Junto a la pescaderia, la carnicería y la frutería se encuentra ‘La Palabrería’, un puesto de venta de libros al peso en el Mercado de la Corredera en Córdoba.“Debe haber fotos del puesto por Japón y media Europa”, dice el promotor de esta idea sobre quienes, extrañados por lo inusual de encontrarse libros en un mercado, le hacen fotografías junto a su balanza y sus estanterías.
El carro de la compra se completa en el Mercado de La Corredera de Córdoba con mucha filosofía, algo de novela histórica y una pizca de poesía. Porque a la vez que el cliente se lleva la carne y el pescado frescos o las verduras y frutas de temporada, puede hacerse con cuarto y mitad de la mejor literatura en ‘La Palabrería’, donde se venden palabras hechas libros, al peso.
El promotor de esta iniciativa es Miguel Marzo, un cordobés de 35 años, licenciado en Humanidades que, después de vivir y trabajar en distintos puntos de España y en Londres, volvió hace un año a Córdoba y quiso implantar su propio negocio con una idea que le rondaba la cabeza: abrir un puesto de libros en un mercado de su ciudad.
La idea tomó forma a comienzos del pasado otoño y nació ‘La Palabrería’, un punto de venta de libros al peso al precio único de 10 euros el kilo. En sus estanterías se ordenan por géneros y temáticas libros de narrativa española, hispanoamericana y anglosajona; poesía, historia, filosofía, teatro, ensayo, guías de viajes, cocina, literatura infantil y juvenil, diccionarios y otra tipología de volúmenes que se almacenan bajo el nombre de ‘cajón desastre’.
“En estos cuatro meses no ha habido un día que no se haya vendido algún libro”, dice Miguel para dibujar el aún corto balance de cuatro meses que el puesto lleva abierto pero que le hace ser optimista frente al futuro. “Yo estaba convencido de que la idea iba a funcionar” confiesa, tras la típica balanza de mercado que aquí no pesa sardinas ni pollo sino libros.
Los clientes se acercan preguntando por títulos concretos o por temáticas, o simplemente pasan tras el mostrador a echar un vistazo y llevarse algún hallazgo de entre sus estanterías. “Un s aramago vuela, o los clásicos que nunca fallan”, explica sobre las preferencias de sus compradores. “Pero también me ha sorprendido lo bien que se vende la filosofía. La gente joven lee filosofía. Y también historia, cansados de literatura fantástica, quieren algo que les cuente la realidad”.
También hay quien se acerca hasta ‘La Palabrería’ para venderle a Miguel sus propios libros. Es una manera de nutrirse de nuevos títulos conforme se van vaciando las estanterías de su puesto que empezó a llenar con sus propios libros, los de conocidos “y también de desconocidos. Mucha gente me ha sorprendido dándome sus libros”.
La acogida entre sus compañeros del mercado “ha sido genial”, dice este emprendedor que ha vuelto a su ciudad natal y a las raíces de los que hoy se reinventa como coworking pero que ya existía en los mercados, donde el cliente es el mismo para todos los puestos. Y a esos clientes se dirige también Miguel con propuestas de futuro: hacer actividades de lectura para niños, albergar pequeñas exposiciones artísticas e, incluso, piensa en realizar algunos conciertos de pequeño formato.
“Este puesto es algo curioso, llama la atención, tanto de la clientela habitual del mercado como de los turistas nacionales y extranjeros que pasan por aquí”, cuenta Miguel. “Debe haber fotos mías y del puesto por Japón y media Europa”, dice sobre quienes, extrañados por lo inusual de encontrarse libros en un mercado, le hacen fotografías junto a sus estanterías.
Porque a este mercado llegan los clientes del barrio pero también visitantes. Está enclavado en un edificio histórico en la Plaza de la Corredera en el casco antiguo de la ciudad. Por allí pasan todo tipo de personas que encuentran “algo distinto” en un mercado donde, además de comprar productos frescos, pueden degustarlos allí mismo preparados en los dos puestos-bares que existen, acompañarlos de una copa en La Vinoteca o probar un sabor más oriental en el puesto de sushi. Y de postre, ahora también, algo sabroso de la mejor lectura.