer El Quijote como lectura obligatoria en todas las escuelas primarias, a cuyo objeto el Ministerio de Instrucción Pública abrirá un concurso libre para elegir la obra que bajo el título de El Quijote de los niños responda más fielmente al fin indicado”. Lo que acaban de leer es una proposición de ley que el entonces consejero de Instrucción Pública, Eduardo Vicenti, en el Gobierno de Maura, hizo al Congreso el 13 de febrero de 1904.
El proyecto legislativo no salió adelante (dos años después se promulgó una Real Orden) pero se abrió el debate en la sociedad española sobre si se debía o no leer El Quijote en las aulas y qué versión era la adecuada para niños y jóvenes. Fue hace un siglo y con ocasión de otro centenario cervantino (el tercero). Hoy tirando también de onomástica y de esquirlas recién encontradas, la controversia sigue tan vigente como entonces.
“Es inconcebible que jóvenes de 18 años españoles terminen su formación y no hayan leído El Quijote. No es incompatible hacerlo de una forma paulatina, obviamente con adaptaciones según la edad, pero no es lógico que los jóvenes españoles terminen su educación sin haber leído el Quijote”. Victoria Arnáu es estudiante de la Universidad Carlos III de Madrid. Ella leyó una adaptación en el colegio y junto a cuatro compañeras de facultad ha participado en la mesa redonda Cervantes antes los nativos digitales, dentro del I Coloquio Internacional Marruecos y Tetuán en la obra de Cervantes, organizado por la Universidad Abdelmalek Essaádi.
Fuera, en medio de un patio teñido de blancos y azules tetuaníes, Reda Carcache, estudiante de Filología Hispánica de la universidad marroquí, asegura sentir asombro por el hecho de que en España no se lea la obra cumbre escrita en español en la aulas. Igual piensa Hajar Bakkali, que estudia un Máster de Cultura y Comunicación Hispánicas. “Me llama mucho la atención. El Quijote es un símbolo importante de la literatura hispánica y no leerlo es como no leer Hamlet, de Shakespeare”.
El asombro y el debate es compartido, por tanto, a ambos lados del Mediterráneo. Y no ha avanzando demasiado desde ese año 1906 o desde 1920, cuando se aprobó una “Real Orden Quijotesca”, como la definió Ortega y Gasset en el diario El Sol, que establecía la obligatoriedad de que en todas las escuelas nacionales se leyera la obra cumbre de Cervantes durante diez minutos todos los días..
Sumen reformas educativas y comprenderán cómo Victoria tuvo que leer una adaptación, Clara Guillén no se acercó de forma oficial al texto sino que lo hizo gracias a un profesor que le inculcó el amor por la literatura clásica, a Ana de Gracia la obligaron a leerlo, al igual que a Sara Parra pero semanalmente y con exámenes –“un método nada eficaz”, rememora- y Laura Martínez se acercó a Cervantes a fragmentos. Una misma generación de jóvenes, hoy universitarias, han vivido en primera persona todas las claves de este debate pedagógico perpetuo.
El Quijote no es obligatorio en las aulas españolas hoy y todo queda en manos de la voluntad de los docentes aunque, según recogió Europa Press citando a fuentes del Ministerio de Educación, su lectura será obligatoria en 3º de la ESO y 1º de Bachillerato a partir del próximo curso.
La clave, asegura Victoria, está en el docente. “Si el alumno es acompañado por el profesor y se explica el texto, no tiene por qué ser un problema que alguien pueda entender con 17 años El Quijote. De hecho, se me cae la cara de vergüenza al ver esta sala llena de estudiantes extranjeros que conocen la obra de Cervantes y estar con este debate en nuestro país”.
Lo cierto es que Arturo Pérez Reverte y su versión reducida de El Quijote ha avivado mucho más la controversia en los últimos tiempos. ¿Se debe leer El Quijote íntegro o adaptado? “Considero que estas adaptaciones en múltiples casos crean un público que se está convirtiendo en una masa, como decía Ortega y Gasset, a la que se le está negando la capacidad de autocrítica y de reflexión”, opina Ana.
Sara, por su parte, reconoce que la polémica suscitada por la excavación en el convento de las Trinitarias para dar con los huesos de Cervantes, dejando de lado las cuestiones electoralistas, “si sirve para que se hable de Cervantes siempre es bienvenida. Aunque no estoy muy segura de si va a servir para acercarnos a su lectura. Ahora tenemos una oportunidad única para defender más que nunca que el Quijote se tiene que leer”.
Reda estudió bajo el sistema educativo marroquí y tuvo unas nociones básicas de literatura española, mientras que Bassma El Mansori, también estudiante de Filología Hispánica en la Universidad de Tetuán y que estudió bajo el sistema educativo español, ha vivido lo mismo que ocurre en España. Ahora ellos tienen una asignatura en la carrera dedicada exclusivamente a Cervantes y destacan, sobre todo, el orgullo que supone la presencia e influencia de Marruecos y Tetuán en las aventuras del hidalgo manchego.
“En este coloquio nos hemos dado cuenta de que hemos dejado un legado en la obra de Cervantes y que compartimos esta obra con España”, dice Reda aludiendo a una apropiación que remite a una palabra: honor. “La cultura árabe que refleja El Quijote nos hace sentir orgullosos del hecho de que Marruecos y Tetuán puedan compartir algo 100% español y tengamos el honor de dejar un legado cultural en esta obra cumbre”, añade.
Frente a estos jóvenes, con estrechos lazos familiares con España y que conocen al detalle la actualidad y la cultura española (incluso la mítica serie de dibujos quijotesca de TVE), Sara asegura: “Me da pena que se valore cada vez más a Cervantes fuera de España y en España, con tantas adaptaciones y polémicas, El Quijote vaya a terminar por ser un libro más. Se debe apostar por hacer que brille lo que ya tenemos”.
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